QUMRÁN

Nombre árabe de un wadi que desemboca en la zona norte occidental del mar Muerto, en cuyo acantilado colindante hay varias cuevas en las que se encontraron en 1947 trozos de más de 600 manuscritos encerrados en cántaros, entre ellos diez rollos completos y millares de fragmentos.
1. Descubrimientos.
2. Arqueología de Hirbet Qumrán.
3. Identificación de los qumranitas.
4. Resumen de los hallazgos.
4.1. Cueva 1.
4.2. Cueva 2.
4.3. Cueva 3.
4.4. Cueva 4.
4.5. Cuevas 5 y 6.
4.6. Cueva 7.
4.7. Cuevas 8, 9 y 10.
4.8. Cueva 11.
4.9. Wadi Murabba’at.
4.10. Nahal Hever.
4.11. Hirbet Mird.
4.12. Wadi Daliyeh.
5. Los escritos de Qumrán y el NT.
5.1. Juan Bautista.
5.2. Jesús.
5.3. Comunidad primitiva de Jerusalén.
5.4. Pablo.
5.5. Juan.
I. DESCUBRIMIENTOS. En varias publicaciones se halla la historia de un muchacho beduino que, a fines de mayo de 1947, se internó solo por los agrestes parajes cercanos a ‘Ain Feshkha en persecución de una cabra que se le había escapado, y cómo, cansado, se sentó, y descubrió un orificio en la ladera. Esta historia sigue afirmando que el joven marchó aprisa de allí atemorizado, y que volvió al día siguiente con un amigo suyo para investigar más a fondo. Habiendo descubierto varios recipientes que contenían rollos, los vendieron a un comerciante de Belén. La realidad es algo distinta. El hallazgo tuvo lugar a fines de 1946. Tres pastores que se hallaban por los alrededores del oasis de ‘Ain Feshkha, no lejos de las ruinas de Qumrán, fueron los descubridores. Yuma Mohamed Jalil tenía la obsesión de que si exploraba las cuevas suficientes hallaría un tesoro de gran valor. Acompañado de otros dos amigos, de la tribu beduina seminómada ta’amireh, llamados Jalil Musa y Mohamed Ahmed el-Hamed, guardaban los rebaños en aquella región. Yuma se dio cuenta de dos a modo de agujeros que se abrían sobre una de las paredes del acantilado. Subieron hasta allí y pudieron constatar que el agujero superior permitía el paso de una persona delgada. Al arrojar una piedra adentro, oyeron un ruido como si hubiera tocado un recipiente de barro. Llenos de curiosidad, pero impedidos de seguir explorando porque estaba cayendo la noche, él y sus amigos tuvieron que dejar la búsqueda para un día más oportuno. Dos días después, Mohamed Ahmed el-Hamed se dirigió allí a solas. Una vez dentro de la cueva, descubrió diez jarras de pie a lo largo de la pared de la cueva, algunas con su cubierta. Había muchos cascos de jarras rotas. Sólo en una de las jarras tapadas encontró dos paquetes, envueltos en telas, y empapados de algo negro. Al enterarse los otros dos de este hallazgo, y enfurecidos por la escapada del primero, llevaron los rollos a un carpintero dedicado también a las antigüedades en Belén. No llevando éste ninguna gestión a cabo, se pusieron por fin en contacto con Jalil Iskandar Shalim, un zapatero/anticuario también de Belén. Esto sucedía a principios de abril del mismo año. Finalmente, después de varios incidentes, fueron comprados por el archimandrita del convento sirio ortodoxo de San Marcos en Jerusalén, Su Gracia Mar Yesue Samuel, que en 1948 los presentó a la American School of Oriental Research, donde J.C. Trever y W.H. Brownlee reconocieron inmediatamente el valor del hallazgo. Los rollos resultaron ser el famoso Rollo de Isaías, con el texto completo (1QIs), el Comentario de Habacuc (1QpHab), y la Regla de la Comunidad (1QS), además de un cuarto rollo procedente de una segunda incursión de los beduinos en la cueva, que resultaría ser el Génesis Apócrifo (1QApGen).
En la segunda incursión se consiguieron otros tres rollos, además de dos jarras, que finalmente fueron a parar a manos del doctor E. L. Sukenik, que era a la sazón rector de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Éstos resultaron ser: una colección de Himnos o Salmos (1QH); la Regla de la Guerra (1QM), y un rollo incompleto de Isaías (1QIs’), que pasaron a la Universidad Hebrea de Jerusalén. Por medio de un bibliotecario sirio, el doctor Sukenik pudo llegar a ver los rollos del arzobispo Atanasio, pero no consiguió adquirirlos.
Después de la primera guerra árabe-israelí, el arzobispado de Mar Atanasio precisaba de dinero para hacer frente a ayudas a personas necesitadas, y recurrió a su venta en Estados Unidos. Finalmente, después de varias peripecias y negociaciones, los cuatro rollos quedaron en posesión de Israel, que los adquirió por medio de personas interpuestas para que los vendedores no conocieran el destino final de los rollos, y fueron depositados en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Yigael Yadin, el hijo del doctor Sukenik, fue quien dirigió la operación de la compra por medio de un abogado. La operación de compra tuvo lugar a mediados de 1954.
Al llegar a conocimiento de las autoridades de Jordania lo referente a los hallazgos del mar Muerto, se preparó una expedición formal que excavó la cueva 1 de Qumrán, desde el 15 de febrero hasta el 5 de marzo. Esta excavación fue emprendida conjuntamente por el Departamento Jordano de Antigüedades y por la Escuela Bíblica de Jerusalén, bajo la dirección de G. L. Harding y de Roland de Vaux respectivamente. Se hallaron muchos cascos de cerámica rota, provenientes de al menos cincuenta jarras; numerosos trozos de tejido semejantes a los que habían envuelto los mss. descubiertos, y 900 fragmentos de mss., casi todos ellos de piel, más unos pocos fragmentos de papiro. Era evidente que los siete rollos que habían sido descubiertos constituían una fracción de los que habían sido originalmente depositados en la cueva. Esta cueva es la que en la actualidad recibe el nombre de 1Q.
