Poesía Hebrea

La contribución más significativa que el pueblo hebreo ha hecho a la literatura universal es su poesía. Una tercera parte del Antiguo Testamento es poesía. Salmos, Proverbios, Cantares, Lamentaciones, Abdías, Miqueas, Nahum, Habacuc y Sofonías son libros enteramente poéticos, lo mismo que gran parte de Job, Isaías, Oseas, Joel y Amós.
La poesía de la Biblia tiene carácter eminentemente religioso pero hay también algunos trozos de poesía secular; por ejemplo, la canción del pozo (Nm 21:17, 18), la del matrimonio de Rebeca (Gn 24:60), la endecha de David (2 S 1:17–27), la canción de victoria (Jue 5) y la de la viña (Is 5:1–7).

Poesía Religiosa
La poesía religiosa se divide en cuatro clases generales:
1. La lírica, cuya forma más hermosa son los Salmos, pero que también se muestra en los libros históricos.
2. La gnómica o proverbial que se halla en los Proverbios, parte de Eclesiastés y en muchos aforismos esparcidos por el Antiguo Testamento.
3. La dramática que se encuentra especialmente en Job, uno de los más hermosos poemas de la literatura universal, y posiblemente en → Cantares que ha sido interpretado como un drama poético que ensalza el amor humano.
4. La elegíaca que se ve en Lamentaciones y en otras endechas y cantos fúnebres contenidos en los libros históricos y proféticos.
Más que por su rima, que raras veces aparece en el Antiguo Testamento, la poesía hebrea se distingue por otras dos características de forma: el acento rítmico y el paralelismo. Los versos de la poesía hebrea se caracterizan por su énfasis acentual y entre estos el verso corriente puede tener dos, tres o cuatro acentos. El acento rítmico hebreo se determina según el número de palabras significativas que tenga el verso. Normalmente cada palabra encierra una idea y se cuenta como una unidad acentuada del verso, pero a veces dos palabras cortas se consideran como una sola o una palabra larga se puede contar como dos unidades. Los poetas hebreos diferían de los modernos en que al componer un verso solamente consideraban las sílabas acentuadas, y a veces introducían entre estas tres o cuatro sílabas no acentuadas. El ritmo más común era de dos versos con tres acentos en cada uno, o con tres en el primer miembro y dos en el segundo. Los versos individuales se unían por lo que se conoce con el nombre de paralelismo. Este es una «rima de sentido» (no de sonido), y se puede apreciar aun en las traducciones.

Clases Comunes de Paralelismo
Hay tres clases comunes de paralelismo:
1. El paralelismo sinónimo, en el que el segundo miembro simplemente repite con diferentes palabras el pensamiento del primero. Ejemplos:
«El que mora en los cielos se reirá;
El Señor se burlará de ellos» (Sal 2:4).
«Él no ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,
Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados» (Sal 103:10).
2. El paralelismo antitético, en el que el segundo miembro establece un contraste con el primero. A veces se repite en forma negativa el pensamiento del primero.
«Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;
Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien»
(Sal 34:10).
«La gloria de los jóvenes es su fuerza,
Y la hermosura de los ancianos es su vejez» (Pr 20:29).
La mayoría de los versos pareados en Proverbios 10:1 a 22:16 son paralelismos antitéticos.
3. El paralelismo sintético o progresivo. El segundo verso completa el pensamiento del primero, extendiéndolo o explicándolo más.
«Oh Israel, confía en Jehová;
Él es tu ayuda y tu escudo» (Sal 115:9).
«A ti alcé mis ojos,
A ti que habitas en los cielos» (Sal 123:1).
Se han clasificado otros tipos de paralelismo, pero casi todos son variaciones o combinaciones de las clases básicas. El paralelismo emblemático emplea una metáfora o símil en el segundo miembro para ilustrar el pensamiento del primero (por ejemplo, Sal 103:11–13; 129:5, 6; Pr 26:20, 21). El paralelismo ascendente emplea en el segundo verso palabras del primero para completar el pensamiento (por ejemplo, Sal 29:1, 2; 96:7).

El Acróstico En La Poesía Hebrea
Un acróstico es una composición poética en que las líneas se ordenan conforme a la letra con que comienza la primera palabra con el propósito de formar una palabra, frase o secuencias de letras de un alfabeto.
El mejor ejemplo de un acróstico lo hallamos en el Salmo 119, basado en el alfabeto hebreo de 22 letras. Ese Salmo tiene ciento setenta y seis versículos, divididos en veintidós secciones de ocho versículos. Cada sección corresponde a una letra del alfabeto hebreo, y cada línea dentro de una sección comienza con una palabra cuya letra inicial es la letra del alfabeto correspondiente.
Partes de los salmos 9, 10, 25, 37, 111, 112 y 145 son acrósticos. También lo son Lamentaciones 1–4 y los últimos veintidós versículos del libro de Proverbios, que contiene una descripción de la esposa virtuosa (Pr 31:10–21).
El propósito del acróstico es ayudar en la memorización del texto.

Otras Características de La Poesía Hebrea
El hecho de que la poesía hebrea contenga poca rima no significa que le falte fuerza y hermosura. Los autores empleaban muchas veces una aliteración que es imposible comprender a través de una traducción. Muchas veces empleaban juegos de palabras tales como la paronomasía para crear un efecto dramático en sus conclusiones. Isaías (5:7 VM) termina su parábola de la viña diciendo que Dios esperaba, mishpat (justicia) y halló mishpah (derramamiento de sangre), esperaba tsedhacá (rectitud) y halló tseacá (un grito de terror). La poesía hebrea es vigorosa porque describe las ideas en función de los cinco sentidos. El autor exclama: «Mi garganta se ha secado», o «Han desfallecido mis ojos», o «Se envejecieron mis huesos».
Todo esto enseña al lector que hay que interpretar los poemas de la Biblia según las normas de la poesía hebrea y no como prosa literal. Especialmente en el caso del paralelismo sinónimo, es importante que el lector entienda la forma literaria y no imagine que los versos representan ideas distintas. También hay que tomar en cuenta las figuras y las metáforas, no buscando un significado exacto y literal para cada expresión. Cuando se lee en Jueces 5:20: «Desde los cielos pelearon las estrellas; desde sus órbitas pelearon contra Sísara», se sabe que estas afirmaciones no deben entenderse literalmente sino como figura para indicar que los hechos de Sísara eran tan perversos que repugnaban hasta a la naturaleza. El Salmo 114 describe la liberación de los hebreos de la esclavitud de Egipto y su entrada en Canaán en los siguientes términos:
«El mar lo vio, y huyó,
El Jordán se volvió atrás.
Los montes saltaron como carneros,
Los collados como corderitos».
Los salmos son poesías sublime y sería grave error interpretarlos como prosa. Se les llama adecuadamente El himnario del pueblo hebreo, y por su poesía sublime ha traído consuelo e inspiración a multitudes a través de los siglos.