ORÁCULO

Heb. 1687 debir, דְּבִיר = «lugar sagrado, santuario» (1 R. 6:5; 16:9–23, Sal. 28:2; etc.), de 1696 dabar, דָּבַר, «palabra, dicho, asunto» (cf. 2 Sam. 16:23; Zac. 10:2; etc.); la Sept. simplemente adopta la palabra heb. y escribe to dabir, τὸ δαβίρ, pero Jerónimo la traduce por el lat. oraculum, término pagano que denotaba los lugares dedicados a los dioses. En el NT, la palabra «oráculo» se encuentra en plural, gr. logia, λόγια (cf. Hech. 7:38), especialmente «los oráculos de Dios» (ta logia tu theû, τὰ λόγια τοῦ θεοῦ, Ro. 3:2; cf. Heb. 5:12; 1 Pd. 4:11), en referencia a los mandamientos divinos dados a los judíos.
La palabra debir designa la acción verbal de Dios por sí mismo o por mediación humana, en respuesta a una consulta. En la antigüedad, el oráculo divino se manifestó de muchas maneras, en sueños y visiones, cara a cara, a veces mediante señales y maravillas, por medio del Urim y el Tumim y de los profetas, modos elegidos por Dios para hacer frente al interés adivinatorio que llevaba al pueblo israelita a consultar > hechiceros y encantadores. Gran parte de las profecías son verdaderos oráculos o respuestas de Dios a la situación de un individuo o comunidad.
El oráculo más antiguo registrado en la Biblia es el relacionado con > Rebeca, que estando ambarazada de Esaú y Jacob, «fue a consultar a Yahvé». La respuesta fue: «Dos naciones hay en tu vientre, y dos pueblos que estarán separados desde tus entrañas. Un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor» (Gn. 25:22). El más notorio y completo tiene que ver con el niño Samuel (cf. 1 Sam. 3). El lugar era el «templo de Yahvé donde estaba el arca de Dios» (v. 3).
También hay varias referencias a oráculos paganos, particularmente el de > Baal-zebub, dios de Ecrón (2 R. 1:2). Véase ADIVINACIÓN, PALABRA, PROFECÍA.