Olivo, Oliva

Uno de los árboles más valiosos para los hebreos de la antigüedad. Hay cuatro tipos de olivos en el Cercano Oriente. El más común en la Tierra Santa era el olea europea. El olivo crece lentamente pero dura por siglos (se cree que algunos en las faldas del monte de los Olivos son de la época del Nuevo Testamento). Alcanzan una altura de solo unos 6 u 8 m. El tronco es grueso, corto, nudoso y retorcido, y de él se desprenden numerosas ramas. De las raíces nacen retoños alrededor del tronco; de ahí la comparación con el olivo del hombre rodeado de su familia (Sal 128:3).
La importancia del olivo se debe a su fruto, que son las → Aceitunas, semejantes a una cereza grande o a una ciruela pequeña, y muy oleaginosa (30%). Maduran en otoño y se cosechan en noviembre. Antiguamente las hacían caer golpeando las ramas. Se recogían y se llevaban en canastas, a lomo de asnos, al lagar (→ Getsemaní significa «lagar de aceite»), donde se molían (→ Molino) para obtener el aceite.
Una de las industrias mayores en Israel era la producción del aceite de olivas, que tenía muchos usos. Servía para elaborar comestibles, como combustible para lámparas (Lv 24:2; Mt 25:3), como medicina (Lc 10:34; Stg 5:14) y para el ungimiento (1 S 16:13; Sal 23:5). El árbol mismo también era apreciado; de su madera, bastante dura, se construían muebles finos (1 R 6:23). Su sombra era deseada en las tierras calurosas (cf. Lc 22:39) y sus ramas se usaban en la construcción de cabañas para la Fiesta de los Tabernáculos (Neh 8:15).
En vista del valor del olivo, en la literatura hebrea se usa mucho en sentido simbólico. Es el rey de los árboles (Jue 9:8). Su aceite es emblema de soberanía. Representa al hombre justo y recto (Sal 52:8; Os 14:6). Para Moisés, es símbolo de la abundancia de la tierra prometida (Dt 6:11; 8:8) y para Jeremías, habla de la gloria futura de Israel (11:16). Sus hojas son señal de paz y amistad aún hasta hoy.
Un fenómeno curioso en el cultivo del olivo es el injerto. Hay olivos silvestres que son de poco valor, pero la rama de un olivo valioso puede injertarse en el tronco de uno silvestre y producir fruto bueno. Pablo emplea irónicamente y como ilustración en Ro 11 lo inverso de esta costumbre en la horticultura.