UÑA

Heb. 6856 tsipporén, צִפֹּרֶן = «uña»; el cognado arameo tephar, טְפַר, aparece en relación con las garras de un ave o bestia (Dan. 4:33; 7:19); gr. ónyx, ὄνυξ, «uña».
En Dt. 21:12 aparece entre los preceptos a seguir con una mujer cautiva de guerra: «Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y Yahvé tu Dios los entregare en tu mano, y tomares de ellos cautivos, y vieres entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para ti por mujer, la meterás en tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas, y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa; y llorará a su padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella será tu mujer» (Dt. 21:10–13). El significado de este texto ha sido motivo de muchas controversias entre los intérpretes desde la antigüedad, aunque no es difícil de comprender en su contexto. Según las leyes de guerra de la época, las mujeres formaban parte del botín. Esta cláusula es una concesión respecto a la apropiación de mujeres cautivas y una excepción a la ley tan reiterada de no tomar mujeres extranjeras como esposas. En este caso, se le permitirá un mes de duelo por la familia y la tierra perdidas. El acto de raparse la cabeza, cortarse las uñas y despojarse de su antiguo vestido es una señal de muerte a la antigua vida, eliminando los signos de su anterior nacionalidad, para entrar a formar parte de una vida nueva en la nación israelita, hasta el punto de contraer un matrimonio legítimo y formar una nueva familia con un nuevo esposo. El precepto va más allá y dice que si llega un momento en que la mujer/esposa deja de agradarle, el esposo no la venderá por dinero, ni la tratará como esclava, sino que la dejará en libertad, por cuanto la humilló (v. 14), lo cual es una mitigación del derecho de guerra antiguo, conforme al espíritu humanitario del Deuteronomio. Véase BOTÍN, ESCLAVITUD, GUERRA, EXTRANJERO.