EFRAÍN

EFRAÍN (doblemente fructífero). Hijo de José y Asenat, hermano de Manasés y patriarca de una de las tribus de Israel. Nació en Egipto cuando su padre ocupaba el cargo de primer ministro de la nación (Gn 41:50). Por la línea materna los hijos de José pertenecían a una familia distinguida. Asenat era hija de Potifera, sacerdote de On. El matrimonio de José y Asenat se realizó con el beneplácito del rey (Gn 41:45), lo cual dio a José fama y gloria en tierra extranjera.
José dio a su hijo el nombre de Efraín «porque Dios me ha hecho fructificar en la tierra de mi aflicción» (Gn 41:52). En efecto, José conoció la esclavitud y el encarcelamiento en Egipto. De ahí subió para ser el segundo en el país. Esto, junto con su feliz matrimonio, fueron triunfos que José supo apreciar. Por eso dijo que Dios lo había hecho «fructífero» en tierra de dolor, experiencia que perpetuó en el nombre de uno de sus hijos.
Jacob, ya en su vejez, se gozó al ver a sus nietos, los hijos de José, a quienes adoptó como hijos suyos (Gn 48:5, 11). En esta ocasión memorable Jacob bendijo a Efraín dándole cierta preferencia sobre Manasés su hermano (Gn 48:17–19). José vivió hasta ver la tercera generación (Gn 50:23). En 1 Cr 7:22 se dice que algunos hijos de Efraín murieron en combate, por lo cual Efraín lloró amargamente. Nada más se sabe de la vida de este distinguido patriarca.
Los descendientes de Efraín llegaron a formar una de las tribus del pueblo de Israel. En la división de la tierra prometida, después de la conquista, correspondió a la tribu de Efraín una rica y extensa región al centro del país. Tenía a Dan y a Benjamín al sur, Gad al este y Manasés al norte (Jos 16:1–10). Entre los varones famosos, descendientes de Efraín, se cuentan → JOSUÉ (Nm 13:8, 16) y Jeroboam, rey de Israel (1 R 12:20, 25). En el territorio de Efraín estuvo la ciudad de Ramataim, cuna del profeta Samuel (1 S 1:1).
Al parecer, fue una tribu dominante y en su regionalismo llegó a poseer su propio dialecto (Jue 12:5, 6). Fue tanto el predominio de esta tribu, que en muchos pasajes bíblicos se cita el reino del norte como reino de Efraín (Os 4:17). El profeta Oseas habla de la caída de Efraín (Os 11:1–12), dejando ver la ingratitud de esta gente ante el permanente y cuidadoso amor de Dios.
El nombre de Efraín también designaba la región habitada por los descendientes de este y una puerta en el muro de Jerusalén (2 Cr 25:23). En tiempos novotestamentarios Jesús visitó una ciudad del mismo nombre (Jn 11:54).