Gr. to mysterion tes anomías, τὸ μυστήριον τῆς ἀνομίας. Expresión utilizada por el apóstol Pablo para describir la actuación del poder anticristiano en su propio tiempo (2 Tes. 2:7), cuyo significado no es claro. Pablo lo asocia al «hombre de maldad» (v. 3), y lo presenta como la antítesis de la Ley, por lo que lo designa con el sustantivo anomía, ἀνομία, «carencia de ley». Este misterio no hace referencia a una persona, como en el caso del > Anticristo, sino a un principio religioso-político, que bien podría ser una referencia velada al culto imperial, que por entonces comenzaba a imponerse por la fuerza a los ciudadanos romanos. Aún no había revelado su verdadera proporción, sino que estaba obrando y adquiriendo fuerza, por decirlo de algún modo, hasta su plena manifestación en la persona y poder del «inicuo», que exigiría la adoración de sí mismo, tal como hicieron los emperadores romanos de la época. Véase ANTICRISTO.
Bibliografía: L. Cencillo, El misterio de la iniquidad en la historia de la Iglesia (Euramerica, Madrid 1960); E. Green, 1 y 2 Tesalonicenses (Portavoz 2000); W. Hendriksen, 1 y 2 Tesalonicenses (SLC 1980).