Tabor

Heb. 8396 Tabor, תָּבוֹר = «cantera, montaña». Nombre de tres lugares de Palestina estrechamente relacionados entre sí, si no idénticos.
1. Monte (har, הַר) Tabor (Jue. 4:6, 12, 14), o simplemente Tabor (Jos. 19:22, Jue. 8:18; Sal. 79:12; Jer. 46:18 Os. 5:1); Sept. Gaithbor, Γαιθβώρ (v. Taphoth, Ταφώθ), oros Thabor, ὄρος Θαβώρ, Thabor, Θαβώρ, y to Itabyrion, τὸ Ἰταβύριον en Jer. Os. y Josefo (Ant. 5, 5, 3; Guerras, 4, 1, 1), quien también ofrece la lectura Atarbyrion, Ἀταρβύριον, como en Polibio (5, 70, 6); Vulg. Thabor. Destaca entre los montes de Palestina por su pintoresca ubicación y su hermosa silueta, por la sorprendente vegetación que recubre sus laderas de piedra caliza y por el esplendoroso panorama que se contempla desde la cima. Situado al noroeste de la llanura de Jezreel, en Galilea, en la frontera de Zabulón y Neftalí, a 10 km. al este de Nazaret, en el extremo nordeste de la llanura de Esdrelón, cual majestuoso templo de Dios se eleva 503 metros sobre el valle de Esdraelón, 562 m. sobre el nivel del mar Mediterráneo, 770 m. sobre el lago de Genesaret, y 100 m sobre la planicie del entorno, dominando todos los montes circundantes. Visto del oeste, ofrece el aspecto de un cono truncado; del sudoeste, desde Naím, el de un enorme hemisferio. La explanada de la cumbre mide 800 m. de este a oeste y unos 400 de norte a sur, con un perímetro de 2 km. Domina toda la comarca circundante; es el rey de las montañas de Palestina (Jer. 46:18). Como punto panorámico, no tiene igual, porque desde él se contempla la sierra de Gelboé y la cadena de colinas de Samaria, el macizo imponente del Carmelo y las alturas del Djebel es-Sachi (Pequeño Hermón) con las aldeas de Endor y Naím, de imperecedero recuerdo, el Gran Hermón con su plateada cumbre, las paredes rocosas del Haurán de color violáceo, el ojo claro-azul del lago de Genesaret y el espejo esmeralda de Hattin con el monte de las Bienaventuranzas. Actualmente, el Tabor se llama Gebel el-Tur.
Las huellas de la presencia humana se remontan al Paleolítico Inferior y al Mesolítico. En 1925 se encontraron en la vertiente este del monte restos y utensilios correspondientes al Paleolítico I y otros que se remontan al Paleolítico Medio (70.000–40.000 a.C.) y Superior (35.000–15.000 a.C.).
En la historia hebrea, este monte jugó asimismo un destacado papel; allí, la profetisa > Débora congregó en secreto a 10.000 israelitas al mando de > Barac, quienes luego arremetieron contra el ejército > de Sisara, en el torrente de Cisón, obligándolo a huír (Jue. 4:1–5:19). Asimismo, en el reparto de la Tierra Prometida, el monte Tabor indicó la demarcación entra las tribus de Isacar y Zabulón (Jos. 19:22). Antes de la llegada de los israelitas, existía en el Tabor un santuario cananeo cuyos restos son visibles aun hoy día en la cripta de la basílica.
Hacia el fin del siglo III a.C. Antíoco III ocupó la cima, donde estableció una tropa siria. Luego el monte fue fortificado por Flavio Josefo durante la primera guerra judía contra Roma (66–67), pero resultó ocupado y desmantelado por Vespasiano.
Una vieja tradición, según Cirilo de Jerusalén, sitúa allí la > transfiguración de Jesús (Catequesis 12, 10). La Segunda Epístola de Pedro habla del «monte santo» (1:18), suponiéndole conocido para los lectores. No hay duda de que, después de la resurrección, los apóstoles que fueron testigos del misterio, habrían mostrado a los cristianos el monte de tan señalado acontecimiento. Encontramos los primeros testimonios de la tradición en el siglo III; Orígenes (In Psalm 88:13) nos habla de él hacia al año 240; San Jerónimo (Epist. 108, al. 86; Epitaph. Paulae n. 13), en 404. Según Nicéforo (Hist. eccl. 8, 30), Santa Elena edificó una iglesia en el monte. Se ve, pues, que la tradición constante de los primeros siglos tiene el Tabor por el monte de la Transfiguración; y esto es tanto más de tomar en consideración, cuanto que la fantasía antes se hubiera fijado en el Hermón, el cual, por responder mejor al relato bíblico, y por su condición y figura, merecía tanto como el Tabor ser escogido para tan sublime misterio. Contra el testimonio tradicional se objeta que, según el relato bíblico, desde la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo hasta la transfiguración pasaron «seis días». Pero, distante el Tabor solo 20–22 horas de Cesarea de Filipo, bien podía llegar a él Jesús con los suyos en seis días, aun sin seguir el camino más corto. Tampoco tienen valor las razones que movieron a algunos a preferir el Gran Hermón al Tabor. Se fundan en que hasta la destrucción de Jerusalén hubo constantemente una plaza fuerte en la cima del Tabor. Pero lo único cierto es que Antíoco el Grande construyó allí trincheras, las cuales ya en tiempos de Jesucristo estaban deshechas y abandonadas, pues en la guerra judía contra Roma (69 d.C.) Josefo tuvo que subir de la base del monte los materiales para las fortificaciones que hubo de improvisar en 40 días. Tampoco había agua en la cima; y de haberse instalado en ella una plaza fuerte o un castillo con guarnición, era indispensable que existiera por lo menos alguna cisterna. Pero aunque en tiempos de Jesucristo estuviese habitado el monte, había seguramente lugares solitarios en la explanada de la amplia cima, de media hora de perímetro, o en las laderas, donde pudo desarrollarse sin testigos.
2. Ciudad de Tabor, heb. Tabor, תָּבוֹר; Sept. Thabor, Θαβώρ v. Thakhkheía, Θαχχεία; Vulg. Thabor. Ciudad de Zabulón, entregada a los levitas de la familia de Merari (1 Cro. 6:77). Es posible que fuera el lugar del límite de Isacar mencionado en Jos. 19:22. Una identificación plausible es Khirbet Dabûra, sobre la cresta que une el Tabor con la colina de Nazaret.
3. Encina o terebinto de Tabor, heb. alón Tabor, תָּבוֹר אַלוֹן; Sept. he drys Thabor, ἡ δρῦς Θαβώρ; Vulg. quercus Thabor. Localidad aparentemente del territorio de Benjamín, por donde pasó Saúl cuando andaba en busca de las asnas de su padre, en las cercanías de la tumba de Raquel (1 Sam. 10:3).