IMPUESTOS, RECAUDADOR

IMPUESTOS, RECAUDADOR DE Un agente u obrero por contrato que recaudaba impuestos para el gobierno durante los tiempos bíblicos. La palabra griega recaudador de impuestos se traduce indebidamente como publicano. Los publicanos eran hombres adinerados, quienes casi nunca eran judíos, que pactaban con el gobierno romano para encargarse de los impuestos de un distrito en particular del estado imperial romano. A estos publicanos muchas veces los respaldaba la fuerza militar.
En contraste con esto, los recaudadores de impuestos a los que hace referencia el Nuevo Testamento (con la posible excepción de → ZAQUEO) eran empleados por publicanos para recoger el dinero en las áreas restringidas donde vivían. Estos hombres eran judíos, comúnmente no muy adinerados, que podían ser vistos en el templo (Lc 18:13). Tal vez estaban familiarizados con el pueblo al que le recogían los impuestos.
Estos recaudadores de impuestos recogían varios tipos de impuestos. Roma le exigía a los judíos un impuesto por la tierra, uno de peaje y hasta uno para la operación del templo. Las distinciones entre el tipo de dominio, que una provincia determinada recibía, dictaba los tipos de impuestos que su pueblo tenía que pagar. Por ejemplo, debido a que algunas provincias, como Galilea, no estaban bajo un gobernador imperial, los impuestos se quedaban en la provincia en lugar de ir al tesoro imperial en Roma. Estas diferencias dentro del sistema de impuestos motivó a los fariseos en Judea (una provincia imperial) a preguntarle a Jesús: «Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no?» (Mt 22:17).
Como clase, los recaudadores de impuestos eran despreciados por sus compañeros judíos. Eran generalmente clasificados como «pecadores» (Mt 9:10–11; Mc 2:15), quizás porque se les permitía recaudar más de lo que requería el gobierno y entonces quedarse con el restante. Juan el Bautista se ocupó de esto cuando urgió a los recaudadores de impuestos a que no recaudaran más dinero del necesario (Lc 3:12–13). Pero aun así, se odiaba a los recaudadores de impuestos porque sus conciudadanos los percibían como mercenarios que trabajaban para un opresor extranjero del pueblo judío.
Sin embargo, Jesús estableció un nuevo precedente entre los judíos al aceptar y asociarse con los recaudadores de impuestos. Comió con ellos (Mc 2:16), les concedió su gracia salvadora (Lc 19:9) y hasta eligió a un recaudador de impuestos (Mateo) como uno de sus doce discípulos (Mt 9:9). Mediante su actitud hacia los recaudadores de impuestos, Jesús mostró que el pacto de gracia de Dios se extiende a todas las personas, no solo a los justos que observaban la Ley del Antiguo Testamento. En verdad, su mensaje era que Dios acogería al arrepentido y humilde recaudador de impuestos, mientras desdeñaba a los arrogantes fariseos (Lc 18:9–14). Su misión era llevar pecadores, personas como los recaudadores de impuestos de su tiempo, hasta la presencia de Dios (Mt 9:11–13).