II. ARQUEOLOGÍA DE HIRBET QUMRÁN. Intrigados y deseosos de hallar alguna luz acerca de la procedencia de estos textos, se emprendió una expedición para explorar el tell de Hirbet Qumrán y dilucidar una posible relación entre los textos y las ruinas adyacentes. Khirbet Qumrán o ruinas de Qumrán, es un montículo artificial que se halla a 13 km. al sur de Jericó y a 2 km. de la costa occidental del mar Muerto, sobre los acantilados que se hallan tras la estrecha franja costera, cerca del oasis de ‘Ain Feshkha. Allí, el Departamento de Antigüedades de Amán, el Museo Arqueológico de Palestina, y la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén, llevaron a cabo cinco campañas entre los años 1951–56, dirigidas por los mismos G. L. Harding y R. de Vaux. Descubrieron unas ruinas de una extensión aprox. de 80 × 80 m. de lado, de forma aproximadamente rectangular y de apariencia imponente. Había una torre junto a la puerta de entrada, varias salas para diversos propósitos, y sobre todo un notable sistema hidrológico, con acueducto, canal interior cubierto, cisternas, depósitos para abluciones y regadíos. Una gran grieta atraviesa todo el conjunto de norte a sur, y pasa por dos estanques. Esta grieta pertenece al terremoto del que informa Josefo (Ant. 15:5, 2), y que tuvo lugar en el año 31 a.C.
En las excavaciones se apreciaron distintos niveles. La evidencia de campo revela que ha habido una ocupación desde los siglos VIII a VII a.C. Una cisterna circular procede de esta época. Es posible que fuera Uzías quien construyera una fortaleza en este lugar (cf. 2 Cro. 26:10). Sin embargo, la ocupación principal es la de la época de Hircano I (134–104 a.C., se encontraron monedas del reinado de Antíoco VII). La ocupación siguió ininterrumpidamente hasta el terremoto del año 31 a.C. Posteriormente, volvió a ser ocupada desde los alrededores del año 3 d.C. hasta el 68 d.C. (según las monedas halladas del segundo año de la sublevación judía), en que debió ser tomada por los romanos en sus operaciones de limpieza conjunta a la toma de Jericó. Los restos arqueológicos indican un final violento de esta fase. Los muros aparecen agujereados y hay una capa de ceniza que cubre la extensión de la localidad. Asimismo, se encontró una buena cantidad de cabezas de flecha de hierro romanas. Es indudable que el lugar fue destruido a comienzos del verano del 68 d.C. por un destacamento de las tropas de Vespasiano que operaban en esta zona. Hay adicional evidencia de ocupación romana hasta el año 86 d.C. Es evidente que allí quedó una guarnición hasta la total pacificación del país. La siguiente fase fue su ocupación por los fieles de Bar Koqueba (132–135 d.C.). Esta última ocupación está relacionada con los hallazgos del wadi Murabba’at y Nahal Hever.
Al reanudarse la ocupación de Qumrán, se evidencia una nueva etapa de construcciones. En el curso de las excavaciones se identificaron las siguientes instalaciones: Salones de reunión; scriptorium, o local donde se llevaba a cabo la copia de mss.; cocina; lavadero; talleres de alfarería; molinos de harina; hornos; diversos talleres de trabajo.
La datación de estos hallazgos se hizo mediante diversos métodos: paleografía, datación radiocarbónica, determinación de la naturaleza histórica de los principales niveles arqueológicos de Qumrán (helenístico y romano) y el examen de varios cientos de monedas halladas en las excavaciones, que limitan el período principal de ocupación entre las fechas de 135 a.C. a 68 d.C. La datación de los mss. de la primera cueva (1Q) se hizo mediante análisis paleográficos, como ya se ha indicado. Albright asignó a los mss., en base a su comparación con el papiro Nash, la edad de fines del período macabeo, alrededor del año 100 a.C. La prueba del radiocarbono dio la edad de 33 d.C. ±200 años (fecha posteriormente asignada a 20 a.C.).
No lejos de las ruinas se descubrió un cementerio con más de mil sepulturas, bien alineadas, orientadas hacia Oriente, y próximo a la cueva 1. Aunque la mayor parte de los enterramientos son de varones, había también algunos de mujeres y niños. Es muy probable que también las ruinas de ‘Ain Feshkha, excavadas por el mismo R. De Vaux entre 1956 y 1958, sean una dependencia de la misma comunidad; la presencia de una fuente la convertían en la única zona cultivable de los alrededores.
Quedaba en pie la cuestión de si había relación entre los mss. de las cuevas y las ruinas de Qumrán. El hallazgo de varios tinteros y de una mesa y banquetas en la estancia que había sido utilizada como scriptorium ya indicaba una relación entre ambos lugares. La fecha de los mss. se correspondía con la de ocupación de Hirbet Qumrán. Se halló finalmente una gran cantidad de piezas de cerámica idéntica a la descubierta en la primera cueva, e incluso una jarra idéntica a la usada para depositar los rollos. De manera que queda bien establecido el enlace entre ambas localidades.
III. IDENTIFICACIÓN DE LOS QUMRANITAS. ¿Quiénes eran los ocupantes de Qumrán? Se barajaron muchas posibilidades en aquellos primeros años de las excavaciones. Unos (Wieder, Szyszman y Zeitlin) sugirieron que eran caraítas, por cuanto hay ciertas importantes semejanzas. Pero los caraítas fueron fundados en el siglo VIII d.C. por Anán. Es muy posible que recibieran su inspiración de los escritos de Qumrán, ya que poseían copias del llamado Documento de Damasco, del que se han descubierto copias qumranitas muy anteriores en 4Q y 6Q. Otra hipotética identificación fue la emitida por Teicher, según quien se trataría de > ebionitas, pero está demostrado que textos proceden en su mayor parte de los siglos III, II, y I a.C. y por consiguiente no pueden tener ninguna relación, ni siquiera mención o alusión alguna a ellos. Otros (Roth, Driver) han propuesto su identificación con los zelotas; incluso se ha querido identificarlos con los saduceos (Habermann) y con los fariseos (Rabin). Pero éstos no se constituyeron en comunidad aparte ni se separaron del culto del Templo, así como tampoco rechazaron los sacrificios en él. La mayor parte de los autores se inclina en la actualidad por la postura de que los qumranitas eran una comunidad esenia, haciendo la distinción entre la comunidad de Qumrán en particular, que llevaba una vida de tipo monástico, y el movimiento de los esenios en general, que era más amplio y extendido en toda Judá, hasta el punto de que Flavio Josefo lo menciona como la tercera fuerza judía de la época, junto con los saduceos y los fariseos. Además, en los mismos manuscritos de Qumrán se puede observar una evolución del pensamiento, que es síntoma de los cambios que tuvieron lugar en la vida de la comunidad y en su situación histórica concreta.
