Ornamento

Los pueblos orientales eran muy dados al ornamento personal. Hombres y mujeres vestían trajes costosos, ricamente bordados de telas finas y vistosas como el → Lino (Gn 41:42). Se adornaban con → Anillos, cadenas de oro y plata, argollas en las orejas, en la nariz y en los tobillos, adornos en el → Pelo, etc. (Éx 3:22; 11:2; 33:4; Jue 8:26; Gn 24:22, 53).
Los sacerdotes se ornamentaban profusamente (Éx 28). Los pectorales eran engastados con oro, piedras preciosas y lino fino (Éx 28:13–30; 39:8–12). Este ornamento lo usaba, de preferencia, el sumo sacerdote al entrar al Lugar Santísimo una vez al año (Lv 21:10). Era común entre los hebreos el uso del anillo, que también se usaba como sello y símbolo de gran dignidad (Gn 41:42). Las novias se esmeraban en su adorno y atavíos personales (Cnt 1:10, 11; Jer 2:32). Muchos de los vestidos, tanto de hombres como de mujeres, se ostentaban como lujosos ornamentos; su precio era elevado (Jos 7:21; Jue 14:12). Naamán, el general de Siria, ofreció entre otros valores «dos vestidos» al criado de Eliseo (2 R 5:23).