Versiones de la biblia

A. VERSIONES CLÁSICAS DE LA BIBLIA. (Véase Texto y versiones clásicas de la Biblia.)
B. TRADUCCIONES A LENGUAS MODERNAS.

Líneas 7 a 16 del capítulo 40 del libro del profeta Isaías hallado en Qumram.
Versiones alemanas
Las versiones alemanas pueden distinguirse netamente entre preluteranas y posluteranas. En efecto, fue la traducción de la Biblia hecha por Lutero la que cristalizó y normalizó la lengua literarira culta, creando para esta empresa el neoalto alemán en base a la aglutinación de diversas corrientes dialectales septentrionales. Entre las versiones alemanas preluteranas pueden mencionarse la germánica del obispo Ulfilas (siglo IV). Pero fue en tiempos de Carlomagno (siglo IX) que hubo un florecimiento de traducciones de porciones de la Vulgata a varios dialectos alemanes, en especial los Evangelios y los Salmos. Posteriormente a éstas, y ya en el siglo XIV, comienzan a aparecer traducciones al alemán propiamente dicho. Estas traducciones, sin embargo, no llegan a manos del pueblo; además, son casi todas ellas parciales, con especial preferencia hacia los Salmos. Muchas de estas traducciones son excesivamente apegadas al latín. En el siglo XV, en cambio, proliferan las traducciones al alto alemán: Traducción de toda la Biblia por Johann Mentelin, Estrasburgo, publicada en 1466, y que vio trece reimpresiones, la última en 1518. Fue revisada en dos ocasiones, por G. Zainer (1475) y A. Koberger (1483). Merecen ser citadas tres traducciones preluteranas en bajo alemán, editadas respectivamente en Colonia (1478), Lübeck (1494) y Halberstadt (1522).
La Biblia de Lutero fue la primera Biblia alemana en ser traducida directamente de las lenguas originales. Todas las anteriores lo habían sido de la Vulgata latina. Inició su obra en 1521 con el Nuevo Testamento, que fue impreso en 1522, ilustrado con grabados de Cranach el Viejo y Döring. El Antiguo Testamento fue traducido entre 1523 y 1534, año en que vio la luz la primera Biblia completa de Lutero, impresa en Wittenberg bajo el título Biblia, das ist die gantze Heilige Schrift Deudsch. Esta Biblia vino a ser el corazón del protestantismo alemán, y la herramienta forjadora de la unidad lingüística alemana.

El papiro designado como P28 proviene de Oxyrhynchus en Egipto y contiene en su cara anterior Juan 6:8–12 y en la posterior los versículos 17–22 del mismo capítulo. Es de finales del siglo II o principios del III y se encuentra en la Pacific School of Religion en California, y está escrito en griego.
Otras traducciones alemanas de la época de la Reforma que se deben mencionar son la Biblia de Zurich, adaptación en parte de la de Lutero por Zuinglio al bajo alemán, y con aportación de otros colaboradores, impresa en 1529, la Froschauer-Bibel (1531), la Bibel Teush (1545) y la de J. Piscator (1602–1604), que fue reimpresa hasta el 848 en Berna.
La traducción de Lutero, aunque de gran valor literario, y poderosamente utilizada por Dios en la expansión de la verdad del Evangelio, adolecía sin embargo de defectos que se fueron haciendo más evidentes con el paso del tiempo. Apoyándose en los trabajos de crítica textual del NT de Griesbach, Scholz, Lachmann y Tischendorf, John N. Darby dirigió la preparación de un Nuevo Testamento alemán; más tarde preparó el Antiguo Testamento. Esta versión recibe el nombre de Elberfelder Bibel (Biblia de Elberfeld), y fue la primera versión realmente fiable que existió en alemán. Desde su primera edición (1871) ha visto constantes reimpresiones, y está ampliamente difundida y aceptada. Otras Biblias posteriores fueron la de E. Kautsch (NT) y C. Weizsäcker (AT), publicada en 1819. Así como la Biblia de Darby se distingue por su fidelidad a los originales, siguiéndolos estrechamente, más recientemente se han llevado a cabo traducciones con un lenguaje más popular, como las de A. Schlater (1931); W. Michaelis (1934); F. Pfäflin (1939), y L. Thieme (1946).
Entre las traducciones de carácter estrictamente científico merecen destacarse la versión del Nuevo Testamenta de J. A. Bengel (tresediciones de 1753 a 1771); la de la Biblia entera por M. L. De Wette (cinco ediciones entre 1809/14 y 1886); la de E. Kautsth, sólo del AT (1900, 1922, etc.).
En el campo católico-romano aparecieron varias traducciones, debiéndose destacar la de K. Uhlenberg (1630), que fue reeditada cincuenta veces. Otras son la de H. Braun (1788/97), que fue continuada por J. M. Feder y que logró gran difusión entre los católicos alemanes después de su revisión por J. F. Allioli (1838); desde entonces fue reimpresa una y otra vez, y revisada en 1949 por K. Thieme; estas traducciones se hicieron de la Vulgata latina.
Durante este siglo se ha visto una gran proliferación de traducciones católicas de la Biblia al alemán en base a los textos originales. Entre las más usadas se pueden mencionar La Biblia de Bonn (1923) y la Biblia de Herder (1935). Hay varias traducciones más, algunas sólo del NT, y otras fragmentarias.

