Del latín meta = «mojón», piedra de forma cónica o pirámidal; gr. 4649 skopós, σκοπός, prim. «vigilante, atalaya», luego, una marca sobre la que fijar la mirada, relacionado con el vb. skopeo, σκοπέω, «mirar, considerar, fijarse». Skopós se usa metafóricamente en Fil. 3:14 de un objetivo, «blanco» o «meta».
Imagen tomada los juegos olímpicos, peculiar en los escritos paulinos, en los cuales la vida y el ministerio cristianos aparecen bajo la representación de una lucha (agón, ἀγών) o carrera (dromos, δρόμος) realizada en el estadio (stadion, στάδιον) del mundo (Hch. 20:24; 1 Cor. 9:24; 2 Ti. 4:7, cf. Heb 12:1). Esta carrera por la suprema recompensa celestial que es la vida eterna, conlleva disciplina, esfuerzo, voluntad (1 Cor. 9:25–27). Jesucristo es, por decirlo conforme a esta imaginería, el punto de salida y también la meta, el motivo y la motivación. El que corre, como el que ara («Ninguno que ha puesto su mano en el arado y sigue mirando atrás, es apto para el reino de Dios», Lc. 9:62), tienen que seguir el camino recto hacia la meta, donde está sentado el juez que determina la recompensa (Fil. 3:14), puestos los ojos en Jesús (Heb. 12:2; 11:26).
En la acepción de «fin, objetivo», gr. telos, τέλος, veáse FIN; también CARRERA, LUCHA.