Sinaí

Heb. 5514 Sinaí, סִינַי, de derivación incierta; Sept. Sinâ, Σινᾶ, v. Seinaî, Σειναῖ (Jue. 5:5), Sinaî, Σιναῖ (Neh. 9:13); NT Sinâ, Σινᾶ; Josefo, to Sinaîon oros, τὸ Σιναῖον ὄρος (Ant. 2, 12, 1); Vulg. Sinai. Se menciona treinta y una veces en el Pentateuco y solo cuatro en el resto del AT (Jue. 5:5; Neh. 9:13; Sal. 68:8, 17); cuatro también en el NT (Hch. 7:30, 38; Gal. 4:24, 25).
Montaña en la cual fueron entregadas a Moisés las tablas de la Ley, que recibe también el nombre de > Horeb, considerado equivalente por Jerónimo (De situ et nom. Heb., in PL, XXIII, 889), Gesenius y G. Ebers. Por otra parte, Hengstenberg, Ewald, Robinson, E.H. Palmer, y otros, piensan que Horeb indica la region montañosa de la que el Sinaí sería la cumbre donde Moisés recibió las tablas de la Ley (Ex. 17:6). Recientemente, Albright ha defendido lo contrario: «monte Sinaí» es un nombre colectivo, y Horeb podría ser una de sus cimas. Por otra parte, es posible que Sinaí sea un adjetivo y que el monte o macizo de Horeb haya recibido tal epíteto por su vecindad al desierto de Sin.
El origen del nombre Sinaí es muy discutido; se postula su derivación de un adjetivo de la palabra heb. para «desierto» en relación con el cercano desierto de Sin (Ewald y Ebers); otros creen que hace referencia al dios lunar Sin, al que los árabes tributaban culto (Schrader). Recibió el nombre de Sinaí o «Monte de Dios» prob. antes de los tiempos de Moisés (Josefo, Ant. 2, 12).
Los israelitas llegaron a este lugar en el tercer mes después de su salida de Egipto, cuando hubieron pasado por Mara, Elim, y seguido un trecho de la costa del mar Rojo (Ex. 19:1). Pasando por el monte Seír había once días de marcha desde Horeb a Cades-barnea (Dt. 1:2). Al pie del Sinaí se extendía una región desértica, donde el pueblo levantó sus tiendas (Ex. 19:2). El monte estaba tan cerca que se podía tocar (Ex. 19:12), y su cima se levantaba sobre el campamento (Ex. 19:16, 18, 20). Sobre ella fue promulgado el Decálogo, y al pie de la montaña fue ratificado el pacto que hacía de Israel una nación de la que Jehová sería el Rey (Ex. 20:1–24:8). Se declara una y otra vez (Ex. 24:12; 31:18; 34:2; Lv. 1:1; 16:1; 25:1; 26:46; 27:34; Nm. 1:1; 9:1) que toda la legislación que figura entre Ex. 20:1 y Nm. 10 fue decretada sobre el Sinaí, o al pie del monte. La única mención bíblica posterior de alguien que subiera a esta cima se refiere a Elías, que huía de la ira de Jezabel (1 R. 19:8).
Según un reducido número de autores, el monte Sinaí estaría en la región de Seír, pero la postura prevalente lo sitúa en el macizo montañoso de la Península del Sinaí. Una tradición que se remonta a la época de Eusebio de Cesarea, identifica el Sinaí con el Jebel Serbal, sobre el wadi Feirân. La que lo sitúa en el Jebel Musa data solo de la época de Justiniano (en la actualidad Palmer, Vigouroux, Lagrange, Lepsius y Ebers). Sin embargo, ello no prueba que la tradición no existiera antes. Las dos opiniones siguen siendo objeto de debate. El Serbal es el más imponente de los dos. Visible de lejos, se eleva solitario, majestuoso, hasta una altura de 2.050 m., pero no tiene en la base una extensión de desierto que se corresponda con el que recibe el nombre de Sinaí. El Jebel Musa forma parte de una cresta de granito que mide algo más de 3 km. de noroeste a sureste. Presenta dos cimas: Râs es-Sûfsâfeh («pico de sauces»), en el extremo norte, con una altitud de alrededor de 2.000 m. El Jebel Musa, el Sinaí tradicional, en el extremo sur, alcanza los 2.314 m. Ciertos eruditos, Tischendorf entre ellos, consideran que la meseta del extremo superior del wadi es-Sadad, casi al este del Jebel Musa, fue el emplazamiento del campamento de los israelitas. Pero este es un espacio demasiado reducido para haber contenido a todo el pueblo. La parte inferior de Râs es-Sûfsâfeh consiste, en su parte noroccidental, en un escarpado muro. Más abajo de esta pared se extiende la llanura de er-Râha, con una superficie ligeramente inferior a 3 km2. Esta llanura, cercana a los wadis esh-Sheikh y ed-Deir, sería muy apropiada para un campamento. Pero Laborde, F.A. Strauss, Ritter, Kurtz y otros se decantan por la llanura de es-Sebayeh, con mayor capacidad para dar cabida a una gran multitud. No hay duda que esta llanura es mucho más apta para ser el escenario de tal despliegue de la nación israelita que la llanura de er-Râha; en primer lugar, porque las colinas ascienden gradualmente en forma de un anfiteatro, y por lo tanto podría acoger un mayor número de gente; en tanto que las montañas que rodean la llanura de er-Râha son tan empinadas y escabrosas, que no podrían ser utilizadas para distribuir al pueblo; y en segundo lugar, porque la ascendencia gradual de la llanura, tanto al Este como al Sur, haría posible que incluso las filas más lejanas fueran capaces de ver el Monte Sinaí en toda su majestuosa grandeza; mientras que la llanura de er er-Râha desciende hacia el norte, de modo que las personas que estuvieran detrás se verían obstaculizadas para ver el monte Râs es-Sûfsâfeh por los que estuvieran delante. Si, no obstante, la llanura de es-Sebayeh corresponde tan completamente con todos los datos topográficos de la Biblia, de modo que indudablemente deba considerarse como el lugar a donde fue llevado el pueblo de Dios, es imposible señalar la llanura de er-Râha como el sitio del campamento en el desierto de Sinaí porque el camino de la llanura de er-Râhaa la llanura de es-Sebayeh es tan largo y estrecho que el pueblo de Israel, que enumeraba más de 600.000 hombres, no podría ser conducido desde el campamento er-Râha hasta la llanura es-Sebayeh, y de allí al monte Sinaí, y luego, después de haber sido colocados en orden allí, y escuchando la promulgación de la ley, haber regresado nuevamente al campamento, todo en un solo día. Véase HOREB.