Fragmento (Mt. 7:8) de una copia antigua (siglos V o VI) de la versión siríaca llamada Pesitta. Esta traducción de la Biblia, que empezó en el siglo II, se hizo directamente del texto hebreo, y los libros deuterocanónicos no fueron traducidos hasta finales del siglo IV. Se encuentra en la British Library con la clasificacón Add Ms. 14470. BM.
Versiones francesas
Las primeras versiones conocidas al francés son una traducción de los Salmos de principios del siglo XII, y de algunos libros del AT y del NT llevadas a Cabo por los Pobres de Lyon, estos últimos al provenzal. En la Biblioteca Nacional de París se hallan sesenta traducciones de la Biblia o de porciones de ella, en prosa o en verso, y que datan de los siglos XIII y XIV.
La primera traducción protestante francesa fue la de Robert Olivétan, primo de Juan Calvino. Fue llevada a cabo bajo el patrocinio de los valdenses de los Alpes, que Farel había conocido en el Sínodo de Chanforans en el 1532. Fue finalizada e impresa en Neuchâtel en 1535. Olivétan se sirvió de los trabajos de sus predecesores, en especial del de Lefèvre d’Etaples, pero basó su texto en los originales hebreo y griego, no en la Vulgata. Su traducción fue posteriormente revisada en el año 1560 por el mismo Calvino, y por Teodoro de Beza en 1588. Debido a las necesidades de modernizar el lenguaje, se llevaron a cabo dos revisiones posteriores, la de Martin, en Holanda (1696/1707). Esta última tuvo un gran éxito, posiblemente a causa de las introducciones y notas de que iba acompañada, y que ayudaban a la comprensión del texto.
En el siglo XIX se hizo sentir, empero, la necesidad de una traducción totalmente nueva, tanto por la mutación lingüística como por los constantes descubrimientos de mss. antiguos y los trabajos de crítica textual, especialmente los de Griesbach, Scholz, Lachmann y Tischendorf, en particular por lo que respecta al texto del NT. Así surgieron:
La Biblia de Lausana (NT, 1839; AT, 1872), obra colectiva de varios teólogos, y con la norma de traducir, siempre que fuera posible, el mismo término hebreo o griego por el mismo término francés.
La Biblia de Segond (1873) fue una abra de siete años de trabajo. El AT está mejor traducido que el NT. Esta versión fue revisada discretamente en 1910, y el NT sufrió una revisión más importante en 1960. Es la versión más difundida en el protestantismo francés.
La Biblia de J. N. Darby (1875). En esta versión el francés sufre debido a lo literal de la traducción; es de una gran fidelidad a los originales y por ello de gran utilidad a los que deseen penetrar en el sentido del texto.
La Versión Sinodal (NT, 1903; AT, 1910), obra colectiva de diversos teólogos franceses por petición de los Sínodos Reformados. Los traductores tenían como objetivo redactar el texto en un lenguaje correcto y fácilmente comprensible. Las variantes de los mss. y las diversas posibilidades de traducción se dan al margen.
La Biblia del Centenario (acabada en 1949), publicada por la Sociedad Bíblica de Francia, bajo la dirección de los profesores H. Monnier, A. Lods y M. Goguel. Se trata de una obra erudita, y con abundantes notas que ponen de manifiesto las tendencias teológicas «liberales» de los traductores, que además han corregido en ocasiones el texto heb. del AT en basse a la LXX, o incluso en base a meras conjeturas.
Otras versiones que se pueden mencionar son:
El AT de Perret-Genti (1866);
el NT de Rilliet (1858), basado sobre el Codex Vaticanus;

Una página de la Biblia Políglota de Alcalá con el texto hebreo del Antiguo Testamento traducción griega con la versiór interlineal latina y en el centro el texto de la Vulgata, Esta edición, emprendida por el car denal español Cisneros, es e primer intento moderno de estudiar científicamente el texto er sus idiomas originales.
el NT de Oltramare (1872), de un estilo excelente, pero que sufre las influencias de las ideas «liberales» del traductor;
el NT de Stapfer (1889), que se aparta del literalismo que caracteriza a la mayor parte de las versiones, y que por encima de todo busca dar el sentido del texto con fidelidad.
Se debe añadir que muchos comentaristas publicaron, junto con sus comentarios, una traducción. Así sucede con Calvino, Reuss, la Bible Annotée, con Bonnet, para no hablar de innumerables comentarios acerca de libros aislados de la Biblia.
Por lo que respecta al campo católico-romano, hay una gran cantidad de traducciones, aunque menos extendidas que las protestantes. Sólo se mencionan las principales:
La Biblia de Lefévre d’Etaples (NT, 1523/24; AT, 1528), hecha sobre la Vulgata, pero con correcciones en base a las lenguas originales. Tuvo un papel muy importante en la preparación de la Reforma francesa.
La Biblia de Lemaître de Sacy (NT, 1667 AT, 1696), es destacable por su calidad literaria, y expresiva del interés jansenista en las Escrituras.
La Biblia de Crampon (1894/1904), que fue la primera versión católica francesa traducida directamente del hebreo y del griego; ha side revisada varias veces.
La Biblia del Cardenal Liénard (1950), que traduce el texto con una gran literalidad.
La Biblia de los Maredsous (1952), que tiene un vigoroso lenguaje, pero que se toma liber tades con el texto.
La Biblia de Jerusalén (1956), aparecida a principio en fascículos, y que es un gran es fuerzo mancomunado de traducción; sin em bargo, las notas son de inspiración sumamente modernista.
Las traducciones judías francesas, que evi dentemente sólo vierten el AT; existen dos: La Biblia del Rabinato francés, bajo la dirección de Zadok Kahn (1899), cuyas notas siguen la exégesis rabínica tradicional. La traducción es por lo general a la vez muy fiel y literaria, pero los pasajes mesiánicos son en ocasiones mal traducidos, o acompañados de notas tendenciosas. La otra, menos conocida, es la de S. Cahen (1831–39), que da el texto hebreo y notas.
La versión más reciente ha sido publicada por «Bibliothéque de la Pléiade», con la colaboración de los profesores Dhorme y Michaeli, en la que se ha intentado prescindir de prejuicios confesionales; en la actualidad se trabaja en la preparación de una versión interconfesional.

