Transgresión

Heb. 6588 peshá, פֶּשַׁע = «transgresión, culpa», aparece 93 veces en el AT, del vb. 6586 pashá, פשׁע, que básicamente indica el hecho de apartarse del camino voluntariamente, rebelarse (cf. Gn 31:36; Am. 2:4); a veces peshá indica la «culpa» de la transgresión, p.ej.: «Yo soy limpio y sin culpa/transgresión; soy inocente» (Job 33:9); 817 asham, אָשָׁם = «culpa, infracción, transgresión»; 4604 maal, מַעָל = «prevaricación, infidelidad, transgresión»; gr. 3900 paráptoma, παράπτωμα, prim. un «paso en falso», un «desliz», relacionado con el vb. 3895 parapipto, παραπίπτω, lit. «caer al lado, recaer» (Heb. 6:6), empleado con sentido ético denota una «infracción», una «desviación» de la rectitud y verdad (Mt. 6:14, 15; 18:3.; Mc. 11:25, 26; Ro. 4:15; 5:15, 17; 2 Cor. 5:19; Ef. 1:7; 2:1, 5; Col. 2:13); 3847 parábasis, παράβασις, «violación, infracción, «transgresión, del vb. 3845 parabaíno, παραβαίνω, lit. «ir a un lado, ir más allá», de donde el acto de «quebrantar»; se emplea metafóricamente para denotar transgresión, siempre el quebrantamiento de una ley (Ro. 5:14; Gal. 3:19; 1 Tm. 2:14).
En su origen, pashá, «rebelarse, transgedir», siempre con referencia a un acto voluntario, tiene como complemento algún rey o alguna nación; p.ej., después de la muerte de Acab, Moab se rebeló contra Israel (2 R. 1:1; cf. 2 R. 8:20). Por analogía, del sentido político se pasa al religioso, y Dios, en cuanto gobernador divino, es el objeto de la rebeldía o transgresión: «¡Ay de ellos, porque se apartaron de mí! ¡Destrucción sobre ellos, porque contra mí se rebelaron!» (Os. 7:13; cf. Is. 66:24). Por lo general, la LXX no acierta a traducir el término heb. pashá, y recurre a equivalentes: asebeo, «actuar impíamente», aphístemi, «irse, retirarse»; ánomos, «sin ley» y hamartía, «pecado».
En el NT, tanto el verbo como el sustantivo hacen referencia a un acto voluntario por parte del ser humano contra la ley, equivalente a rebeldía y rebelión contra una voluntad superior, p.ej. Adán y Eva al comer del fruto prohibido (Ro. 5:14; 1 Tm. 2:14). Negativamente hablando, donde no hay ley no hay transgresión (Ro. 4:15). Por eso argumenta el apóstol Pablo que la Ley «fue añadida a causa de las transgresiones» (Gal. 3:19; cf. Ro. 4:15; 5:13, 20). La Ley no constituye a los hombres pecadores, pero sí los hace transgresores, infractores de la misma; por ello el pecado se vuelve «sobremanera pecaminoso» (Ro. 7:7, 13).
Mientras que el «pecado» habla del resultado de la acción pecaminosa («errar el blanco»), la transgresión se refiere al «error» inicial, al «mal paso» dado, o «paso en falso». Desde el comienzo de su enseñanza, Jesús enseñó a los suyo a perdonar a los hombres sus «transgresiones/ofensas» (Mt. 6:14, 15), y San Pablo dice que si alguno fuere tomado en alguna falta/transgresión, «vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedumbre» (Gal. 6:1), entendiendo que, según la antropología cristiana, tropezar y caer es común a la naturaleza humana.
En la providencia divina, de la transgresión de Israel ha venido la salvación a los gentiles (Ro. 11:11, 12), cumpliendo así la voluntad de Dios respecto a las naciones. Véase CULPA, PECADO, REBELDÍA.