NABATEOS

Gr. Nabataîoi, Ναβαταῖοι, pueblo de origen semita, mencionado en Is. 60:7 con el nombre de > Nebaiot.
1. Origen.
2. Religión.
3. Reyes.
I. ORIGEN. Los nabateos fueron una tribu nómada del norte de Arabia dedicada al pastoreo y establecida en Transjordania, cuyo idioma y escritura se integran en el grupo semítico occidental como un dialecto del arameo común. No se conserva ninguna historia escrita por ellos mismos, con lo que lo poco que sabemos acerca de este pueblo proviene de geógrafos e historiadores romanos de los siglos IV al I a.C. La mayoría de los historiadores los identifican con la tribu de Nebayot, hijo de Ismael (Gn. 25:13, cf. Is. 60:7), pero sin fundamento sólido.
Inicialmente, se dedicaban al saqueo de caravanas que pasaban por las rutas comerciales. Eran eminentemente nómadas, enemigos de la agricultura y la construcción de casas. Enfrentados a asirios y babilonios, en el siglo VI a.C. dejaron sus tierras y se desplazaron hacia el norte, para toparse con el reino de > Edom en plena decadencia. Se apoderaron de sus plazas fuertes, así como de las de > Moab. De una manera lenta, pero sin pausa, debieron mezclarse con los edomitas, y hacia el siglo IV, siendo ya el grupo predominante, se instalaron a las orillas del Wadi Musa, llegando a crear un reino independiente cuya capital fue > Petra, en las montañas de Edom, a 80 km. al sur del mar Muerto (Estrabón, 16, 779; 17, 803; Plinio, 5, 12; 6, 32; Diódoro Sículo 2, 48; 4, 43; 19, 94), que algunos identifican con la > Sela del AT. La eligieron como ciudad principal debido a que constituía un refugio ideal en las montañas rocosas, fácilmente defendible e inexpugnable. Acumularon grandes riquezas por el comercio de perfumes costosos y especias del África Oriental y Arabia, que transportaban en caravanas de camellos hacia la costa sur del Mediterráneo; Gaza fue su principal puerto y depósito.
Por los vestigios de su arquitectura, cerámica y canales de irrigación, sabemos que los nabateos tenían artistas, arquitectos, ingenieros y ceramistas notables. En la misma roca de Petra, de manera muy particular, tallaron casas, templos y tumbas. Debido a su pasado nómada, eran enemigos de la agricultura, pero después de su asentamiento en aquella región desértica e inhóspita, la desarrollaron más que nadie en aquella época a base de terrazas construidas sobre las laderas de las montañas. Para contener los aluviones de agua construyeron represas en los valles, y para colectar el agua de lluvia cavaron cisternas y depósitos en la roca, que luego distribuían mediante acueductos para atender a sus necesidades. Estas medidas, promovidas por un fuerte gobierno, consolidaron su control sobre el Neguev y garantizaron el paso seguro de las caravanas.
II. RELIGIÓN. Los nabateos adoraban al sol y a la luna. Con frecuencia, sus deidades evocaban un culto a la fertilidad; sus dioses principales eran Dushara o Dhu-esh-Shera, «el señor de la montaña de Shara» o > Seír, la principal elevación de Petra, y su consorte Al-Uzza, divinidad femenina relacionada con la fertilidad. Originalmente la llamaban Allat, «la diosa» o «la poderosa», y era considerada como la divinidad del pueblo por antonomasia, con un culto extendido a todas las capas populares. Los romanos la identificaron con Venus.
Dushara fue prob. adoptado de los edomitas. Se lo representaba de forma abstracta por un bloque de piedra más o menos cuadrado y exento de adornos, al que llamaban Beth-El, la «Casa de Dios». Esto se debe a la tradición semita que rechazaba la figuración icónica de la divinidad. El culto a Dushara era de carácter aristocrático, no popular, con ceremonias privadas reservadas a la familia real y altos dignatarios. Con la romanización, Dushara fue asimilado con Diónisos.
Al igual que los cananeos y otros pueblos del Oriente Próximo, los nabateos sacrificaban animales ante grandes rocas erguidas preferentemente en lugares altos, y derramaban la sangre de las víctimas sobre la misma piedra o en pequeños hoyos junto a ella. Ocasionalmente practicaban sacrificios humanos, pues en una inscripción nabatea hallada en Hegra se puede leer: «Abd Wadd, sacerdote de Wadd, y su hijo Salim, y Zayd Wadd consagran al joven Salim para ser inmolado Dhu-Gabat». La diosa Al-Uzza recibía el sacrificio de muchachos y doncellas que se inmolaban en su honor.