Una página de la versión de la Biblia al inglés hecha por los discípulos de Wycliffe entre 1380 y 1384. La copia de donde proviene la fotografía perteneció al duque de Gloucester, el hijo menor de Eduardo III. BM.
Versiones italianas
Se conocen traducciones italianas desde el siglo XIII (por lo general en el dialecto toscano). Del siglo XV se puede citar la de Malermi, impresa en Venecia (1471), para cuya traducción se dispuso de más antiguas traducciones italianas de la Vulgata; también impresa en Venecia fue la traducción de Adam von Ammergau.
En el siglo XVI apareció la traducción de A. Bruccioli (NT, 1530; AT, 1532); fue prohibida e incluida en el Índice de libros prohibidos desde el año 1559, pero fue reeditada tanto en Italia como en Ginebra (1562). También en el exilio produjo J: Diodati su Biblia, en Ginebra. Él era ya ginebrino, pero hijo de padres italianos. Su Biblia, de un depurado estilo literario, apareció en 1607, y una revisión en 1641, y sigue siendo la Biblia de los evangélicos italianos. Los valdenses usan la versión de Diodati revisada, llamada Versione Riveduta; la revisión fue llevada a cabo por G. Luzzi, finalizándola en 1924.
En el ámbito católico-romano se puede citar la Biblia de A. Martini, patrocinada por Benedicto XIV y aparecida entre 1769–1776), traducida de la Vulgata, y que sigue usándose aún. Una versión reciente de la Vulgata es la dirigida por G. Riccioti. A. Vaccari y S. Garofalo han preparado sendas traducciones en base de los originales heb. y gr.
Versiones inglesas
La actividad de traducción bíblica en inglés ha sido fertilísima. No en vano ha sido Inglaterra el foco de difusión de la Biblia durante largo tiempo, mediante la obra de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera.
Las primeras traducciones que se conocen a la lengua anglosajona datan del siglo IX, con traducciones parciales de los Salmos y de los Evangelios, todas ellas basadas en la Vulgata. El primer traductor de la Biblia entera al inglés fue, sin embargo, John Wycliffe, que tuvo la ayuda de Nikolaus de Hereford para la traducción del AT. El NT apareció en 1380, y el AT en 1382. Se conservan alrededor de 170 copias manuscritas, y no fue impresa hasta 1731. John Wycliffe recibió el nombre de «Estrella Matutina de la Reforma» debido a la influencia que se hizo sentir, incluso en el continente, con su traducción.
William Tyndale tradujo el Nuevo Testamento del griego, y parte del Antiguo del hebreo. Su Nuevo Testamento inglés fue el primero en ser impreso (Colonia, 1525). Se produjeron 15.000 ejemplares, impresos por Peter Quentel, pero de los que se conservan pocos debido al extremado celo de las autoridades de Roma en la persecución de esta versión y de su autor. Tyndale murió quemado vivo como hereje en 1536, a la edad de 59 años, en Vilvorde, Bélgica.
Miles Coverdale recibió encargo del rey de Inglaterra de traducir toda la Biblia. Su versión apareció en 1535, y fue la primera Biblia inglesa impresa. En realidad, Coverdale tomó el NT de Tyndale, basándose para el AT en la de Zuinglio y de Leo Jud. En 1537 apareció la Biblia de Thomas Matthew, que murió en la hoguera en 1553 bajo el reinado de María Tudor. En esta edición el Pentateuco y el NT eran de Tyndale; de Esdras a Malaquías eran de Coverdale; de Josué a 2 Crónicas se desconoce su origen. La llamada Gran Biblia, por su formato, fue preparada también por M. Coverdale como revisión de la de Thomas Matthew (1540); la Biblia de Ginebra, aparecida en 1560, vio numerosas reimpresiones hasta 1664; la Biblia de los Obispos apareció en 1568, patrocinada por el arzobispo Barker, y fue traducida por ocho o doce obispos. No tuvo mucho éxito, pero fue autorizada oficialmente.
Sin embargo, esta Biblia de los Obispos fue la base para la famosa King James Bible (Biblia del Rey Jaime) de 1611. En dicha revisión participaron 47 eruditos, pertenecientes a la Iglesia de Inglaterra y al partido de los Puritanos. Ha sido la Biblia por antonomasia del mundo de habla inglesa; fue revisada en 1613, 1629, 1638, 1683 y 1769, y sigue siendo impresa en grandes cantidades y siendo la favorita del mundo anglosajón. Sobre la base de su texto se han preparado valiosísimas concordancias, como la de Strong, la de Cruden, la Analítica de Young, las dos concordancias de Wigram, Englishman’s Hebrew and Chaldee Concordance y Englishman’s Greek Concordance; tanto por el estilo literario como por el papel que ha tenido en la historia espiritual del mundo anglosajón, descuella como un monumento incomparable.
La Revised Version (Versión Revisada) de la Biblia del Rey Jaime apareció entre 1881 (NT) y 1885 (AT). El NT fue revisado en base al trabajo de crítica textual de Westcott y Hort. La revisión fue preparada por un comité de 54 eruditos que pasaron un total de 14, 5 años en su preparación. Otras revisiones posteriores son la Standard Version, publicada en Norteamérica en 1901, y la Revised Standard Version, entre 1946 (N) y 1952 (AT).
Hay varias traducciones nuevas dignas de nota. La del Nuevo Testamento de J. N. Darby (1871), cuya Biblia completa fue publicada en 1890; el AT es debido en gran parte al mismo J. N. Darby, pero completado por W. Kelly. Recibe el nombre de New Translation; esta Biblia sigue siendo reimprimida regularmente; se apoya en los trabajos textuales de Tischendorf, Lachman, Tregelles, Griesbach y otros, pero ponderándolos en base a la línea de Scrivener (véase Texto y versiones clásicas de la Biblia, Texto del NT).
Contemporáneamente han aparecido nuevas traducciones, siendo las principales la New American Standard Translation (1960/1971), la New International Version (1973), la New English Bible (1974), y Good News for Modern Man (NT, 1966; AT, 1979), en la que se ha buscado simplificar mucho el lenguaje.
En el campo católico-romano, se pueden mencionar el NT de Rheims (1582) y la Biblia de Douai, toda la Biblia, traducida de la Vulgata (1609), y que revisada por Challoner sigue gozando de gran favor dentro del catolicismo de habla inglesa; la versión de R. A. Knox de la Vulgata (NT, 1944; AT, 1949); la versión sobre el texto original de F. A. Spencer, NT, 1937; también la llamada Westminster Version, NT, 1947, publicada en Norteamérica.
En el seno del judaísmo americano merece mención la versión del AT al inglés de la Jewish Publication Society (Filadelfia, 1917); en 1982 se finalizó una nueva traducción, efectuada por un comité.
En el campo de las traducciones interconfesionales, se debe destacar el ambicioso proyecto de la editorial Doubleday, de New York, con la publicación de la Anchor Bible, de la que se han publicado hasta la fecha treinta y seis volúmenes, en los que han participado cuarenta y cuatro eruditos, en tanto que otros veintidós están trabajando en los veintisiete volúmenes de futura aparición. Los traductores son protestantes, católicos y judíos, y sus directores son William F. Albright (hasta su muerte en 1971) y David N. Freedman. En ella aparecen abundantes notas filológicas y textuales.

