PESCADOR, PESCAR

Heb. 1709 dawag, דַּוָּג (Jer. 16:16; Ez. 47:10); o dayyag, דַּיָּג (Is. 19:8; Jer. 16:16) = «pescador»; gr. 231 halieús, ἁλιεύς = «marinero», por impl. «pescador»; Heb. 1710 dagah, דָּגָה = «pesca, pescado», femenino de «pez»; gr. halieúo, ἁλιεύω = «ser pescador», por impl. «pescar»; 61 agra, ἄγρα = «presa», usado solo en relación con la pesca (cf. 5:4, 9).
Los hebreos nunca fueron un pueblo de pescadores. Este oficio estaba limitado al lago de > Genesaret o mar de Galilea y al río Jordán. No hay indicios de que lo ejercieran en el Mediterráneo, pues la costa de la Palestina septentrional estaba sobre todo en manos de los tirios y de los sidonios (Neh. 13:16), y al sur en poder de los filisteos. En Egipto se pescaba en el Nilo y en los diversos brazos que forma antes de llegar al Mediterráneo (Is. 19:8). Durante su esclavitud en Egipto, los israelitas podían comer pescado a voluntad (Nm. 11:5).
El mar de Galilea pertenecía a los israelitas, y era su principal zona de pesca. Tristram enumera veintidós especies de peces en este mar; una gran cantidad desciende al Jordán, pero todo pez que llega al mar Muerto encuentra la muerte en sus aguas saturadas de sal. El pescado galileo llegaba a todos los rincones del Imperio romano, de forma que se puede decir que los pescadores galileos ejercían el monopolio de la industria de la alimentación pesquera. En Jerusalén había una «puerta del Pescado», posiblemente cerca de un mercado de productos marinos (cf. 2 Cro. 33:14; Neh. 13:16; Sof. 1:10).
La pesca se hacía mediante cañas, anzuelos, arpones, garfios (Job 41:1, 7; Is. 19:8; Am. 4:2; Mt. 17:27) y redes (Lc. 5:4–7). No es probable que los pescadores de Galilea usaran la caña muy extensamente. Que en ocasiones era empleada de forma individual, podemos afirmarlo por el relato del pez que Pedro extrajo de las aguas y en cuya boca encontró una moneda para pagar el tributo (Mt. 17:27). Isaías habla de la pesca fluvial y dice: «Los pescadores también se entristecerán; y harán duelo todos los que echan anzuelo en el río» (Is. 19:8). También el profeta Amós se refiere a esta clase de pesca cuando dice: «He aquí, vienen días sobre vosotros que os llevará en anzuelos, y a vuestros descendientes en barquillos de pescador» (Am. 4:2).
El libro de Job se refiere a la pesca mediante arpón (Job 11:7). Este método se usaba en Egipto, según se puede ver por las inscripciones de sus templos y palacios.
La red de mano era de forma circular y como de cinco metros de diámetro, con buenas mallas. En todo el borde lleva plomos que sirven para hundirla. Un pedazo de cordel largo se asegura en el centro, sostenido con la mano izquierda, y la red se recoge con la derecha, se arroja sobre aguas poco profundas cerca de la orilla con un vuelo ancho dado con el brazo, dondequiera que observe un banco de peces. El centro de la red es luego cerrado por el cordel, y el pescador puede entrar en el agua para recoger la pesca. La red barredera o dragadora era la más grande, algunas veces de unos cien metros de largo y unos dos y medio de ancho. Los cordeles se ponen en los extremos y se colocan corchos a lo largo de uno de los lados para mantenerla flotando, mientras que el otro lleva pedazos de plomo que la hunden. Algunas veces, se echa entre dos barcos en el mar, siendo estirada en medio de ellos. Los barcos se colocan de tal manera que encierren un espacio circular, y cuando se encuentran, entonces la red se arrastra, hallándose cada vez más pequeño el círculo. El cordel del centro se cierra más de prisa que el de arriba y así los peces son cercados como en un saco, y luego metidos en los barcos. Algunas veces se coloca la red de tal manera que puede sacarse desde la tierra. Entonces uno de los extremos se lleva tan lejos mar adentro como es posible con la ayuda de un barco. Vuelve con el extremo de red en derredor y con un giro hacia el lugar en que principió su viaje, donde los hombres usan el mismo método de jalar las redes y traer el pescado a tierra. Los pescadores galileos a menudo van de pesca por las noches. Alumbran su camino con una antorcha encendida, y al ver el pez arrojan el arpón o la red en la mar. A esta costumbre hace referencia el apóstol Pedro y sus compañeros: «Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado» (Lc. 5:5).
En sentido figurado, Jesús compara la tarea futura de sus discípulos a la de «pescadores de hombres» (Mt. 4:19; Mc. 1:17), dando a entender que en adelante no habrían de afanarse por los peces, sino por los hombres orientados al Reino de Dios. Véase ANZUELO, PESCA, PEZ, RED.