MENDIGO, MENDIGAR

Heb. 34 ebeyón, אֶבְיוֹן = «menesteroso, pobre, mendigo» (1 Sam. 2:8); gr. 4434 ptokhós, πτωχός = «mendigo» (Lc. 16:20, 22), de ptosso, «agacharse» o «esconderse por temor»; se usa como adjetivo en Gal. 4:9: «pobres rudimentos», para describir metafóricamente la religión de los judíos; prosaités, προσαιτές = «mendigo», destaca el acto de pedir, mientras que ptokhós incide más en la condición de pobreza.
Verb. 1245 baqash, בקשׁ = «buscar, suplicar, mendigar» (Sal. 37:25); 7592 shaal, שׁאל = «pedir» (Sal. 104:10; Prov. 20:4); gr. 1871 epaiteo, ἐπαιτέω, forma intensiva de aiteo, «pedir intensamente, importunar, mendigar» (Lc. 16:3); 4319 prosaiteo, προσαιτέω, lit. «pedir más», de pros, «hacia», utilizado intensivamente, y aiteo, «pedir, importunar» (Mc. 10:46; Lc. 18:35; Jn. 9:8).
En el AT la prosperidad terrena era señal de bendición. El salmista dice que en toda su vida no había visto al recto abandonado, ni a su descendencia mendigando pan (Sal. 37:25), en tanto que del malvado se desea: «Anden sus hijos vagabundos, y mendiguen» (Sal. 109:10), en señal de vergüenza. A la vez se reconoce la pobreza de necesidad y la Ley incluía disposiciones en favor de los indigente (Ex. 23:11; Dt. 15:11). El poder y salvación de Dios se presenta como el que «levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes» (1 Sam. 2:8).
En el NT los pobres cobran protagonismo como sujetos privilegiados de la salvación divina que se manfiesta en la persona de Jesucristo y sus milagros. Por ej., los mendigos ciegos reciben su bendición (Mc. 10:46; Lc. 18:35; Jn. 9:8), y el mendigo > Lázaro es el protagonista de una parábola didáctica sobre la generosidad con los pobres y el egoísmo culpable de los ricos, de modo que, en lugar de ser una persona marcada por la desaprobación divina, el indigente es llevado por los ángeles al seno de Abraham después de su muerte, mientras que el rico, cuyas riquezas le eran señal errada de bendición celestial, es arrojado al infierno (Lc. 16:20, 22; cf. Hch. 3:2). Véase LIMOSNA, POBREZA, RIQUEZA.