Primera página del Deuteronomio en el Pentateuco de Constantinopla (1547). Arriba la versión del arameo de Onquelos. En el centro las versiones en caracteres hebreos del texto ladino (español antiguo), original hebreo y judeogriego. En la parte inferior los comentarios de Rashi. Estas ediciones de la Biblia eran muy comunes en las comunidades judías españolas de antes de los Reyes Católicos. ABM.
Versiones portuguesas
En lengua portuguesa han aparecido a lo largo de los siglos varias traducciones parciales de las Escrituras. Se pueden mencionar, entre otras, tres versiones completas de la Biblia: la de J. Ferreira de Almeida (NT, 1681; AT, traducido por sus continuadores, 1748/53); es la acreditada y difundida por las Sociedades Bíblicas Unidas; las dos versiones católicas, de A. Pereira de Figueiredo, publicada en 23 volúmenes (1778–99), traducida de la Vulgata, y cuya revisión de 1819 es todavía usada; y la de Matos Soares (NT, 1930; AT, 1934), que es la más usada en la actualidad en el seno del catolicismo portugués.
Versiones españolas
a) En castellano
Los restos más antiguos existentes de una traducción entera de una Biblia al castellano son los de la llamada Prealfonsina, que se conservan en El Escorial, y que data del siglo XIII; los de la Biblia Alfonsina, también del siglo XIII, y la Postalfonsina (siglo XIV), que es en realidad una línea de varias versiones muy semejantes, en las que participaren judíos no conversos y conversos; sólo se trabajó sobre el AT.
Del siglo XV, la más célebre Biblia es la llamada Biblia de Alba, que está constituida por el AT íntegro, y que fue preparada entre 1422 y 1433 por Moisés Arragel, rabino de Guadalajara, que la vertió directamente del hebreo. Fue patrocinada por Luis de Guzmán, maestre de Calatrava, que asumió la protección del rabino. Tiempo después, la Biblia pasó a ser posesión de la casa de Alba (de ahí su nombre). En 1922 se llevó a cabo una edición facsímil de esta Biblia, con una tirada de sólo 300 ejemplares. Hacia 1450 apareció también una traducción de parte del NT, directamente del griego, de Martín de Lucena, comprendiendo los cuatro Evangelios y las epístolas de San Pablo; no se conserva ningún resto de esta obra, patrocinada por el marqués de Santillana. Posiblemente, ésta fuera la primera traducción directa del NT griego al castellano.
En 1533 apareció la llamada Biblia de Ferrara, que comprendía únicamente el AT, traducido directamente del hebreo por Yom Tob. Atías y Abram Usque, que en la dedicatoria al duque de Ferrara usaron los seudónimos «cristianos» de Jerónimo de Vargas y Duarte Pinel. Se trata de una traducción sumamente literal, que vio sucesivas reimpresiones en Amsterdam (1611) y en Venecia (1617).