En base a las alusiones dadas en el Documento de Damasco, los fundadores de Qumrán fueron elegidos en la «era de la ira» (cf. 1 Mac. 1:64; 2:49), 390 años después de la destrucción del Templo de Salomón por los babilonios. En el estudio de Vermes, se hacen unas correcciones cronológicas en base a unos errores detectados en la literatura judía paralela acerca de la dominación del imperio persa. Ello llevaría entonces al año 175 a.C. Ésta es la época de Antíoco Epífanes, en la que surgieron los > hasidim, o «piadosos», que se opusieron totalmente a la helenización que Jasón y Menelao querían introducir en Judea; siguiendo este proceso, Antíoco impuso la prohibición de practicar el judaísmo. Muchos de los hasidim huyeron al desierto (cf. 1 Mac. 2:29–30), uniéndose sólo a desgana con los macabeos (1 Mac. 2:42). Sin embargo, cuando Demetrio, hijo de Seleuco, se apoderó del trono, nombró a Alcimo, de la casa de Aarón, como sumo sacerdote de Israel. Los hasidim abandonaron entonces la lucha, dispuestos a reconocerlo (1 Mac. 7:13–16), Sin embargo, sus esperanzas quedaron defraudadas ante los turbios manejos de Alcimo, que hizo ejecutar a sesenta de ellos. Huyeron entonces al desierto, desorientados. Fue entonces que surgió la figura del «Maestro de Justicia», alrededor del año 155 a.C. Impregnado de un intenso ideal sadoquita (la restauración de un orden teocrático en Israel bajo el linaje sumosacerdotal de Sadoc), asumió la dirección de los que rechazaban la helenización, por una parte, y la asunción del sumo sacerdocio por personas ajenas a su línea, por otra. En efecto, muerto Alcimo en el año 159 a.C., el pontificado había quedado vacante. Jonatán Macabeo estaba entonces acaudillando la nación, y eliminando la cultura helénica (1 Mac. 9:73). En el año 152 Alejandro Balas lo designó sumo sacerdote. Sin embargo, Jonatán no era de la descendencia de Aarón, ni de la casa de Sadoc. El «Maestro de Justicia» rechazó de plano tal asunción al sumo sacerdocio (cf. 1QpHab col. VIII). Jonatán, junto con Simón, el otro «instrumento de violencia» (cf. 4QTest), se dedicó a reforzar las defensas de Jerusalén y de las ciudades de Judea (cf. 1 Mac. 12:35–38). Perseguido, el «Maestro de Justicia» tuvo que retirarse al exilio (1QpHab col. XI). Como muestra Vermes de una manera rigurosa, el Documento de Damasco (6QDD) así como los comentarios de Habacuc (1QpHab) y de Nahúm (4QpNah) concuerdan con las condiciones históricas del establecimiento y decadencia de la dinastía > asmonea, aborrecida por los qumranitas por su asunción del sumo sacerdocio.
Un examen de la vida de los qumranitas en base a los escritos descubiertos muestra su identidad, prácticamente cierta, con los esenios. Son múltiples los puntos de identidad entre lo que se afirma de los esenios en Josefo, Filón de Alejandría y Plinio, y la descripción de la comunidad de Qumrán por parte de los propios libros de ellos. Así, se pueden mencionar, entre otros, los siguientes puntos comunes:
1) Vida y posesiones en común: Regla de la Comunidad (1QS, cols. i, v, vi; Guerras 2:8, 3. Había dos niveles de comunidad, la cerrada o «monástica», como la de Qumrán, y la de ciudad, o «abierta» en lo que respecta a la comunidad de bienes. Sin embargo, en esta última se ordenaba una solidaridad ilimitada (Documento de Damasco, 6QD).
2) Comida en común, que tenía carácter sacrificial, dándose al comedor el carácter de santuario, RC, 1QS vi; cf. Guerras 2, 8, 5.
3) Oraciones en común, RC, 1QS vi; Guerras 2, 8, 5.
4) Baños rituales, RC, 1QS III; cf. Guerras 2, 8, 5.
5) Guardar silencio respecto a temas triviales, RC, 1QS v; cf. Guerras 2, 8, 5.
6) Orden estricto para hablar, debiéndose pedir permiso, RC, 1QS vi; cf. Guerras 2, 8, 5.
7) Obras de caridad, RC, 1QS iv, v; DD, 6QD vi, xiv; cf. Guerras 2, 8, 3–4.
8) Reglas de admisión, con diversas pruebas escalonadas, al cabo de las cuales se era admitido tras terribles juramentos con bendiciones y maldiciones, RC, 1QS i, v, vi; cf. Guerras 2, 8, 7.
9) Descanso sabático: normas sumamente estrictas: No se podía siquiera sacar un animal de un hoyo en el que hubiera caído! Si se trataba de hombres en peligro, sí se podía actuar, DD, 6QD xi, cf. párrafos 3 y 5; cf. Guerras 2, 8, 9.
10) Prohibición de relaciones sexuales en la ciudad del santuario (DD xii, cf. 11QTs, el Rollo del Templo, del que informa Yigael Yadin que también tiene esta prohibición).
11) Secreto total acerca de las doctrinas propias y de los libros exclusivos de la secta, RC 1QS ix; DD, 6QD xi; cf. Guerras 2, 8, 7.
12) Medidas severas de disciplina, RC, 1QS vi, vii, viii y ix; cfr. Guerras 2, 8, 8.
