LECHE Y MIEL

Binomio aplicado a la riqueza y abundancia de la Tierra Prometida. En el Pentateuco la expresión «tierra que fluye leche y miel» (Ex. 3:8, 17; 13:5; 33:3; Lv. 20:24; Nm. 13:27; 16:13; 16:14; Dt. 6:3; 11:9; 26:9, etc.) es la frase estereotipada que indica la fertilidad de Canaán, empleada para animar a los israelitas durante su viaje por el desierto.
Isaac otorgó a Jacob abundancia de trigo y vino (gn. 27:27), y Jacob a Judá abundancia de leche y vino (Gn. 49:11ss). Aún hoy esta expresión es corriente entre los árabes.
En el cristianismo primitivo se utilizaban leche y miel en las ceremonias bautismales en imitación aparente de las promesas hechas a Israel (Ex. 3:8, 17; 33:3). Se daban a gustar a los nuevos bautizados como símbolos apropiados de la entrada en la Iglesia, la nueva Tierra Prometida en el Espíritu. Se cree que degustar «leche y miel» hace referencia a las palabras de Pedro: «Desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación» (1 Pd. 2:2), un pasaje aplicado al bautismo. La leche denota el alimento espiritual provisto por la Palabra de Dios, y la miel su dulzura para la mente y el corazón del nuevo bautizado (Sal. 19:11; 119:103; Ap. 10:9, 10). Véase MIEL.