Portada de la traducción de la Biblia al alemán por Martin Lutero (1534).
El Nuevo Testamento de Francisco de Encinas, traducido directamente del griego, apareció en 1543. Fue dedicado al emperador Carlos V, pero fue prohibido debido a la filiación reformada del traductor.
El Nuevo Testamento de Juan Pérez de Pineda apareció en 1556. En realidad se trata de una revisión del NT de Encinas; esta edición fue la que introducía clandestinamente en España Julián Hernández, que moriría en la hoguera por sus empeños en pasar y difundir la Palabra de Dios entre sus compatriotas.
La Biblia del Oso fue la culminación de todos estos esfuerzos previos. La primera Biblia castellana completa, traducida de los originales hebreo y griego por Casiodoro de Reina, vio la luz en 1569 en Basilea, en la imprenta de Tomás Guarín, con una tirada inicial de 2.603 ejemplares en edición Princeps. Entre sus características cabe destacar que se incluían los libros apócrifos, y que había una gran abundancia de notas marginales, y con una «Amonestación al lector». Hay unos 32 ejemplares conocidos en todo el mundo; en España los hay en Barcelona, La Laguna, León, Madrid, Oviedo, Sevilla y Valencia. Con ocasión del IV centenario de la Biblia del Oso, la oficina de las Sociedades Bíblicas Unidas en España, bajo el impulso de su entonces secretario ejecutivo, don José Flores Espinosa, dispuso una magnífica reedición en facsímil, que fue publicada en Madrid en 1970.
La Biblia de Cipriano de Valera fue la revisión de 1602 de la Biblia de Reina. Valera dedicó veinte años a la tarea de cotejarla con los textos hebreos y griegos y con otras versiones. Valera eliminó las notas marginales y agrupó todos los libros apócrifos entre ambos Testamentos. Su revisión circuló durante mucho tiempo sólo con su nombre, sin mencionar el de Casiodoro de Reina, cosa que no sucede en la actualidad, reconociéndose la obra de ambos. La revisión de Valera conoció otras revisiones en los años 1862, 1909, 1960 y 1977, estando en circulación estas tres últimas. La versión Reina-Valera es la Biblia por excelencia del protestantismo de habla castellana, tanto en España como en la América hispana, y ha sido empleada maravillosamente por Dios para la conversión y crecimiento de muchas almas a lo largo de la historia, y, gracias a las mencionadas revisiones, sigue manteniendo su vigencia en la actualidad. Traducida en el Siglo de Oro, es de una excelente calidad literaria, y tanto el cuidado de su traductor, Reina, como de su primer revisor, Valera, y de los que le siguieron, han dado una versión fiel y ajustada de la Palabra de Dios en la línea del texto masorético para el AT, y del Textus Receptus en el NT (véase Texto y versiones clásicas de la Biblia, El texto del Nuevo Testamento). Menéndez Pelayo trató de desprestigiarla en su obra Historia de los heterodoxos españoles, con unas palabras poco elogiosas hacia Reina: «Sabía poco hebreo, y se sirvió de la traducción latina de Santes Pagnino …», aunque sí reconoce su mérito literario y esmero en la traducción. Sin embargo, se debe cuestionar aquí la objetividad de Menéndez Pelayo, que no sentía muchas simpatías por la Reforma ni por los que la sostuvieron con su esfuerzo.
Cipriano de Valera sí publicó, sin embargo, una traducción propia del Nuevo Testamento hecha del original griego, publicada en Londres en 1596, siendo a la sazón catedrático de griego en la Universidad de Oxford, después de haber huido de España, donde había sido monje en el Convento de San Isidoro del Campo, al igual que Casiodoro de Reina, y después de haber pasado muchas vicisitudes.
En el siglo pasado se hicieron varios esfuerzos y traducciones parciales de la Biblia, algunas del Nuevo Testamento íntegro, entre las que se pueden citar el NT traducido del griego por Guillermo H. Rule, y publicado en tres tomos que salieron sucesivamente en Gibraltar (Los Cuatro Evangelios, 1841) y Londres (Hechos a 2 Corintios, 1877; Gálatas a Apocalipsis 1880). Otra versión es la de Guillermo Norton y Juan Calderón muy literal, que vio dos ediciones (Edinburgo, 1858; Barcelona, 1870). No obstante, el mejor esfuerzo que vio el siglo XIX fue la traducción de toda la Biblia llevada a cabo por H. B. Pratt, que fue finalizada en 1893. Lamentablemente, no ha sido apreciada en toda su valía. Fue revisada en 1923, y vio sucesivas reediciones, la última de ellas en 1961. Es la conocida comúnmente como Versión Moderna (V.M.). Por lo que respecta al campo católico-romano, no hubo ninguna versión de la Biblia al castellano hasta que se levantó la prohibición de publicar Biblias en lengua vulgar. En 1782 la Inquisición española promulgó un decreto que permitía la publicación de Biblias, con la condición de que fueran acompañadas siempre de notas «aclaratorias» en los pasajes problemáticos, y sometidas a la previa censura eclesiástica. Aparte de diversas traducciones parciales de los Salmos, Proverbios, Evangelios, etc., el escolapio Felipe Scío de San Miguel, obispo de Segovia, emprendió una traducción de la Vulgata Sixto-Clementina, que fue publicada entre los años 1791–93 en diez volúmenes. Esta obra vio muchas reimpresiones. Además de las ediciones autorizadas, fue publicada clandestinamente sin notas, por las Sociedades Bíblicas; se pueden citar el NT de Scío impreso en Barcelona (1820), la Biblia entera en Londres (1821); otra edición preparada en París y sin los apócrifos (1823); una edición similar a la anterior, hecha en Barcelona (1837), y la edición del NT preparada por George Borrow (Don Jorgito el Inglés), impresa en Madrid (1837), y que Borrow mismo se encargó de distribuir por una España desgarrada por la sangrienta primera guerra carlista. Menéndez Pelayo la calificó de «desdichadísima», insulto que ha sido vigorosamente contestado por diversos biblistas católicos (cfr. Gran Enciclopedia Rialp, art. «Biblia», VI, vol. 4, p, 187). J. M.a Casciaro Ramírez afirma, en el citado artículo: «Desde el punto de vista técnico, el trabajo de Scío es muy valioso.»

Primera edición de la Biblia llamada de Rheims-Douai, hecha por católicorromanos ingleses en el norte de Francia en 1609–1610. BM.
El siglo XIX vio la publicación de la famosa Biblia de Torres Amat, realizada por Felipe Torres Amat, posteriormente obispo de Astorga. Su versión fue primeramente publicada en Madrid (1823–25) en nueve volúmenes. Esta traducción de la Vulgata fue muchas veces reimpresa, y ha sido muy apreciada en el seno del catolicismo hispano. A semejanza de la de Scío, también vio varias ediciones clandestinas para su uso en la obra de colportorado (NT, Londres, 1839, 1852; la Biblia entera, sin notas ni libros apócrifos, Nueva York, 1856).
También, a partir del Decreto de la Inquisición, se desenterraron muchas obras que permanecían inéditas desde el siglo XVI; así, pudieron ver la luz las traducciones de fray Luis de León del Cantar de los Cantares y del libro de Job (Salamanca, 1798 y 99, respectivamente), el Salterio de fray Luis de Granada (1801), y varias otras.
Ha sido el siglo XX el que ha visto un gran esfuerzo dentro del campo católico en la preparación de versiones de la Biblia. En 1944 la Editorial Católica lanzó la versión Nácar-Colunga de la Biblia, primera versión católica de los textos originales; sus traductores fueron el canónigo de Salamanca Eloíno Nácar, y Alberto Colunga, O. P., profesor de Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad de Salamanca. Las posteriores revisiones han mejorado la precisión y pulcritud del lenguaje. Ha merecido muchas ediciones posteriores, y ocupa un lugar prominente entre las versiones bíblicas en lengua castellana. Otras versiones que se pueden mencionar en el campo católico son la de José Straubinger (1944), también muy difundida; la Biblia de Bover-Cantera, con aparato crítico (1947), la Biblia de Ediciones Paulinas, que es una cuidada traducción; la Biblia de la Editorial Herder (1964); la de Felipe Fuenterrabía (1964); la Biblia de Jerusalén, que es una traducción secundaria procedente de la Biblia de Jerusalén en francés, dirigida por Roland de Vaux (1971); la Nueva Biblia Española, de Juan Mateos y Alonso Schökel, que se esfuerza en presentar el texto bíblico en castellano moderno (1975). Finalmente, en 1975 la Editorial Católica publicaba la traducción de Cantera-Iglesias, con numerosas notas filológicas para los estudiosos.

