MUDO

Heb. 483 illem, אִלֵּם, «sin palabras», de 481 alam, אלם, «atar», tener la lengua atada, de ahí «mudo»; también 1748 dumam, דּוּמָם, «silencio, mudo» (Hab. 2:19); gr. 2974 kophós, κωφός, que también significa sordo, ya que gral. un defecto acompaña al otro; también 216 álalos, ἄλαλος, «sin habla» (Mc. 7:37; 9:17, 25), frente a 880 áphonos, ἄφωνος, «sin voz» (Hch. 8:32; 1 Cor. 12:2; 2 Pd. 2:16); y 4623 siopôn, σιωπῶν (Lc. 1:20), que denota a una persona imposibilitada de hablar por incapacidad natural (Ex. 4:11), por ignorancia de lo que tiene que decir o cómo decirlo (Prov. 31:8), o por negación a hacerlo (Sal. 39:9).
Casos de mudez voluntaria son los de > Aarón, cuando sus hijos > Nadab y > Abiú murieron como resultado de ofrecer delante de Yahvé «fuego extraño, que él nunca les mandó» (Lv. 10:3), dando a entender que no quería proferir nada contra la justicia de Dios; > Ezequiel también permaneció mudo hasta el momento en que un fugitivo anunció que el Templo de Jerusalén había sido profanado (Ez. 3:26; 24:27; 33:22). Del Siervo Sufriente se dice que «no abrió su boca… enmudeció» (Is. 53:7). En todos estos casos el silencio o la mudez son acciones predeterminadas con vistas a una lección espiritual. Por otra parte, devolver el habla a los mudos se cuenta entre las maravillas y bendiciones de la era mesiánica (Is. 35:6; comp. Mt. 9:32, 33; Lc. 11:14). Véase SORDO.