Los libros de esta comunidad no imponían un celibato absoluto, pero sí exigían normas de pureza ritual que hacía mucho más conveniente este estado. El mismo Josefo reconoce que había esenios casados (Guerras 2, 8, 13). Para las normas acerca del matrimonio, de estricta monogamia, véanse DD, 6QD iv, vii; Regla de la Congregación, 1QSa, i.
Como dato adicional, es de sumo interés un pasaje de Plinio el Viejo en su obra Historia Natural, donde afirma que los esenios tenían un centro en la costa occidental del mar Muerto, al norte de En-gadi (Hist. Nat. 5:17), lo que coincide con la situación de Qumrán.
La concepción escatológica de los qumranitas era que los últimos sacerdotes infieles de Jerusalén verían su dominio roto por el invencible kittim, es decir, el poderío romano (cf. 1QpHAb, i). Una vez caído todo el mundo bajo el poder de los kittim (1QpHab, ii), se lanzaría la proclamación de guerra contra ellos por parte de los «hijos de la luz». Los detalles de esta guerra para el establecimiento final del reino de Dios y de la supremacía del «resto de Israel» (con el que ellos se identificaban) se dan en el libro Reglas de la Guerra (1QM). En esta guerra tendrían el apoyo de los ejércitos celestiales contra los hijos de las tinieblas, que a su vez serían apoyados por Belial con su ejército de demonios. Destruidos éstos, sería establecido el reino de Dios. Las normas para gobernar la vida del mundo en los tiempos mesiánicos se contemplan en otros escritos. En el tiempo de su visitación Dios establecerá la verdad para siempre, poniendo fin a la falsedad, enseñando a cada hombre el conocimiento del Altísimo para que camine en su conocimiento perfecto.
IV. RESUMEN DE LOS HALLAZGOS. En total se exploraron once cuevas en las inmediaciones de Hirbet Qumrán. A cada una de ellas se le ha asignado una notación. Así, las cuevas son 1Q (primera cueva de Qumrán), 2Q… 11Q. Para denominar a los mss., se usa la procedencia de la cueva, y unos símbolos concretos. Por ejemplo, el Comentario de Habacuc, hallado en la primera cueva, tiene la designación de 1QpHab (la letra «p»— pesher— designa que el escrito es un comentario). A ello hay que añadir el hallazgo de otros mss. en las cercanías de Qumrán.
La cantidad aproximada de materiales es de 40.000 fragmentos, que representan a 500 libros; de ellos, sólo unos pocos se han recuperado íntegros; la mayor parte son fragmentarios. Las cuevas que dieron mayor cantidad de mss. fueron 1Q, 4Q y 11Q. Los arqueólogos están convencidos de que muchos rollos están todavía en manos de mercaderes que esperan ver revalorizado este preciado tesoro.
4.1. Cueva 1 (1Q). Situada a medio kilómetro al nornoroeste de las ruinas de Qumrán, contenía un Génesis Apócrifo escrito en arameo (1QApGen ar). Se trata de una ampliación y embellecimiento legendario de ciertos relatos de Génesis acerca de las vidas de algunos patriarcas en forma de midrás. Fue desenrollado y publicado en 1956 por Y. Yadin (A Genesis Apokryphon, Jerusalén 1956). Una colección de Himnos, de los que se conservan veinticinco (G. Vermes, treinta según E. Sen Montero, la diferencia en el cómputo se debe a la dificultad en determinar dónde termina uno y empieza otro, Vermes). Se trata de una excelente muestra de la poesía heb., de composición impecable. Son himnos de acción de gracias, y de oraciones individuales. Se descubrieron siete copias, y el texto inglés está dado en Vermes, pp. 149–201.
El Rollo de la Guerra (1QM), cuyo título actual es La Regla de la Guerra (miljamah). Da normas para una guerra escatológica de la comunidad contra los kittim y las naciones. Muestra la ordenación de las batallas a luchar, la disposición táctica del ejército, las edades de los asignados a cada servicio; da normas acerca del ministerio sacerdotal asociado con la marcha de la guerra, las descripciones de las armas a utilizar; da los textos de las arengas a lanzar, y del himno de acción de gracias a cantar después de la victoria, así como la descripción de la última batalla escatológica, con una relación de las siete fases de que se compone. El planteamiento es el de la guerra de «los hijos de la luz» en contra de «los hijos de las tinieblas».
La Regla de la Comunidad (1QS), en la que hay las diversas normas de comportamiento en el seno de la comunidad, los requisitos y forma de ingreso en ella, y las penas disciplinarias por quebrantamiento de las reglas. Había dos anexos a él: «La Regla de la Congregación», con normas de comportamiento de la congregación durante los días del conflicto final y la era del Mesías, designado 1QSa, incluyendo normas acerca del matrimonio, y «El Libro de las Bendiciones», designado 1QSb, parece que usados en la liturgia de la comunidad en anticipación de la instauración de la era del Mesías.
Comentario de Habacuc (1QpHab). Se aplica el mensaje de Hab. 1–2 a las circunstancias históricas del período. El comentario incluye el texto heb. de los capítulos 1 y 2, que presenta una estrecha relación con el Texto Masorético (TM). En él se hace una forzada identificación de «los caldeos» con los «kittim»; una postura que ha alcanzado mucha difusión es que por «kittim» se entiende a los romanos; parece ser muy coherente con el contexto histórico. Fueron ellos los que apuntalaron a la dinastía hasmonea, aborrecida por la comunidad de Qumrán por haberse apoderado del sacerdocio en perjuicio de la rama de Sadoc, a la que se mantuvieron leales. Este aspecto volverá a ser tratado en la sección VII, en el apartado «Bosquejo histórico de los qumranitas». Otro comentario es el de Miqueas (1QpMi), que comenta Mi. 1:5–6.
Importante es el Libro del profeta Isaías. Se hallaron dos rollos en la primera cueva. El primero (1QIsa) presenta el texto completo. Aunque exhibe un buen número de cambios en escritura, en formas gramaticales, y otras variantes, es notablemente idéntico al libro de Isaías en el TM. El segundo rollo de Isaías (1QIsb), aunque incompleto, presenta una caligrafía mucho más bella, y un texto casi idéntico al masorético. Se conservan parte de los caps. 41 y 43 a 66, junto con algunos fragmentos de los capítulos anteriores.
