CISTERNA

CISTERNA Debido a cierto intercambio de términos en el hebreo, es preciso distinguir la cisterna propiamente dicha, de pozos, fuentes y estanques. Todos tenían gran importancia en la Tierra Santa. Como allí deja de llover durante el verano, tenían que usar todos los métodos a su alcance para abastecerse de → AGUA y conservarla. En contraste con el pozo, que acumula el agua de una fuente subterránea (o agua infiltrada), la cisterna es un depósito hecho en el suelo, en forma de pera, para recoger y conservar agua de lluvia. La boca de la cisterna solía taparse con una piedra.
Se han encontrado restos de miles de cisternas, pues toda casa considerable tenía una, y se hacían cisternas de gran tamaño para el uso público. Debajo del templo se construyó un depósito inmenso para las necesidades del culto.

Un pastor saca agua para su rebaño de una cisterna en el Neguev, la región desértica sureña de Israel.

Como es natural, el agua disminuía durante el verano, y había muchas cisternas secas que a veces se usaban como mazmorras improvisadas. Por ejemplo, los casos de José (Gn 37:22) y Jeremías (Jer 38:6). En sentido figurado, Jer 2:13 contrasta a Dios, fuente eterna de agua viva, con los recursos de los hombres (o de falsos dioses) que son «cisternas rotas que no retienen agua». (→ POZO; FUENTE; ESTANQUE.)