ESTERILIDAD

ESTERILIDAD En las sociedades orientales se tenía por maldición divina el que una esposa fuese incapaz de concebir (Gn 30:2; 1 S 1:5), un reproche que podía conducir al divorcio u otra alteración en el hogar (Gn 16:2). La bendición de Dios se manifestaba al desaparecer la esterilidad, ya fuera de todo el pueblo (Dt 7:14) o de un individuo (Gn 25:21).
Lo horroroso del juicio que se cernía sobre Jerusalén resalta en el dicho «bendita las estériles» (Lc 23:29).