Fragmentos del Libro de Daniel (1Q71, 1Q72). En ellos fragmentos se halla precisamente el pasaje en el que se da el cambio de lenguas de hebreo a arameo (Dn. 2:4).
También se hallaron en 1Q cinco pequeños fragmentos del libro de Levítico, pertenecientes al «Código de Santidad» (Lv. 17–26); estos fragmentos han sido fechados por A. Parrot como anteriores al siglo V a.C.
4.2. Cueva 2 (2Q). En febrero de 1952 los beduinos hallaron otra cueva, a poca distancia al sur de la primera. De esta incursión consiguieron fragmentos de los libros de Éxodo, Rut, Salmos, Jeremías, del Libro de los Jubileos, y otros diversos, adquiridos por la Escuela Francesa de Arqueología y por el Museo Palestino de Jerusalén. A la vista de estos hallazgos, se llevó a cabo una expedición en toda regla, efectuándose la exploración de todo el acantilado en el que se hallaba la cueva, con toda la región circundante, en 8 km. de extensión. Se descubrieron unas 170 cuevas, en 25 de las cuales se hallaron restos de cerámica, y en bastantes de ellas rollos y fragmentos de mss. En la cueva 2Q se halló un rollo de Levítico (2QLev).
4.3. Cueva 3 (3Q). Se hallaron restos de diversos libros canónicos, así como de literatura no bíblica:
Rollo de cobre (3Q15). Descubierto por el conde de Contenson en 1952 estaba dividido en dos porciones. Se hallaba sumamente oxidado, y no era posible desenrollarlo, por lo que tuvo que ser cuidadosamente cortado en tiras se pudo leer bien. Da una relación de sesenta lugares de Palestina en los que se habían escondido oro, plata, perfumes, rollos de mss., etc. La cantidad total de metales preciosos relacionada es aproximadamente como sigue: unas sesenta y cinco toneladas de plata y veintiséis de oro. Ha habido autores que han considerado que estas cifras son fabulosas y que se trata de una obra de ficción (J. T. Milik). Otros creen que se trata de un tesoro real, ya desaparecido (K. G. Kuhn, C. Rabin y J, M. Allegro). La hipótesis más plausible es esta última. Con Qumrán en manos zelotas alrededor del año 68, d.C., no hubiera habido problemas para depositar tanto el rollo como el tesoro en los parajes del desierto. El estilo del rollo no es el que corresponde a una antigua leyenda sino que está dado en un lenguaje árido de catálogo. El mismo hecho de que este catálogo fuera inscrito en un rollo de material sumamente duradero y costoso le da carácter oficial. En realidad, no hay nada implausible en estas cantidades de oro y plata.
Entre varios fragmentos, destacan los que contienen el Salmo 2 (3QPs 2). Presenta un lenguaje «mishnaico», y fue publicado en 1960 por J. Allegro. Cross lo fecha en el año 75 d.C.
4.4. Cueva 4 (4Q). Explorada entre el 22 y 29 de septiembre de 1952, resultó ser muy abundante en mss. Hay más de trescientos ochenta libros procedentes de esta cueva, de los que hay cien copias de los libros canónicos, viéndose representado todo el AT con excepción de Ester. También está representada la LXX. Para mencionar una pequeña cantidad de los que han sido estudiados:
Libro del Éxodo (4QEx’). Este texto está fechado alrededor del año 250 a.C. Esta fecha ha quedado confirmada paleográficamente gracias a su comparación con unos fragmentos de Wadi Daliyeh de carácter jurídico-administrativo y que, por ello, están fechados.
Libro de Samuel. Dos fragmentos (4QSam a y 4QSam b). Este último presenta el más antiguo texto conocido en escritura cuadrada, y se le ha asignado la fecha de 225 a.C. Contiene 1 Sam. 16:19–21:15, y afirman los especialistas que se trata de un texto superior al del TM y LXX. En cambio, el fragmento de «Sam a» presenta un texto más cercano a la LXX que al TM, además de presentar fuertes analogías con el pasaje paralelo en Crónicas.
El fragmento de Eclesiastés (4Q Qoh [Qoh = Eclesiastés]) presenta un interesante problema para los adherentes a la escuela racionalista. Fechado entre 175 y 150 a.C., y no siendo evidentemente el texto original, destruye la opinión extendida que situaba su fecha de redacción en el siglo II o I a.C.
Libro de Jeremías, representado por dos fragmentos (4QJera y 4QJerb). El primero, al que Cross ha asignado una fecha de 175 a.C. y de carácter protomasorético, y otro, también heb., pero del mismo tipo que la traducción gr. LXX.
Entre los diversos fragmentos del Libro de Daniel destaca 4Dna, fechado alrededor del año 120 a.C. Ahora bien, según la crítica racionalista, la fecha de redacción original era de alrededor del año 168 a.C. Este fragmento de Daniel de tanta antigüedad muestra que su aceptación se había generalizado en el seno de las diversas ramas del judaísmo.
Otros escritos bíblicos de Qumrán lo son varios fragmentos griegos de la versión LXX, entre los que se hallan 4QLXX Lva, que es un fragmento de pergamino con parte de Lv. 26; 4QLXX Lvb, cuatro fragmentos de papiro con partes de Lv. 2–5; 4QLXX Nm, una membrana con partes de Nm. 3–4.
