PETRA

Nombre gr. de la capital de los nabateos, en la actual Jordania. Los primeros escritores griegos la llamaron Petra, Πέτρα o he Petra, ἡ Πέτρα, más tarde hai Petrai, αἱ Πέτραι; algunos creen que se corresponde a la bíblica > Selá, סֵלַע, de los edomitas, cuyo sign. es el mismo en ambos idiomas, o sea, «roca».
Petra es hoy un conjunto de tumbas, templos, cuevas, escaleras y otros monumentos en ruinas, que en su mayoría fue excavado en la roca arenisca. En la Edad Media se perdió su recuerdo hasta que en 1812 fue descubierta por el explorador suizo Johan L. Burckhardt. Se halla en un anfiteatro rocoso excavado por la acción del agua, sobre el flanco noreste del monte Hor, sin otro acceso que el cauce de un torrente, el wadi Mûsa. El anfiteatro y sus ramificaciones miden alrededor de 1.400 m. de longitud, y la anchura varía entre 225 y 450 m. Está cerrado por unos escarpados acantilados de arenisca, abierto por la garganta principal formada por el wadi Mûsa. Un arroyo atraviesa este lugar en sentido longitudinal. Las rocas presentan coloraciones diversas, del rojo al pardo, púrpura y amarillo, lo que añade belleza al lugar.
Parece ser que la zona estuvo poblada ya en el Paleolítico; hay indicios de yacimientos neolíticos y bien pudo ser la > Selá de los edomitas, pero no hay seguridad al respecto. Hacia el año 580 a.C., Petra fue ocupada por la tribu nómada de los nabateos, que adoptaron la mayor parte de la civilización edomita mezclándose con los descendientes de Esaú. Ambos pueblos pretendían proceder de un mismo patriarca, Ismael, hijo de Abraham y la esclava egipcia Agar, a través de dos hijas distintas. Los edomitas se consideraban hijos de Bashemat, casada con Esaú, mientras que los nabateos decían ser descendientes de su hermana Nabaiot (cf. Gn. 25:13; 28:9; 36:3; 1 Cro. 1:29).
Situada en una gran confluencia de caminos en el desierto, donde la península Arábiga encontraba su salida al exterior, donde se podía llegar desde Egipto a través de Gaza, o desde la que se podía tomar Damasco en dirección norte, los nabateos convirtieron Petra en capital de su reino y en uno de los más importantes centros del comercio caravanero entre el sur de Arabia y el Mediterráneo. Petra, llamada Rekem por los nabateos, fue elegida debido a su ubicación como refugio ideal en las montañas rocosas, fácilmente defendible y que aseguraba su inexpugnabilidad. Los reyes nabateos hicieron excavar templos, edificios administrativos y túmulos de gran belleza en las paredes rocosas que componen la ciudad. Aretas IV fue quizá el rey más prolífico en lo que a grandes construcciones se refiere, ya que a su época corresponde el gran templo, además de otras muchas obras más que hicieron de Petra una de las capitales más hermosas de la Antigüedad. A principios del siglo II de nuestra Era, los romanos acabaron con la dinastía nabatea y Petra fue integrada en la provincia romana de Arabia Pétrea (106 d.C.).
Rodeada por altas montañas y grandes cerros que la ocultan y actúan como defensas naturales, la ciudad estaba situada en un valle y contaba con tres accesos emplazados al norte, al sur y al este. De todos ellos el más famoso es el Siq, el desfiladero situado al este y que lleva al corazón de la ciudad. El camino, que sigue el curso del wadi Mûsa, se prolonga a lo largo de unos dos kilómetros, serpenteando y estrechándose hasta reducirse en ocasiones a menos de dos metros de ancho, al mismo tiempo que los acantilados que lo rodean van ganando en altura hasta alcanzar más de cien metros. Al final del Siq y frente a la salida del desfiladero, se encuentra el monumento más célebre de Petra, al que los beduinos del lugar de-nominaron Khazneb al-Farún o «Tesoro del Faraón», pues mantenían la creencia de que un antiguo faraón había depositado sus riquezas en la urna que remata el frontispicio, para evitar que fueran robadas. Fue construido bajo el reinado del rey Aretas III, uno de los más grandes monarcas nabateos, llamado Filoheleno por su amor a la cultura griega. Profundamente excavado en la roca, el «Tesoro» consta de dos pisos que alcanzan una altura de 40 m. Hecho todo él en estilo corintio alejandrino, la parte baja ofrece el aspecto de un templo con un vestíbulo que da acceso a tres salas a través de magníficas puertas esculpidas. Por encima, dos columnas a cada extremo, coronadas por ángulos de frontón, rodean un tholos, o templete circular central con la imagen de una Tykhe o Fortuna y rematado por un tejadillo con una urna en la cúspide.
Una aglomeración de tumbas muy sencillas, con unas simples franjas de almenas escalonadas que corren sobre la puerta, datan de los primeros tiempos del arte nabateo, de inspiración babilónica. El teatro es de tipo griego, excavado en la roca tal vez en el siglo I de nuestra Era y ampliado bajo el dominio romano hasta alcanzar una capacidad de casi 7.000 espectadores.
Poco más allá se extiende el valle central de Petra, donde se hallaba el núcleo de la ciudad. Siguiendo el camino a la derecha se pueden ver las llamadas Tumbas Reales, las más completas y refinadas, pertenecientes todas a la época de mayor influencia helenístico-romana, del siglo I a.C al siglo I d.C.
Las caravanas cruzaban los desiertos de Arabia rumbo al Mediterráneo, haciendo escala en Petra para repostar agua. Transportaban principalmente incienso y mirra del valle de Hadramaut (actual Yemen), así como esclavos y especias. Los nabateos organizaron un contingente militar para proteger estas rutas de salteadores y bandidos, con el fin de obtener un máximo beneficio comercial entre el ir y el venir del tráfico caravanero.
Al inicio del siglo III d.C la ciudad mantenía un importante nivel de prosperidad. Hacia 220 d.C., el emperador Heliogábalo la elevó al rango de colonia, pero con el fin del siglo se detecta un abandono progresivo de viviendas en los suburbios, debido quizá al florecimiento de otros centros caravaneros como Gerasa y Palmira. Durante el siglo IV se puede constatar alguna relevancia de Petra, pero hay un dato que indica cómo los nabateos habían dejado de controlar el comercio y consecuentemente habían perdido gran parte de sus ingresos: las tropas de la IV Legión Martia fueron enviadas a vigilar las rutas caravaneras de la provincia de Arabia, sustituyendo a las gentes de Petra, que venían haciendo esta labor durante los últimos siglos. El año 363 d.C. hubo un fuerte terremoto. La calle porticada y los grandes templos, así como muchas viviendas del área central de la ciudad quedaron completamente destruidos. A esas alturas Petra no tenía riqueza ni poder suficiente para emprender una reconstrucción en toda regla. Las columnas de los edificios más importantes nunca fueron puestas en pie, y la ciudad debió quedar reducida a pequeños núcleos donde se concentró una población cada vez más escasa. Con el inicio del Imperio bizantino se estableció una sede episcopal, y en los primeros años del siglo V es nombrada capital de la provincia Palaestina Tertia. El obispo Jasón reutilizó una vieja tumba nabatea como catedral. Muchos otros edificios, como el Deir, fueron consagrados al cristianismo. San Calixto, aparece el pez ya en las primeras décadas del siglo segundo Hacia la mitad del siglo VI se puede decir que Petra desaparece de la historia. Véase ARETAS, NABATEOS, SELA.