Apostasía

Apostasía Transcripción exacta de la palabra griega apostasía (defección, revuelta), que en el griego clásico era un término técnico de la política; p. ej., la rebelión contra el poder gubernamental, sea el rey o la patria. Este significado secular se conserva en la LXX (Gn 14:4; 2 Cr 13:6; Ez 17:15; Neh 2:19; 6:6), traducción de la raíz hebrea mrd, «rebelarse».

El sentido religioso de apostasía es de origen bíblico. Señala en sentido amplio rebelión contra Dios. Es decir, no obedecerlo ya sea por seguir falsos dioses (la idolatría) o desviación moral de la Ley. En la LXX ya aparece con este significado (Dt 32:15; Jos 22:18–23; Jer 2:19; 3:14; Dn 9:9). Ejemplos de la apostasía en el Antiguo Testamento son los reyes Acaz (2 Cr 29:19), Manasés (2 Cr 33:19) y el pueblo de Israel (Is 1:2–4; Jer 2:1–9). En el judaísmo tardío la adopción de prácticas religiosas paganas de los judíos se consideraba la apostasía «del pacto santo» (1 Mac 1:15), «de la religión de sus antepasados» (1 Mac 2:15, 19) y de «las leyes» (2 Mac 5:8).

En el Nuevo Testamento el término griego apostasía solo aparece en dos pasajes (Hch 21:21 y 2 Ts 2:3). Sin embargo, la realidad que describe se encuentra con frecuencia. En Hch 21:21 acusan a Pablo de enseñar «a los judíos [de la dispersión] … a apostatar de Moisés». Es decir, a abandonar la Ley, la circuncisión y las costumbres tradicionales judías. En 2 Ts 2:3 se usa de nuevo en un contexto escatológico. Antes de la venida del día del Señor habrá una rebelión contra Dios, el abandono o la apostasía de la fe. La apostasía en el contexto escatológico se describe con otra terminología en 1 Ti 4:1 y Mt 24:1–12.

La apostasía era uno de los problemas más graves que la iglesia primitiva tenía que enfrentar. Se describía como volver atrás y no seguir a Jesús (Jn 6:66), abandonar la fe (1 Ti 4:1), ser arrastrado por el error (2 P 3:17) y apartarse del Dios vivo (Heb 3:12). Las causas de la apostasía pueden incluir la enseñanza de falsos maestros (Mt 24:11; Gl 1:6, 7; 2 Ti 2:17, 18; 2 P 2:1, 2; Jud 3, 4), la adopción de una vida de pecado que los herejes promueven (2 P 2:18–20), la persecución (Mt 24:9, 10; Lc 8:13) y la tentación satánica (1 P 5:8). Las consecuencias graves de la apostasía se describen en Heb 6:4–8 y 10:26–29. Frente al peligro de la apostasía los autores apostólicos presentaban un antídoto: la exhortación de perseverar hasta el fin (Mt 24:13; Lc 8:15), estar firmes y retener la doctrina apostólica (2 Ts 2:15), retener la confianza en Dios (Heb 3:14), y resistir al diablo (1 P 5:9) en la confianza de que Dios fortalece a su pueblo frente a las adversidades que pueden llevarlo a la apostasía (1 P 5:10; 2 Ts 2:16, 17). Los miembros de la comunidad de fe se exhortan los unos a los otros a permanecer en la fe (Hch 14:22; Heb 13).

Mientras algunos teólogos opinan que el verdadero creyente no puede abandonar la fe con base en los textos que hablan de la seguridad del creyente (Jn 10:27–30; Flp 1:6; Heb 7:25; 2 Ti 1:12), otros observan que varios textos neotestamentarios describen la apostasía y la perdición de quienes recibieron la salvación (2 Ti 4:10; Heb 6:4–6; 10:26, 27; 1 P 5:8; 2 P 2:1; 2:18–22).

Bibliografía:

Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, Nueva Creación, Buenos Aires y Grand Rapids, 1988, 3.3.2 1ss. DTNT, 1.202–207. Judith M. Gundr y Volf, Paul & Perse verance, John Knox Press, Westminster, Louisville, 1990. I. Howard Marshall, Kept by the Power of God, Bethany, Minneapolis, 1975. Robert Shank, La vida en el Hijo, Beacon Hill, Kansas City, 1961, pp. 29ss.