Florilegio (4QFlor), combinación de pasajes de las Escrituras con comentario para identificar a la comunidad de Qumrán con el Templo. Comentario al Salmo 37 (4QpPs 37), de carácter escatológico. Testimonio (4QTest), texto de carácter mesiánico, con textos de Deuteronomio., Números., y un breve comentario sobre Jos. 6:26. Comentario de Isaías, del que hay cuatro fragmentos, 4QpIs a, b, c, d. Los fragmentos a y d son de particular interés. El primero trata del famoso pasaje mesiánico de Is. 11:1–3. Otros comentarios interesantes son el de Oseas (4QpHos) y el de Nahúm (4QpNah). Este es el único de los escritos de Qumrán que contiene alusiones directas a personas conocidas del tiempo de los Macabeos. Hay también otros fragmentos, como las Bendiciones Patriarcales (4QPB); Leyes bíblicas (4QOrdenanzas); cuatro textos aram. y uno en heb. de Tobías, cuya redacción se asignaba antes a los siglos II o I a.C., y que ahora tiene que proyectarse hacia atrás, a los siglos V o IV a.C.; finalmente, se puede mencionar la Oración de Nabónido, fragmento en arameo de gran interés, porque demuestra que este personaje, padre de Belsasar, era conocido de los judíos en la época intertestamentaria.
4.5. Cueva 5y 6 (5Q y 6Q). En ellas no se ha descubierto gran abundancia de material. Sí se deben mencionar un ms. de Isaías (5QIs) y un ejemplar del Documento de Damasco (6QDD).
4.6. Cueva 7 (7Q). Descubierta y excavada del 16 al 19 de febrero de 1955, dentro de un plan sistemático de excavaciones, bajo la dirección de Hassan Awad. Se hallaron los restos de dos jarras grandes y fragmentos de otras, además de varios fragmentos de literatura en gr., que fueron provisionalmente atribuidos a la LXX. Se trataba de fragmentos de papiro escritos por una sola cara, lo que indicaba que habían pertenecido no a códices, sino a rollos. Esto constituyó ya una indicación inicial de antigüedad. No se halló ningún otro tipo de mss. que éstos. En la edición «princeps» publicada para poner estos fragmentos al alcance de los especialistas (editores: M. Baillet, J.T. Milik y P.R. de Vaux: Discoveries in the Judaean Desert III, OUP, 1962) ya se había logrado la identificación de los fragmentos 7Q1 y 7Q2, con Ex. 28:4–7 y Jer. 5:23–24 respectivamente. Se insinuaba que 7Q3 a 7Q5 pudieran corresponderse asimismo con pasajes bíblicos, y los 13 restantes quedaban totalmente indeterminados. Después de penosos estudios, sin embargo, José O’Callaghan, S. I., conseguía identificar varios de los fragmentos con pasajes del Nuevo Testamento. La relación es la siguiente:
7Q4, 1 Ti. 3:16; 4:1, 3;
7Q5, Mc. 6:52–53;
7Q6–1, Mc. 4:28;
7Q6–2, Hch. 27:38;
7Q7, Mc. 12:7;
7Q8, Stg. 1:23, 24;
7Q9, Ro. 5:11, 12;
7Q10, 2 Pd. 1:15;
7Q15, Mc. 6:48.
Como podrá comprenderse, la datación de los fragmentos es una cuestión de inmensa importancia, porque los resultados inciden directamente sobre toda la discusión de la transmisión de los textos del NT y de su formación. Los resultados quedan fuertemente condicionados por las siguientes observaciones: antes de la identificación de los fragmentos se había fechado arqueológicamente el cierre de la Cueva 7 en el año 70 d.C. Por otra parte, M. Baillet afirma en un artículo («Les manuscrits de la grotte 7 de Qumrân et le Nouveau Testament», en Biblica 53 [1972], p. 515): «7Q4–18: entre el 50 antes y el 50 después de Cristo», confirmando la anterior datación al mismo efecto dada por el prestigioso experto C. H. Roberts. En base a los criterios paleográficos (la comparación de la escritura con escritos de edad fijada previamente), la situación es: 7Q4: fecha asignada de alrededor de fines del siglo I d.C. (O’Callaghan, Los papiros griegos de la Cueva 7 de Qumrán, 35–36);
7Q5, fecha asignada de mediados del siglo I (ibid., p. 45);
7Q6–1 y 7Q6–2, fecha asignada de mediados del siglo I (ibid., pp. 62, 63);
7Q7, de primera mitad o mediados del siglo I (ibid. p. 68);
7Q8 igual a 7Q6, cf. O’Calaghan, p. 72; 7Q9, mediados del siglo I, ibid, p. 73;
7Q10, mediados del siglo I, ibid., p. 75;
7Q15, primera mitad del siglo I, ibid, p. 76.
Estos mss. son evidentemente copias, como lo demuestra el uso del estilo ornado «zierstil» utilizado, con las líneas dispuestas de una manera profesional y con las columnas justificadas. Aunque O’Callaghan indica una fecha algo tardía para 7Q4, no debe tomarse como mínimo, sino más bien como máximo. La sutil diferencia en el trazo bien puede haberse debido a otra mano, y él mismo está dispuesto a aceptar una edad más cercana al tercer cuarto del siglo I. La fiabilidad de este hallazgo y sus implicaciones en las teorías acerca de la formación del canon del NT se tratarán en la sección IX de este artículo.
4.7. Cuevas 8, 9 y 10 (8Q, 9Q y 10Q)
Estas cuevas, exploradas durante el año 1955, no rindieron demasiado material. Merece destacarse una filacteria (8QFiI). Los textos de los pergaminos fueron publicados por Yigael Yadín en 1969 (cf. Biblical Archaeology Review, sept./oct. 1984, p. 26), dando evidencia de cómo se doblaban los textos y cómo se ataban.
4.8. Cueva 11 (11Q), tercera en importancia por la cantidad de material recuperado, fue descubierta y explorada en enero/febrero de 1956. Se citan los siguientes hallazgos importantes:
El Rollo del Templo (11QTs). Consta de 66 columnas, con una longitud total de 8, 20 m. Su datación paleográfica lleva a asignarle una fecha de la época herodiana tardía, de mediados del siglo I d.C. Y. Yadín, su editor actual, observa que se trata de la fecha de la copia, no del original; en opinión de Yadín, la evidencia interna del ms. conduce a asignar una fecha de redacción de entre el 150 y 125 a.C. Ello queda confirmado por la existencia de fragmentos de copias adicionales, y más antiguas, de este documento, en 4Q, con una escritura hasmonea de alrededor del año 125/100 a.C., lo que, como mínimo, lo sitúa entre 150/125 a.C.
