Mandrágora

Heb. 1736 dudaý, דּוּדַי = «manzana de amor», entendida como afrodisíaco; dudaím, דּוּדָאִים, de 1731 dud, דּוּד, «olla para hervir», también «cesta» o «canasta»; Sept. mela mandragorôn, μῆλα μανδραγορῶν, hai mandragorai, αἱ μανδραγόραι.
Se suponía que esta olorosa planta actuaba como filtro de amor, y que tenía virtudes fertilizantes y afrodisíacas. La mandrágora (Mandragora oficinarum) es una bella solanácea de grandes hojas, con flores de un violeta pálido, blancas, o de azul oscuro. Su fruto es pequeño, de un amarillo dorado. La raíz, en forma de bieldo, se parece vagamente a dos piernas. La mandrágora crece en el valle del Jordán, al lado de los afluentes de este río, en los campos de Moab, Galaad y Galilea. Las hojas son más venenosas que las de la belladona.
En la antigüedad, las mujeres bebían el zumo del fruto de la mandrágora como un remedio para la esterilidad; por esta razón, Raquel, la esposa estéril de Jacob, pide a su hermana Lea que le dé las mandrágoras halladas en el campo por Rubén. (Gn. 30:14–16; cf. Cnt. 7:13). El autor sagrado especifica con claridad que la virtud de la fecundidad no reside en la planta, sino en Dios (Gn. 30:17). Quizá el nardo o perfume (dodim, דּוֹדִים) que al parecer llevaban las novias orientales, estaba relacionado con esta planta, portado en pequeños frascos (Cant. 1:12; cf. 4:10; 7:12).