Ejemplar de la primera edición de la versión de Tyndale. BM.
Una característica que se debe señalar en la totalidad de las versiones católicas, sin embargo, es su manipulación constante de Mateo 1:25. En efecto, la Biblia enseña la concepción virginal del Señor Jesús, en Su encarnación en el seno de María. Pero la doctrina romana sobre este punto, que siempre ha buscado la exaltación de María hasta colocarla a la par de Jesucristo, si no por encima de Él, mantiene tenazmente su virginidad perpetua. Ello se enfrenta totalmente con la estructura del texto griego de Mateo 1:25, cuya traducción correcta debe ser: «Pero [José] no la conoció [carnalmente] hasta que ella dio a luz un hijo.» Este texto es torcido en las versiones católicas, que lo traducen de la siguiente forma: «La cual, sin que él antes la conociese, dio a luz un hijo.» De esta manera se esquiva la estructura del texto griego, en el que el tiempo verbal y la preposición heõs señalan con toda precisión que José no tuvo relación carnal con María hasta haber nacido Jesús. Del mismo modo, y de manera uniforme, se despacha el tema de los hermanos de Jesús (por parte de María) en las notas con el comentario de que los semitas usaban este término de una manera muy amplia; se descuida con ello que Lucas, como Mateo y Marcos, escribieron en griego, y usaron un término que en griego, en un contexto de relación familiar, significa literal y propiamente hermano carnal, existiendo otros términos para expresar el término de primos o parientes (véase Hermanos de Jesús). Con ello, en aras de un dogma arbitrario y sin apoyo bíblico, se lleva a cabo una indefendible manipulación del texto.

Portada de la edición inglesa de la Biblia hecha bajo los auspicios del arzobispo Cranmer (1539).
En el campo evangélico, el siglo XX ha sido testigo también de toda una serie de revisiones y traducciones que han procurado acercar el texto de la Biblia al lector actual. Ya en 1909 se publicaba la revisión de Reina-Valera, para adecuarla a las necesidades del lector de principios de siglo. Se han hecho sucesivas ediciones, y continúa manteniéndose presente, a pesar de un estilo que evidentemente ya no es el literario actual, pero que rezuma acierto y buen gusto; el Nuevo Testamento de la Versión Hispanoamericana fue publicado en 1916; preparado por una comisión de seis traductores protestantes, de origen español, iberoamericano y anglosajón, se basó en el aparato crítico de Nestlé; el Nuevo Testamento de Pablo Besson apareció en 1919 en Buenos Aires. Sigue mayormente el Textus Receptus, y da numerosas notas explicativas en pie de página, algunas de ellas doctrinales, otras lingüísticas. Ha visto dos reimpresiones, en 1948 y 1980; en 1960 las Sociedades Bíblicas Unidas publicaron su revisión de la Biblia de Reina-Valera. En esta revisión se actualizaba el castellano, se eliminaba una multitud de términos arcaicos, y se recogían algunos de los resultados de la crítica textual, tanto del AT como, especialmente, del NT. Ha visto numerosas reimpresiones de diversas editoriales, con y sin notas, Biblias de estudio, porciones para evangelización, y ha merecido una gran aceptación dentro del cristianismo evangélico de habla castellana; en 1966 apareció la llamada Versión Popular, subtitulada variadamente Dios habla al hombre, Dios llega al hombre. Ha sido un intento de traducir la Biblia a un lenguaje sumamente claro para el «hombre de la calle». A este fin se ha reducido mucho el léxico y se han simplificado las estructuras gramaticales. Las Sociedades Bíblicas Unidas, que habían preparado esta versión especialmente para Iberoamérica, lanzaron en España, en 1979, el Nuevo Testamento, titulado Dios habla al hombre, con el lenguaje revisado al uso peninsular. Aunque es muy loable el propósito de sus impulsores, se debe lamentar que en no pocos pasajes esta versión distorsione el texto bíblico y falsee su significado. Dejando aparte la concesión al dogma católico que se hace en Mateo 1:25, y que le ha merecido la aprobación de las jerarquías católicas, hay otras alteraciones más graves, como la exclusión del término «justificación» en Ro. 3:24; la exclusión del término «sangre» en relación con la expiación, sustituyéndola por «muerte» (cfr. Col. 1:20); la exclusión asimismo del término «gracia», con toda su carga doctrinal (cfr. Ef. 2:8). Aunque literariamente la Versión Popular sí haya conseguido su objetivo de dar un texto comprensible a un gran sector de la población en lenguaje actual, ha sacrificado innecesariamente una serie de conceptos que se podían y debían haber expresado; en una línea distinta, logrando un equilibrio entre un lenguaje actual, accesible «al hombre de la calle», y a la vez un fiel reflejo del original, se pueden citar el Nuevo Testamento de La Biblia de las Américas (1973), una traducción de la versión inglesa New American Standard, pero cuidadosamente cotejada con el original griego; otra traducción secundaria, pero también de gran fidelidad al original, e incorporando los últimos trabajos en crítica textual, es el Nuevo Testamento Nueva Versión Internacional (1979); en una línea asimismo equilibrada, la Editorial Clíe de Terrassa, España, patrocinó la Revisión 1977 de la Biblia de Reina-Valera. Para esta revisión se han tenido en cuenta los avances de la crítica textual, tanto del AT como del NT; también se ha buscado reflejar de una manera más exacta que en las anteriores revisiones la interrelación de las partes de la oración en el original griego, y ello de una manera que sea accesible al lector moderno. Con numerosas notas lingüísticas, la acentuación de nombres propios del AT siguiendo el original heb., y explicación de figuras de lenguaje, es el fruto de un trabajo de equipo de expertos en lingüística, exegetas, profesores y estilistas de España y de diversos países iberoamericanos, y es la más sistemática puesta al día del lenguaje de la Biblia para uso de los evangélicos de habla castellana.
b) En catalán
Son muchas las traducciones de la Biblia al Catalán, en todo o en parte, que se conocen desde el siglo XII. En el siglo XIII se prohibió la difusión de Biblias en lengua vulgar por disposición del Concilio de Tarragona (1235). La primera traducción de la Biblia entera al catalán data de 1287/90, y fue llevada a cabo por Jaume de Montjuich por encargo del rey Alfonso II de Aragón. En la Bibliothèque Nationale de París se conservan un Psalteri y Nou Testament que parecen pertenecer a esta versión. También del siglo XIII es la Biblia rimada, que comprende el libro de los Salmos y partes de los Evangelios, de Romeu Sa Bruguera. De 1319 hay constancia de otra traducción de toda la Biblia al catalán, pues el 23 de noviembre de este año el rey Jaime II de Aragón recibía un ejemplar que había sido propiedad del infante don Jaime. Hay eruditos que opinan que se puede identificar esta versión con el Códice Peiresc, conservado en la Bibliothèque Nationale de París.
A principios del siglo XV aparece la versión de toda la Biblia, en el dialecto valenciano, del hermano de San Vicente Ferrer, Bonifacio. En 1490 aparecía en Venecia el Psalteri de Joan Roís de Corella, que fue reimpreso en facsímil en Sant Feliu de Guíxols en 1929 por J. Barrera. En el signo XVI se conoce la reedición de la Biblia de Bonifacio Ferrer. La prohibición de las versiones en lenguas vulgares, junto con la posterior decadencia de la lengua catalana, llevaron a la inexistencia de nuevas traducciones de la Biblia hasta 1832. En este año se publicaba en Londres Lo Nou Testament de nostre Senyor Jesu-Christ, traducido de la Vulgata latina, pero cotejando con el texto original. Su traductor fue un exiliado liberal, J. M. Prat Colom, que aceptó el encargo hecho por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Este Nou Testament marcó el inicio del renacimiento de la lengua catalana (Renaixenca). Se hicieron dos ediciones posteriores: Barcelona (1836) y Madrid (1888).
Durante la primera mitad del siglo XX se llevaron a cabo varias versiones parciales de las Escrituras; un intento ambicioso quedó truncado, el de una Biblia completa bilingüe latíncatalán. Entre 1928–29 se publicó todo el NT, y entre 1932 y 1935 varios libros del AT, los Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Isaías y Jeremías, además de dos libros apócrifos. En 1927, la Fundació Bíblica Catalana iniciaba la publicación de la Biblia en 14 volúmenes, que culminaría en 1948; es la conocida con el nombre de Biblia de Cambó, así llamada en honor al patricio catalán F. Cambó, que hizo posible este proyecto con su mecenazgo y protección. En 1968 la misma Fundació ofrecía una nueva versión catalana, de gran excelencia literaria. Por su parte, los monjes de Montserrat prepararon su monumental verión en varios volúmenes, que difundieron en 1970 en una edición de tamaño de bolsillo. En 1980, la Editorial Claret lanzaba su propia traducción del NT del original griego, con un catalán ágil y fácilmente comprensible. Por parte evangélica, la Fundació Bíblica Evangèlica publicó en 1970 L’Evangeli segons sant Marc, que buscaba ser el inicio de un Nou Testament Catalán evangélico. Sin embargo, se acabó en cooperación con biblistas católicos, produciendo un Nou Testament patrocinado conjuntamente por la Associació Bíblica de Catalunya, Fundació Bíblica Evangèlica de Catalunya, Publicacions de l’abadia de Montserrat y Sòcietats Bíbliques Unides, publicado en el año 1979. Sin embargo, en esta cooperación «interconfesional» se tuvo que ceder en el aspecto mariológico, apareciendo enél, como en todas las versiones puramente católicas, la ya mencionada manipulación del texto de Mt. 1:25. Por lo demás, se trata de una traducción digna en un catalán popular, preciso y directo.