Toda la evidencia apunta a que este texto constituía la ley básica de los qumranitas, junto con la Ley de Moisés. El rollo contiene largos pasajes que proceden del Pentateuco, incluso capítulos enteros. Un aspecto muy característico, sin embargo, de 11QTs, es que en muchos pasajes es Dios quien habla directamente en lugar de Moisés. Yadín señala que, evidentemente, el autor quería presentar la ley como dada directamente por Dios, sin intermediario. El contenido de 11QTs es el siguiente: (a) Planos del Templo a construir en el futuro mesiánico; (b) sacrificios del Templo; (c) estatutos del rey, acerca del matrimonio del rey, movilización durante la guerra, derechos limitados del rey al botín en la guerra (el diez por ciento), constitución del consejo (compuesto por doce sacerdotes, doce levitas y doce israelitas del pueblo), y puestos de autoridad subalternos; (d) leyes de la comunidad para el presente y para el futuro escatológico, en el que los herederos del sacerdocio de Sadoc reinen en Jerusalén; (e) leyes de las fiestas, muchas de las cuales no son ordenadas en la Biblia; (f) leyes sobre la idolatría, votos y juramentos, animales limpios e inmundos, impurezas rituales, leyes de testimonio, etc. A diferencia de la Ley de Moisés, que presenta una ordenación histórica, esta Ley del Templo esta ordenada temáticamente. En esta Ley hay un gran rigor en las demandas. Por ejemplo, se prohíbe tener relaciones sexuales en la ciudad de Jerusalén, así como hacer en ella las necesidades. Todas las reglas de la purificación son de un fariseísmo llevado a extremos de exacerbación.
También se halló en 11Q un targum arameo del libro de Job, entre otra mucha cantidad de literatura, cuya publicación se ha ido acelerando durante la década de 1990 en adelante, debido a las presiones del grupo editorial de Biblical Archaeology Review.
Libro de los Salmos (11QPs). Fue desenrollado en noviembre de 1961. Se habían hallado también fragmentos aparentemente pertenecientes al mismo rollo, y otros materiales fragmentarios. De todo el conjunto de 150 salmos sólo se han conservado treinta y seis, dispuestos en un orden distinto al canónico. También aparecen ocho composiciones no canónicas en este rollo, de las que cinco eran ya conocidas. Este texto concuerda, a todos los efectos, con el TM.
4.9. Wadi Murabba’at. A 18 km. al sur de Qumrán, en las cercanías del wadi Murabba’at, los beduinos hallaron unas cuevas con diversos mss. Este hallazgo tuvo lugar en el año 1951. Después de una búsqueda sistemática gracias a las pistas dadas por los beduinos, De Vaux descubrió una buena cantidad de restos: de estas cuevas salió el más antiguo ms. hebreo conocido, un papiro fechado en el siglo VII a.C., anterior al exilio babilónico (cf. González Lamadrid, Los Descubrimientos del mar Muerto, pp. 50–51). También se encontraron muchos mss. bíblicos fragmentarios, todos ellos con escritura protomasorética, una copia fragmentaria de la versión gr. de los Profetas Menores (de alrededor del año 150 d.C.); otro texto de los profetas menores, entregado por los beduinos, y que afirmaban proceder de Murabba’at, fechado también por el siglo II d.C., pero en lengua heb. de tipo premasorético, y conteniendo desde la mitad de Joel hasta el comienzo de Zacarías; cartas escritas de puño y letra del caudillo de la segunda insurrección judía contra Roma (132–135 d.C.), a quien el Rabí Akiba había dado el nombre de > Bar Coqueba o «hijo de la Estrella», en alusión a la profecía mesiánica de Nm. 24:17. También se descubrieron dos cartas dirigidas a él. En base a los mss. de Murabba’at, que están bien fechados, ya que algunos de ellos llevan inscrita su fecha de una manera expresa, y otros se pueden datar por su marco arqueológico y monedas asociadas, se puede establecer una base realmente fiable para los estudios paleográficos, y asignar con toda confianza a los escritos heb. de Qumrán la fecha del siglo I d.C. y anterior a él.
En Masada, y entre otros varios materiales pertenecientes a la época de la última resistencia de esta fortaleza contra los romanos (73 d.C.), se han hallado, en excavaciones paralelas a las de Qumrán, unos pocos fragmentos bíblicos del AT, veintiséis fragmentos (algunos grandes) del texto heb. del libro apócrifo de Eclesiástico, y una copia de La Liturgia de los Ángeles, o Cánticos del sacrificio del sábado, como otros llaman a esta obra. Además de esta copia en Masada, se habían hallado otras en Qumrán. Ello sugiere que quizás algunos de los qumranitas se unieran en la última resistencia a ultranza contra los romanos, según Vermes.
4.10. Nahal Hever. Otros hallazgos dignos de mención son los de Nahal Hever, a seis kilómetros al sur de En-gadi, donde en 1960 arqueólogos israelitas hallaron quince cartas remitidas por o a Bar-Coqueba; nueve de ellas escritas en arameo, cuatro en hebreo y dos en griego. En 1961 se descubrieron sesenta y cinco papiros adicionales y algunos documentos en pergamino, entre ellos algunos contratos legales.
4.11. Hirbet Mird. Aquí se hallaron restos de mss. en árabe, griego y arameo, de los siglos V a VII d.C., incluyendo el más antiguo fragmento gr. conocido de Eurípides, 1.000 años más antiguo que los conocidos hasta la fecha.
4.12. Wadi Daliyeh, a catorce kilómetros al norte de Jericó y once al oeste del Jordán, se hizo un espectacular hallazgo. En la exploración de 1963 dirigida por P. Lapp se descubrían, en la cueva Mugharet Abu Shinjeb, cuarenta papiros arameos procedentes de los años 375–335 a.C. Los mss. estaban sepultados en una cueva junto a los cadáveres de quizá doscientos fugitivos samaritanos que, evidentemente, habían intentado escapar a la cruel acción de las tropas de Alejandro Magno en el año 331 a.C. Estos mss., de edad conocida, sirven a su vez como pauta paleográfica para datar los mss. más antiguos de Qumrán (cf. González Lamadrid, op. cit, p. 86).
