PRUDENCIA, PRUDENTE

Heb. 998 binah, בִּינָה = «entendimiento, cordura, prudencia, sabiduría» (1 Cro. 22:12; 3:5), de 995 bin, בין, raíz prim. «separar mentalmente, entender, observar, saber, ser prudente (Gn. 41:33; 1 Sam. 16:18; 1 Cro. 27:32; Prov. 1:2; 10:13; 16:21; Is. 10:13; 19:11); de la misma raíz: 8394 tabún, תָּבוּן, fem. tebunah, תְּבוּנָה, «inteligencia, prudencia» (1 R. 4:29; Prov. 1:3; 2:2, 3; 24:3); 6175 arum, עָרוּם = «astuto, avisado, prudente» (Prov. 12:16; 13:16; 14:8, 18).
Gr. 5428 phrónesis, φρόνησις = «juicio, pensamiento correcto», de 5426 phroneo, φρονέω, «pensar»; 5429 phrónimos, φρόνιμος = «prudente, juicioso, sagaz» (cf. Mt. 7:24; 10:16; 24:45; 25:2, 4, 8, 9; Lc. 12:42; 16:8; 1 Cor. 10:15); en sentido negativo, denota la persona «arrogante, sabia en su propia opinión» (cf. Ro. 11:25; 12:16; 1 Cor. 4:10; 2 Co. 11:19); 4993 sophron, σώφρων, «de mente juiciosa, con dominio propio, templado» (1 Ti. 3:2; Tit. 1:8; 2:2, 5).
La prudencia denota una sabiduría práctica, la habilidad y capacidad de regular de manera conveniente y ordenada las acciones para llegar a un fin establecido. Se relaciona con la «cordura», el «entendimiento o racionalidad» y la «inteligencia». Se comprende, pues, que aparezca entre los requisitos exigidos a gobernantes y personas de autoridad; p.ej. el «hombre entendido y sabio» a cargo de la administración de Egipto (Gn. 41:33; cf. Mt. 24:45; Lc. 12:42; Hch. 13:7). Jonatán, tío y consejero de David, es descrito como hombre prudente (1 Cro. 27:32). El mismo David tenía fama de «prudente de palabra» (1 Sam. 16:18). Salomón, su hijo, representa lo mejor de la sabiduría y prudencia de Israel (1 R. 4:29; 2 Cro. 2:12).
La prudencia es tenida por los moralistas por la primera de las cuatro virtudes cardinales, dado que las preside y dirige, y sin ella pierden su perfección. En el lenguaje bíblico: «con sabiduría se edifica la casa y con prudencia se afirma» (Prov. 24:3). La prudencia es la clase de sabiduría que recomiendan los antiguos como la más apta para desenvolverse en la vida. «Al prudente, el camino de vida le conduce arriba, para apartarse del Seol abajo» (Prov. 15:24; cf. 16:23; 17:27; 19:8; 22:3; 27:12; Am. 5:13; Tob. 4:18; Bar. 3:14). La prudencia es la ciencia del discernimiento que mide las palabras y juzga las acciones ocultas: «El ingenuo todo lo cree, pero el prudente considera sus pasos. El sabio teme y se aparta del mal, pero el necio es entremetido y confiado» (Prov. 14:15–16).
En el consejo que Jesús dirige a sus discípulos, les pide que sean «prudentes como serpientes y sencillos como palomas» (Mt. 10:16), quizá porque la serpiente es el animal que más debe procurar defender la cabeza de los golpes, advertencia sobre el comportamiento a observar en tiempos de peligro y de la persecución que se avecinaba. Para Jesús, escuchar y cumplir sus palabras es señal de prudencia (cf. Mt. 7:24).
En el orden del gobierno de las nacientes iglesias, era del todo necesario que los dirigentes fuesen, entre otras cualidades, prudentes (1 Ti. 3:2; Tit. 1:8; 2:12). La prudencia era una virtud muy valorada en la cultura grecorromana, y su opuesto, la imprudencia, un vicio tratado con desdén y menosprecio.