III. REYES. El rey Aretas I fue el fundador de una dinastía que llegó a controlar las principales rutas caravaneras que pasaban por su territorio, alcanzando un notable grado de influencia y de civilización. Llegó un momento en el que su poder se extendía hacia el norte hasta Damasco (2 Cor. 11:32) y la Celesiria, y hacia el sur hasta Madâ in Sâlih (al-Hijr), en el Hedjaz septentrional (1 Mac. 5:25; 9:35; Josefo, Ant. 13, 15, 2), regiones que hoy en día pertenecen a Jordania, Siria e Israel. El sumo sacerdote de Jerusalén, > Jasón, expulsado por Menelao, buscó refugio en la corte de Aretas I durante las revueltas del año 169 a.C.
Hacia el año 312 a.C., Antígono, uno de los sucesores de Alejandro Magno, dirigió dos expediciones contra los nabateos, que las resistieron con éxito. > Alejandro Janneo, rey y pontífice de los judíos, les arrebató algunas ciudades, sin que el rey nabateo Obodas I pudiese impedirlo. Pero más tarde, en el año 93 a.C., derrotaron al ejército de Alejandro Janneo cerca de Garada, en la Gaulanítide. También vencieron a los sirios en una batalla en la que murió su rey Antíoco III, logrando el control de Damasco y de toda la zona. > Herodes el Grande era nabateo por parte de madre.
El rey Aretas III (85–60 a.C.) entró por primera vez en contacto con los romanos, quienes bajo Pompeyo intentaron hacerse con Petra, pero se retiraron al recibir la suma de 300 talentos de plata (62 a.C.). Aretas III firmó la paz con los judíos; adoptó la escritura griega y fundó la ciudad de Bosra (en la actual Siria). Durante las guerras civiles romanas, los nabateos tomaron partido por Marco Antonio, lo que les obligó a ceder las zonas de Batanea y Tranconítida a Augusto. En el año 47 a.C., Julio César pidió a Malicos I (60–30 a.C), sucesor de Aretas, que le diera jinetes para su lucha contra Cleopatra. Fue sucedido por Obodas II (30–9 a.C), preocupado por mantener sus rutas comerciales fuera del alcance romano.
El país conoció su mayor esplendor bajo Aretas IV (9 a.C.–40 d.C.), cuyo etnarca intentó arrestar a Pablo en Damasco, poco después de la conversión de este al cristianismo (2 Cor. 11:32). > Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, se casó con la hija de Aretas IV, pero más tarde la repudió para casarse con > Herodías, la mujer de su hermano. Aretas le declaró la guerra y lo derrotó, lo cual fue interpretado por muchos judíos como un justo castigo por haber dado muerte a Juan el Bautista. Tiberio se puso de parte de los judíos y ordenó que, vivo o muerto, Aretas fuese llevado a Roma, pero muerto el emperador, Vitelio, legado de Siria, no consiguió apresar al monarca, que permaneció en Petra, sin olvidar sus dominios del norte en la región damascena. En tiempos de Calígula (37–41), el monarca nabateo estuvo representado en Damasco por un etnarca que velaba por los intereses del pueblo. En este período ocurrieron los hechos a que se refiere Pablo en 2 Cor. 11:32. Los sucesores de Aretas IV perdieron el control de Damasco en tiempos del emperador Nerón, aunque siguieron dominando en Admedeva, la población más importante en la ruta de Damasco a Palmira.
Malicos II (40–70 d.C.), hijo y sucesor del anterior, envió tropas de caballería y arqueros a Tito para ayudarle en la conquista de Jerusalén. Rabel II (71–106 d.C.) fue el último rey nabateo. En tiempos del emperador Trajano, el legado de Siria ocupó el país (105 d.C), dominando Bosra y Petra. Al año siguiente, el territorio nabateo quedó convertido en provincia romana, la Arabia Pétrea (Dión Casio, 78, 14; Amiano Marcelino, 14, 8), administrada por un legado con la III Legión Cirenaica a su mando. El centro político se situó en Bosra (Siria), que pasó a llamarse Colonia Nova Trajana.
Poco a poco, el pueblo nabateo perdió su conciencia nacional. Conservaron la peculiaridad de su dialecto por mucho tiempo, pero se fueron arabizando hasta el punto de que los romanos los identificaban con los árabes. Véase ARETAS, NEBAIOT, PETRA, SELA.