LAVAR, LAVAMIENTO

Heb. 7364 rajats, רחץ = «lavar [el todo o una parte de algo], limpiar, bañar» (Gn. 18:4; 19:2; 24:22; Ex. 29:4; Lv. 15:21; 2 Sam. 11:8; etc.); gr. 3068 lúo, λούω, referido a todo el cuerpo: «El que se ha lavado [lelumós, λελουμός] no tiene necesidad de lavarse más que los pies, pues está todo limpio» (Jn. 13:10); nipto, νίπτω, denota solo una parte; 909 baptismós‚ βαπτισμός, significa el acto de lavar, lavamiento por inmersión, ablución, con especial referencia a la purificación; 3067 lutrón, λουτρόν, «baño, lavadero», relacionado con el vb. 3068 lúo, λούω, se usa metafóricamente referido a la Palabra de Dios como el instrumento de la purificación espiritual (Ef. 5:6) y del «lavamiento de regeneración» (Tit. 3:5).
Los judíos tenían dos tipos de lavamiento, uno para propósitos religiosos de purificación, tabal, טָבַל, que incluía todo el cuerpo; se empleaba en la consagración de los sacerdotes, y se aplicaba como rito de iniciación a los > prosélitos. Otro, que era el lavado ordinario de manos y pies, llamado tsabá, צָבַע, se practicaba a diario y se aplicaba también a los vasos y recipientes utilizados en las comidas (Mt. 25:2; Mc. 7:3, 4). Las seis tinajas de agua mencionadas en la boda de Caná servían a ese propósito (Jn. 2:6).
Después de ser consagrados, Aarón y sus hijos fueron lavados una vez por Moisés, pero desde entonces se demandaba continuamente que, cuando llevaran a cabo su servicio, se lavaran solamente las manos y los pies en la fuente (Ex. 40:12, 30–32), lo que recuerda el mencionado dicho de Cristo: quien ha sido lavado totalmente nunca necesita volverse a limpiar de esta manera, «está limpio del todo», aunque, a fin de tener parte con Cristo, necesita, debido a la contaminación adquirida en el camino, que sus pies sean lavados (cf. Jn. 13:5–14). Los fariseos multiplicaron los actos por los que uno podía quedar contaminado, lo que requería frecuentes lavamientos ceremoniales, criticados por Jesús. Por eso los discípulos fueron acusados de «no lavarse las manos», no en sentido ordinario, sino ritual, según su costumbre: «Los fariseos y todos los judíos, si no se lavan las manos hasta la muñeca, no comen, porque se aferran a la tradición de los ancianos» (Mc. 7:2–3). Véase ABLUCIÓN, BAÑO, BAUTISMO.