Púrpura

Heb. 713 argamán, אַרְגָּמָן = «púrpura», del sánscrito raga, «rojo, grana»; acad. argamannu; aram. argewán, אַרְגּוֳן (en 2 Cro. 2:7; Dan. 5:7, 16, 29); Sept. y NT 4209 porphyra, πορφύρα designaba org. al molusco múrice, y luego la tintura que se extraía de él; de ahí pasó a significar prendas teñidas de púrpura (Mc. 15:17, 20; Lc. 16:19; Ap. 18:12).
Tinte que produce un color encarnado subido, muy estimado en los tiempos bíblicos. Aparece en multitud de pasajes: Ex. 25:4; 26:1, 31, 36; 27:16; 28:5, 6, 8, 15, 33; 35:6, 23, 25, 35; 36:8, 35, 37; 38:18, 23; 39:1, 2, 3, 5, 8, 24, 29; Nm. 4:13; Jue. 8:26; 2 Cro. 2:14; 3:14; Est. 1:6; 8:15; Prov. 31:22; Cant. 3:10; 7:5; Jer. 10:9; Ez. 27:7, 16; Eclo. 45:10; Bar. 6:12, 72; 1 Mac. 4:23; 8:14, 10:20, 62; 2 Mac. 4:38; Mc. 15:17, 20; Lc. 16:19, Jn. 19:2, 5; Hch. 16:14; Ap. 17:4; 18:12, 16, en muchos de los cuales la palabra traducida «púrpura» sign. «tela púrpura», o algún otro material teñido de ese color, como la lana. Solo en un texto se hace una ligera alusión a su procedencia: «púrpura del mar», gr. porphyra thalassía, πορφύρα θαλασσία (1 Mac. 4:23, comp. Diódoro Sículo, 3, 68; Josefo, Guerras, 5, 5, 4).
En realidad, la sustancia que llamamos púrpura se extrae de la secreción de diversas especies de moluscos. Los antiguos tirios usaban dos tipos de ellos, muy abundantes en las costas sirofenicias: el Murex trunculus, del que se extraía la púrpura azulada o > «violeta», y el Murex brandaris, que producía la roja. La tinta de su materia colorante varía de color según la región en la que se pesca. Abierto el molusco a golpe de hacha, el líquido se mezclaba con sal y se cocía prolongadamente. Se han descubierto montones de conchas de murex, abiertas artificialmente, en Minet el-Beida, puerto de la antigua Ugarit (Ras Shamra), lo evidencia la gran antigüedad de su utilización.
Debido a lo elevado de su precio, solo los ricos y los magistrados vestían con ropas de color púrpura (Est. 8:15, cf. la exaltación de Mardoqueo, v. 2, Prov. 31:22; Dn. 5:7; 1 Mac. 10:20, 62, 64; 2 Mac. 4:38; cf. v 31; Lc. 16:19; Ap. 17:4). Los soberanos se adornaban de púrpura, p.ej., los de Madián (Jue. 8:26). Se hizo gran uso de tejidos teñidos de púrpura para el Tabernáculo (Ex. 25:4; 26:1, 31, 36) y para las vestiduras del sumo sacerdote (Ex. 28:5, 6, 15, 33; 39:29). Los fenicios controlaban la producción y el mercado de la púrpura. Los judíos daban un valor simbólico a este producto (Guerras 5.5, 4).
Jesús fue escarnecido por la guardia pretoriana con un manto de púrpura (porphyra, πορφύρα, Mc. 15:17; Jn. 19:2) o escarlata (kókkine, κόκκινη, Mt. 27:28), como atuendo real, quizá perteneciente a uno de los oficiales, de color escarlata en tiempo de guerra y de púrpura en tiempo de paz.
De > Lidia, conversa del apóstol Pablo, se dice que era vendedora de púrpura, o más exactamente, «vendedora de tejidos de púrpura»; gr. porphyrópolis (Hch. 16:14), en la ciudad de Filipos. Existen muchas inscripciones griegas y latinas, fechadas en los primeros tres siglos d.C., que contienen listas de nombres de mujeres y de hombres que hacían este trabajo. Por ellas se sabe que ese término técnico denota el proceso de producción de púrpura como su venta.
Aunque la materia prima original de la cual se extraía la púrpura era obtenida del mar, también existía otra vegetal. La primera era la de mejor calidad, pero no homogénea: la diversidad de tipos de moluscos definía su calidad. Esa escala cualitativa es lo que, a su vez, definía los precios, que también eran diversos. La púrpura de menor calidad y también la más barata era imitación de aquella, extraída de vegetales, comúnmente producida en el interior, no en la costa.
La ciudad de > Tiatira testifica en muchas inscripciones y otras fuentes la existencia de varias categorías de trabajadores. Una de las principales era la de producción textil, ligada con las tintorerías. La producción textil y la de tinturas eran trabajos propios de mujeres. Las tintoreras de aquella región extraían y obtenían sus colores, entre otros también el púrpura, de vegetales. En Tiatira, el color púrpura procedía de las raíces de una planta llamada rubia.
El trabajo para extraer el tinte era arduo y desagradable. Tanto quienes extraían la púrpura de los moluscos como las que lo hacían de los vegetales, tenían que llevar a término un largo proceso de producción. La materia prima era triturada, salada y generalmente cocida. En esta etapa del proceso de producción eran añadidas a esa mezcla las así llamadas medicamenta, o sea, otras sustancias, como la orina (Plinio, Nat Hist. IX 138.), que servía para fijar el color y hacerlo más durable. Después de algunos días de «fermentación» —la tonalidad del color dependía del tiempo de «fermentación» y de la intensidad de la mezcla—, se introducía en ella la lana para teñirla. Después de algún tiempo, lo teñido era expuesto al sol, con el fin de que el color quedase más firme y más brillante. Todo el proceso producía un olor fuerte que duraba mucho tiempo, motivo por el cual las tintorerías generalmente eran construidas fuera de las aldeas o ciudades. Con la lana teñida se fabricaban tejidos, colchas, vestidos, etc., lo que podía ser vendido a diversos precios.
El precio de la púrpura variaba conforme a su calidad y también según la época. Durante el Imperio romano era posible conseguir mercadería de púrpura muy barata comprada directamente a los productores, por lo que incluso esclavos y gente pobre podía vestir con esas ropas y aprovechar los tejidos para diversas finalidades.
Todas cuantos tenían algo que ver con un trabajo considerado «sucio» (Cicerón, De off 150s; Quintiliano, I.12.17) por la alta sociedad romana, tenían que vivir fuera de la ciudad o en zonas muy específicas del recinto urbano. Se establecían por ello a lo largo de las rutas comerciales. Así, por ejemplo, en la Vía Salaria (en Roma) había purpurarii, formados por esclavos y libertos. Véase ESCARLATA, FENICIA, LIDIA, VIOLETA.