Maldición

En sentido oriental, «maldición» es la palabra o expresión que desea el mal para alguna persona u objeto. Se espera que la maldición suelte una fuerza negativa y maligna que actúe en contra de la felicidad y propicie el fracaso del maldecido. Incluso, los malos efectos pueden pasar a otros (Jos 6:26; 7:24s). A veces echar maldición era casi el oficio de algunas personas (Nm 22). Pero Dios puede tornar la maldición en → Bendición (Nm 23; 24). Las maldiciones sirven como termómetro moral en el Antiguo Testamento (Dt 21:23; 27:16–26; 28:16–19).
Para anular las maldiciones humanas la víctima podía imprecar a su enemigo (Sal 9:18; 59:13ss; 109:6–20). Para evitar las maldiciones religiosas el único camino era obedecer «los mandamientos de Jehová» (Dt 11:26s).
En el Nuevo Testamento encontramos rasgos del espíritu veterotestamentario (Mc 11:12ss; Hch 5:1ss), pero en general el clima ha cambiado. La maldición se elimina con la bendición (Lc 6:28; Ro 12:14). La maldición de la Ley se ha deshecho con el sacrificio de Cristo (Gl 3:10–14). La última palabra del Antiguo Testamento es «maldición», pero el Nuevo Testamento se cierra con una bendición.