Portada de la primera edición completa de la Biblia al castellano que fue publicada en Basilea en el año 1569. Denominada la Biblia del Oso por el grabado—marca de impresor—que lleva, esta traducción de las Escrituras es producto de nuestro Siglo de Oro y es de lo mejor que ha producido el genio de la lengua española. La traducción original fue hecha por Casiodoro de Reina, un antiguo monje del Monasterio de San Isidoro del Campo, cerca de Sevilla, y fue corregida en 1602 por un correligionario suyo, Cipriano de Valera.

Benito Arias Montano, el eminente erudito en lenguas clásicas del siglo XVI, quien dirigió, bajo la guía del cardenal Jiménez de Cisneros y el patrocinio del rey de España Felipe II, los trabajos de traducción y edición la Políglota de Amberes (o Políglota Real), que mejora la edición de la Biblia Políglota Complutense. (Grabado de Felipe Calle en el Virorum doctorum de disciplinis effigies, XLIII, Amberes, 1572. Museo Plantino, Amberes.)
c) En vascuence
La primera versión vasca que se conoce es la del NT de Juan de Lizárraga, que se editó en La Rochela (1571), y del que se hicieron varias reediciones; una traducción parcial del AT (Génesis-Éxodo 22:6) es la debida a Pedro de Urte. Esta obra permaneció inédita desde 1700 hasta 1894, cuando fue publicada en Oxford por E. Thomas.
La primera Biblia completa en vascuence fue la de J. A. Uriarte, patrocinada por el príncipe Luis Luciano Bonaparte; se trata de una traducción de la Vulgata y de la castellana de Scío, y que apareció en Londres entre 1859/65. Después de ésta se hicieron varias versiones parciales a diversos dialectos vascos.
Actualmente existe la Biblia debida a Olabide, que en 1931 finalizó el NT en traducción directa del griego al vascuence; en 1958, F. Echevarría publicaba la Biblia de Olabide, cuyo AT había quedado prácticamente acabado en 1942.
d) En gallego
En esta lengua se pueden mencionar dos versiones del Nuevo Testamento: Novo Testamento, debido a Casado Nieto (Barcelona, 1974), y O Novo Testamento, traducido éste del griego, dirigido por Andrés Torres Quiroga (Vigo, 1980).
e) En bable, la lengua del Principado de Asturias, se puede citar el Santu Evanxeliu de nuestru Señor Xesucristu, debido también al patronazgo del principe Luis Luciano Bonaparte, y publicado en Londres en 1871; la Sociedad de Bibliófilos Asturianos llevó a cabo una reimpresión limitada a 250 ejemplares (Luarca, 1972).

