Panadero

Heb. 644 ophim, אֹפִים, raíz prim. «cocinar, hornear, hacer pan»; gr. sitopóios, σιτοπόιος. En los tiempos primitivos, la elaboración del pan corría a cargo de la mujer. Solo las grandes casas y palacios disponían de panaderos. En Egipto, el faraón tenía un siervo que recibía el nombre de «jefe de los panaderos» (Gn. 40:1–22; 41:10).
En el Israel previo a la monarquía, la preparación del pan era tarea de las mujeres de cada hogar, fuera la dueña de la casa (Gn. 18:6) o una de las hijas (2 Sam. 13:8; Jer. 7:18; 44:19; Mt. 13:33). P.ej. Sara, esposa de Abraham, preparaba panes cociéndolos bajo los rescoldos (Gn. 18:6). Samuel anunció a los israelitas que si querían tener un rey, este tomaría de sus doncellas para que le fuesen «amasadoras» (1 S. 8:13, el mismo término que en Gn. 40:1–22).
Con el tiempo, la preparación del pan se convirtió en un oficio exclusivamente masculino (Os. 7:4, 6). En Jerusalén había una parte de la ciudad en la que residían los panaderos; a Jeremías se le asignó una ración de pan que se debía conseguir en la calle de los Panaderos mientras hubiera existencias (Jer. 37:21).
Los hornos de los panaderos, aunque de propiedad privada, eran utilizados por turnos por algunas familias para cocer su propio pan. En Os. 7:4, 6 se usa figuradamente el calentamiento del horno como descripción de aquellos que, por así decirlo, preparaban sus designios de mal y esperaban ansiosamente hasta el momento en que podían satisfacerlos más cumplidamente. Véase HORNO, PAN.