VAGABUNDO

Trad. de dos términos heb. sinónimos: 5128 nuá, נוּעָ, raíz prim. «oscilar», por ext. «errante, vagabundo», del vb. 5112 arameo nud, נוד, «ir, huir, vagar», y 8582 taah, תָּעָה, raíz prim. «vacilar, desviarse, errar, ir sin dirección». Ambos describen una situación de pérdida, de extravío e indefensión, y se entiende como una desgracia, por lo que forma parte esencial de la maldición de Dios a Caín (Gn. 4:12, 14) y a todos aquellos que actúan con malicia. Yahvé «derrama menosprecio sobre los príncipes, y les hace andar errantes, vagabundos, sin camino» (Sal. 107:4). «Anden sus hijos vagabundos y mendigando; procuren su pan lejos de sus casas arruinadas» (Sal 109:10).
En su acepción moral de desocupación y ociosidad voluntaria, la vagancia es recriminable, asociada en ocasiones a actos delictivos (cf. Jue. 9:4), y siempre con la necedad (cf. Prov. 12:11; 17:24; 26:2, 10; Jer. 14:10, 18).
En el NT se habla de unos judíos itinerantes que viajaban de un lugar a otro como exorcistas profesionales, en gr. 4022, periekhómenoi, περιεχόμενοι; «ambulantes» (Hch. 19:13); Vulg. circumeuntes. En el mundo grecorromano era habitual que muchas personas ejercieran un oficio ambulante, acorde a los servicios ofrecidos. Tambíen había una clase de filósofos, los cínicos, que llevaban una vida semejante a los vagabundos, impartiendo sus enseñanzas allí donde eran solicitados. Véase ERRANTE.