Nelson, W. M., & Mayo, J. R. (1998). In Nelson nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (electronic ed.). Nashville: Editorial Caribe.

Transcripción exacta de la palabra griega apostasía (defección, revuelta), que en el griego clásico era un término técnico de la política; p. ej., la rebelión contra el poder gubernamental, sea el rey o la patria. Este significado secular se conserva en la LXX (Gn 14:4; 2 Cr 13:6; Ez 17:15; Neh 2:19; 6:6), traducción de la raíz hebrea mrd, «rebelarse».

El sentido religioso de apostasía es de origen bíblico. Señala en sentido amplio rebelión contra Dios. Es decir, no obedecerlo ya sea por seguir falsos dioses (la idolatría) o desviación moral de la Ley. En la LXX ya aparece con este significado (Dt 32:15; Jos 22:18–23; Jer 2:19; 3:14; Dn 9:9). Ejemplos de la apostasía en el Antiguo Testamento son los reyes Acaz (2 Cr 29:19), Manasés (2 Cr 33:19) y el pueblo de Israel (Is 1:2–4; Jer 2:1–9). En el judaísmo tardío la adopción de prácticas religiosas paganas de los judíos se consideraba la apostasía «del pacto santo» (1 Mac 1:15), «de la religión de sus antepasados» (1 Mac 2:15, 19) y de «las leyes» (2 Mac 5:8).

En el Nuevo Testamento el término griego apostasía solo aparece en dos pasajes (Hch 21:21 y 2 Ts 2:3). Sin embargo, la realidad que describe se encuentra con frecuencia. En Hch 21:21 acusan a Pablo de enseñar «a los judíos [de la dispersión] … a apostatar de Moisés». Es decir, a abandonar la Ley, la circuncisión y las costumbres tradicionales judías. En 2 Ts 2:3 se usa de nuevo en un contexto escatológico. Antes de la venida del día del Señor habrá una rebelión contra Dios, el abandono o la apostasía de la fe. La apostasía en el contexto escatológico se describe con otra terminología en 1 Ti 4:1 y Mt 24:1–12.

La apostasía era uno de los problemas más graves que la iglesia primitiva tenía que enfrentar. Se describía como volver atrás y no seguir a Jesús (Jn 6:66), abandonar la fe (1 Ti 4:1), ser arrastrado por el error (2 P 3:17) y apartarse del Dios vivo (Heb 3:12). Las causas de la apostasía pueden incluir la enseñanza de falsos maestros (Mt 24:11; Gl 1:6, 7; 2 Ti 2:17, 18; 2 P 2:1, 2; Jud 3, 4), la adopción de una vida de pecado que los herejes promueven (2 P 2:18–20), la persecución (Mt 24:9, 10; Lc 8:13) y la tentación satánica (1 P 5:8). Las consecuencias graves de la apostasía se describen en Heb 6:4–8 y 10:26–29. Frente al peligro de la apostasía los autores apostólicos presentaban un antídoto: la exhortación de perseverar hasta el fin (Mt 24:13; Lc 8:15), estar firmes y retener la doctrina apostólica (2 Ts 2:15), retener la confianza en Dios (Heb 3:14), y resistir al diablo (1 P 5:9) en la confianza de que Dios fortalece a su pueblo frente a las adversidades que pueden llevarlo a la apostasía (1 P 5:10; 2 Ts 2:16, 17). Los miembros de la comunidad de fe se exhortan los unos a los otros a permanecer en la fe (Hch 14:22; Heb 13).

Mientras algunos teólogos opinan que el verdadero creyente no puede abandonar la fe con base en los textos que hablan de la seguridad del creyente (Jn 10:27–30; Flp 1:6; Heb 7:25; 2 Ti 1:12), otros observan que varios textos neotestamentarios describen la apostasía y la perdición de quienes recibieron la salvación (2 Ti 4:10; Heb 6:4–6; 10:26, 27; 1 P 5:8; 2 P 2:1; 2:18–22).

Bibliografía:

Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, Nueva Creación, Buenos Aires y Grand Rapids, 1988, 3.3.2 1ss. DTNT, 1.202–207. Judith M. Gundr y Volf, Paul & Perse verance, John Knox Press, Westminster, Louisville, 1990. I. Howard Marshall, Kept by the Power of God, Bethany, Minneapolis, 1975. Robert Shank, La vida en el Hijo, Beacon Hill, Kansas City, 1961, pp. 29ss.