Onésimo

Gr. 3682 Onésimos, Ὀνήσιμος = «útil, provechoso». Esclavo fugitivo de Filemón y convertido por el ministerio de Pablo en Roma, lit. «engendrado en mis prisiones» (hon egénnesa en tois desmoîs mu, ὅν ἐγέννησα ἐν τοῖς δεσμοῖς μου, Flm. 10). El Apóstol escribió en su favor y lo volvió a enviar a su dueño cristiano, pidiéndole que lo acogiera, no como esclavo, sino como hermano querido (vv. 10–19). Acompañado por Tíquico, Onésimo llevó de Roma a Colosas las epístolas a los Colosenses y a Filemón (Col. 4:7–9).
A juzgar por estos datos, Onésimo era natural, o al menos residente, de Colosas, pues dirigiéndose a los colosenses dice Pablo que Onésimo «es uno de vosotros» (hón estin ex hymôn, ὅν ἐστιν ἐξ ὑμῶν, Col. 4:9). Esta expresión confirma la presunción ya evidente en su nombre griego de que se trataba de un gentil, no de un judío, como algunos tratan de ver en la frase: «que lo recibas ahora para siempre; ya no como a un esclavo, sino más que esclavo, como a un hermano amado, especialmente para mí [málista emoí, μάλιστα ἐμοί], pero con mayor razón para ti, tanto en la carne como en el Señor» (Flm. 16).
Los esclavos eran abundantes en Frigia, y el mismo nombre de «frigio» era casi sinónimo de «esclavo». Las huidas eran frecuentes, y Pablo se implicó personalmente en el proceder cristiano sobre el comportamiento correcto entre amos y esclavos, incluso respecto a los esclavos fugitivos, que solían ser sometidos a crueles castigos. No sabemos los motivos de la huida de Onésimo; Pablo dice a Filemón que si en algo le hizo daño o le debía, lo pusiera en su cuenta (v. 18). Tampoco se sabe el tiempo transcurrido entre la huida de Onésimo y su conversión al cristianismo, ya que la expresión «por un tiempo» (pros horan, πρὸς ὥραν, v. 15) es demasiado ambigua. La condición de preso de Pablo pudo atraer la simpatía de un fugitivo como Onésimo, que quizá ya había entrado en contacto con personas cristianas. Algunos de los últimos Padres afirman que Onésimo fue liberado y posteriormente nombrado obispo de Berea, en Macedonia (Constituciones Apostólicas 7, 46), pero con poco fundamento. Otros dicen que volvió de nuevo a Roma y murió como mártir durante la persecución de Nerón, pero posiblemente se debe a un error.
Respecto a la esclavitud, el Apóstol no la condena expresamente, ni mucho menos propone medidas violentas o revolucionarias contra ella, pero al asentar los principios de la fraternidad, sentó las bases morales de su posterior abolición. Véase ESCLAVITUD, FILEMÓN.