VAPOR

Heb. 108 ed, אֵד = «niebla, vapor»; gr. 822 atmís, ἀτμίς = «vapor» (Hch. 2:14; Stg. 4:14). En el relato de la creación se dice que «de la tierra subía un vapor que regaba toda la superficie de la tierra» (Gn. 2:6). La palabra ed significa tanto «niebla» como «vapor»; el acadio edû sugiere una «crecida», un «torrente». La Sept. lo traduce por pegé, πηγή, «fuente»; la versión aramea parafrasea anana, עֲנָנַא, «la nube». Es claro que el ed «subía de la tierra», lo que significa el afloramiento de agua subterránea. En Job 36:27 se refiere evidentemente a las gotas de agua convertidas en vapor (cf. Sal. 148:8).
En la carta de Santiago, el «vapor» o «neblina» es un imagen de la fugacidad de la vida, «que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece» (Stg. 4:14).