Retrato de Casiodoro de Reina, el primer traductor de la Biblia al castellano y que publicó en la ciudad de Basilea en el año 1569.
f) Para finalizar el católogo de lenguas españolas, se puede citar un raro Evangelio según San Lucas, Embea e naraja Lucas, publicado en caló o romaní, el idioma de los gitanos españoles. Esta obra se debe a George Borrow (del que se cuenta que ganó una apuesta a un gitano, demostrando que sabía hablar el caló mejor que él). De este evangelio se hizo una tirada de 250 ejemplares en Madrid (1837). En 1872 se imprimió una edición revisada.
Sólo se puede hacer una relación muy somera de las versiones que se han hecho en las diversas lenguas del mundo. En la actualidad, los Traductores Bíblicos Wycliffe están dedicados, ya desde hace décadas, a traducir la Biblia a las lenguas de las tribus y grupúsculos lingüísticos de todo el mundo. Muchísimas tribus ya cuentan con el NT, un gran número con la Biblia entera, y se está trabajando en la traducción de los Evangelios o finalizando el NT en gran número de lenguas del mundo, desde la Polinesia hasta el África negra y las selvas del Amazonas. Sólo en el cielo se podrán llegar a conocer las ingentes penalidades y esfuerzos llevados a cabo por tantos dedicados misioneros y traductores que buscan llevar la Palabra de Dios a cada tribu y lengua y nación.
Bibliografía:
Sobre la Biblia en castellano:
M. a S. Joseph: Bibliografía crítica sacra et profana, Madrid, 1740–1942; J. Amador de los Ríos: Estudios históricos, críticos y literarios sobre los judíos de España, Madrid, 1848; George Borrow: The Bible in Spain, Londres, 1843 (la traducción de este libro por Manuel Azaña lleva el título La Biblia en España, Madrid, 1921); J. Llamas: Biblias medievales romanceadas: Biblia Medieval romanceada judio-cristiana, versión del Antiguo Testamento en el siglo XVI, sobre los textos hebreo y latino, edición y estudio introductorio, Madrid, 1950; Francisco Vindel: Manual de conocimientos técnicos y culturales para profesionales del libro, Madrid, 1948; L. Juan García: Los estudios bíblicos en el siglo de oro de la Universidad salmantina, Salamanca, 1921; M. R. Pazos: En torno a Arias Montano y su Biblia.
Cartas inéditas. Archivo Iberoamericano n.° 2, Madrid, 1942; Marcel Bataillon: Erasme et I’Espagne, París, 1937 (hay traducción castellana); Juan Antonio Llorente: Historia crítica de la Inquisición en España, desde su establecimiento por Fernando V hasta el reinado de Fernando VII, París, 1817–1818; Federico Pérez Castro: La Biblia Regia de Arias Montano, monumento de ecumenismo humanista en la España del siglo XVI, Ed. Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, Madrid, 1973; Justo L. González: Luces bajo el Almud, Ed. Caribe, 1977; Samuel Vila y Darío A. SantaMaría: Enciclopedia Ilustrada de Historia de la Iglesia, Ed. Clíe, 1979; José Flores: Historia de la Biblia en España, Ed. Clíe, 1978. Nuevo Testamento (Traducción, introducciones y notas por José María González Ruiz), PPC, 1981; Pablo E. Le More: Nuestra Biblia Española, Ed. Sociedad Bíblica, Madrid, 1980; Católogo de la Exposición de Biblias antiguas y modernas (Fundación Reina-Valera, 1981); artículo «Biblia» en Gran Enciclopedia Rialp, Madrid, 1974.
Otras lenguas:
Artículo «Biblia», en Gran Enciclopedia Catalana; F. F. Bruce: The Books and The Parchments (Pickering and Inglis, Londres, 1975); A. C. Brown: Translations of the English Bible (Bible Truth Publishers, Oak Park, Illinois, 1970); D. M. Beegle: «What does The Bible Say?—Translations speak in many tongues», en Biblical Archaeology Review, vol. VIII, n.° 6, nov./dic. 1982.
Sobre los principios de traducción:
Luis Alonso Schökel: El hombre de hoy ante la Biblia, Barcelona, 1959; James Barr: Semantics of Biblical language, Oxford University Press, 1968; Carlo Buzzetti: «Traduzione della Biblia e inspirazione della “settanta”», en Rivista Biblia, n.° 20, Roma; Tulio de Mauro: Introduzione alla semantica, Bari, 1970; E. Nida: Toward a Science of translating, Londres, 1964; varios: The International Critical Commentary, T. & T. Clark; varios: The Cambridge history of the Bible, Cambridge University Press; W. W. Wonderly: Bible translations for popular use, Ann Arbor, 1968; Neville Cryer: Bibles across the world. The history of the British and Foreign Bible Society now in its 175th year, Mowbrays, Londres; Gonzalo Báez – Camargo: Breve historia del canon bíblico, Ed. Luminar, México, 1980; Hans Volz: Martin Luthers Deutsche Bibel, Friedrich Wittig, Hamburg, 1978; Max Zerwick: Analysis philologica Novi Testamenti Graeci, Instituto Bíblico Pontificio, Roma, 1966; Burce M. Metzger, Carlos Martini y otros: A textual Commentary on the Greek New Testament, Sociedades Bíblicas Unidas, Londres – Nueva York, 1975.

EL VESTIDO EN EL ANTIGUO ORIENTE A TRAVÉS DE LOS SIGLOS
1. Ceñidor de lomos (semita, hacia el 1800 a.C.).—2. Pieles de animales.—3. Túnica masculina.—4. Manto masculino.—5. Vestido popular en Palestina en el siglo I.—6. Traje usado por los ciudadanos de la diáspora helénica.—7. Vestido femenino de Palestina, hacia el siglo I.—8. Sumo sacerdote.—9. Atuendo usado para la oración.—10. Vestimentas reales hebreas.—11. Toga romana.—12. Sacerdotisa pagana.—13. Vestidos comunes en Egipto (masculino).—14. Vestidos usados por las mujeres en Egipto.—15. Traje babilónico ( segundo milenio a.C.).—16. Asirio ( primer milenio a.C.).—17. Persa.