Plata

Heb. 3701 késeph, כֶּסֶף = «plata», por su color pálido; también «dinero, precio, propiedad»; gr 696 árgyros, ἄργυρος, relacionado con argos, «brillante», de donde «plata». Metal precioso mencionado en la Escritura a partir de Abraham, de quien se dice que era rico en plata y oro, además de en ganado (Gn. 13:2). El mineral se extraía del suelo (Job 28:1). Se fundía en un crisol para purificarlo de las escorias (Sal. 12:6; Prov. 17:3; 25:4; Ez. 22:22). Provenía de Arabia (2 Cro. 9:14; cf. 1 R. 10:22, 27) y de Tarsis (Jer. 10:9; Ez. 27:12; 1 Mac. 8:3).
Desde la más remota antigüedad, se usaba para el cambio en transacciones comerciales (Gn. 23:16; 37:28). La cantidad pedida se pesaba; la unidad de peso era el siclo (Is. 7:23; Job 28:15; Is. 46:6) porque la acuñación no fue conocida hasta más tarde. Los judíos no empezaron a acuñar moneda hasta mucho tiempo después del cautiverio babilónico (1 Mac. 15:6).
La plata permitía la fabricación de diversos objetos personales (Gn. 24:53; Ex. 3:22; Cant. 1:11); de coronas (Zac. 6:11) y de instrumentos de música, como trompetas (Nm. 10:2). Los ricos poseían utensilios de plata; José bebía en una copa de plata (Gn. 44:2). El Tabernáculo y el Templo demandaron grandes cantidades de este metal para su construcción: para las basas (Ex. 26:19), las columnas, los capiteles, las molduras (Ex. 27:10; 38:19), los platos, los jarros (Nm. 7:13; 1 Cro. 28:17), los tazones y cuchillos (Esd. 1:9, 10), los candeleros de diario y las mesas (1 Cro. 28:15, 16). La plata se usaba asimismo para hacer ídolos y reproducciones de templos paganos (Sal. 115:4; Hch. 19:24). Véase MONEDA.