V. LOS ESCRITOS DE QUMRÁN Y EL NT. En los textos de Qumrán muchos han creído descubrir paralelismos entre las doctrinas esenias o qumranitas y las doctrinas cristianas, comenzando por Juan el Bautista. En concreto, hay cinco puntos que plantean seriamente la cuestión de si se dan influjos esenios en la historia primitiva del cristianismo y de su literatura, aunque los esenios nunca se citan en el NT.
5.1. Juan Bautista. Según el cuadro que nos ofrece el NT de este precursor de Jesucristo, pasó un tiempo considerable en el desierto cerca del área donde estaba la comunidad Qumrán (Mt. 3:1–3; Mc. 1:4, Lc. 1:80; 3:2–3), lo cual hace creíble que el Bautista haya pasado algún tiempo con la comunidad Qumrán. Ciertamente hay puntos de contacto que saltan a la vista y no se puede excluir la probabilidad de que Juan tuviera noticia de la comunidad de Qumrán y viviera durante un tiempo en ella. Sin embargo, el Bautista aparece como un personaje bastante independiente, cuyo bautismo de arrepentimiento efectuado una vez en el Jordán se sitúa en un plano diferente del de los repetidos lavatorios de purificación de los esenios. Por otra parte, Juan se dirige a «todos los pecadores» sin prestar atención a la pureza ritual tan indispensable en Qumrán.
5.2. Jesús. Con frecuencia se ha tratado de identificar a Jesús con el Maestro de Justicia que fundó la congregación esenia autora de los manuscritos, pero el nombre de Jesús no se menciona allí ni una sola vez, ni siquiera mediante alusión o clave y tanto los análisis de la antigüedad de los rollos encontrados, como los estudios arqueológicos y el análisis histórico muestran que el Maestro de Justicia vivió a comienzos del siglo II a. C. Esto no impide que se le considere un discípulo o iniciado esenio. Así, Jesús celebró la Última Cena en la Pascua según el calendario de Damasco (cf. Mt. 26:17–20; Mc. 14:12–17; Lc. 22:7–14). Diferentes textos de Qumrán enseñan temas claves predicados por Jesús: la Nueva Alianza (Documento de Damasco VI, 19; cf. Mt. 26:28); la venida del Hijo de Dios, llamado Hijo del Altísimo (4Q246), que expiaría por los pecados de los demás (4Q540; Documento de Damasco XIV, 19); el Mesías engendrado por Dios (1Q28a) y a la vez Siervo Sufriente (4Q381, 4Q540); temas que estaban en el imaginario de amplios sectores del judaísmo propiciado por los escritores apocalípticos, y no sólo de los esenios. Pero el mensaje central de Jesús, el amor al prójimo, extendido a los enemigos es lo más opuesto que existe a la Regla de la comunidad qumranita. es tremendo. Para Jesús, Dios hace salir el Sol y caer la lluvia para buenos y malos; para Qumrán todo hombre está predestinado, determinado desde la eternidad los que han de ser hijos de la luz o de las tinieblas, salvados o condenados. Estos últimos debían ser objeto de odio. Hay que «amar todo lo que él [Dios] ha elegido, y a odiar todo lo que él ha reprobado» (1QS 1, 3ss). «No existe texto fiable ni argumento sensato alguno para sospechar que Jesús se hubiera decidido a integrarse, por medio de un postulantado y noviciado de tres años, en el grupo de Qumrán» (A. Piñero).
5.3. Comunidad primitiva de Jerusalén. Según el relato de Hechos, los primeros cristianos llevaban una vida semejante a la de los esenios: comunidad de bienes (Hch. 2:44ss; 4:32–37; 5:1–11). Además, diariamente tenían una comida en común (Hch. 2:46). El procedimiento de la corrección eclesial en tres etapas: en privado, ante uno o dos testigos, delante de la comunidad reunida (cf. Mt. 18:15ss; Tit. 2:10) responde a usanzas esenias.
5.4. Pablo. Es un hecho que Pablo se retiró al desierto después de su conversión y volvió a Damasco después de tres años (Gal. 1:17–18), tiempo de iniciación y prueba de los esenios. La contraposición «Cristo-Belial» (2 Cor. 6:14; 7:1) corresponde a la antítesis esenia fundamental «Dios-Belial». También la contraposición entre «obras de las tinieblas» y «armas de la luz» tiene una fuerte resonancia del pensar dualista esenio. Pero en estas y muchas otras analogías lingüísticas, estilísticas y materiales con la literatura de Qumrán no se excluye la posibilidad de que las representaciones en cuestión no fueran exclusivas de Qumrán, sino que pudieran llegar al apóstol por otros caminos. En la doctrina clave de Pablo de la justificación por la gracia se puede decir que la afirmación de que se encuentra ya en Qumrán (1QH V), no resiste una verificación. En la práctica esenia de las obras no hay el menor lugar para la doctrina del apóstol, según la cual el impío es justificado por Dios en consideración de su fe (Ro. 4:5).
5.5. Juan. Los binomios de verdad y mentira, luz y tinieblas, espíritu y carne, vida de arriba y vida de abajo, característico del cuarto Evangelio, se interpretaba en gran parte, antes de la aparición de la literatura de Qumrán, en función de categorías gnósticas. Los nuevos textos han demostrado que también en Palestina existía una visión dualista del mundo, que, sin embargo, por su impronta monoteísta-escatológica, se distinguía fundamentalmente de la gnosis. La contraposición entre luz y tinieblas es frecuente en la literatura de Qumrán, pero sin que puedan verificar influencias. Se puede asegurar, que «cuanto más claros se dibujan los contornos de la comunidad de los esenios mediante los escritos de Hirbet Qumrán, tanto más se pone de manifiesto lo singular del mensaje neotestamentario. La afirmación del origen esenio del cristianismo se demuestra más y más como un error, que descuida estructuras fundamentales decisivas en favor de rasgos periféricos particulares» (Karlheinz Müller). Véase APOCALÍPTICA, ESENIOS, MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO.