Anticristo

Anticristo. Este término es usado solamente por Juan en sus dos primeras epístolas, aunque hay mención de él en otros pasajes de las Escrituras bajo otros nombres. El término significa a la vez que se opone a Cristo y que usurpa Su lugar. Es importante distinguir entre un anticristo y el anticristo. Con respecto a lo primero, «han surgido muchos anticristos»; en cambio, «el anticristo viene» (1 Jn. 2:18). El anticristo final «niega al Padre y al Hijo».

Pablo menciona «el hombre de pecado», que usurpa el lugar de Dios en el templo de Dios, en el futuro escatológico (2 Ts. 2:3–12). Éste viene por obra de Satanás, confederado con él, y obrará señales y maravillas mentirosas con todo engaño de iniquidad para los que se pierden. Los que han rehusado la verdad serán entregados a la mentira de este inicuo. Los judíos apóstatas lo recibirán como su Mesías (Jn. 5:43). Hará que todos adoren la imagen de la Bestia que aparece en Apocalipsis (cap. 13:11–18). Su final será el lago de fuego a la venida del Señor Jesús (Ap. 19:20; 20:10).

En el AT tenemos más detalles de este enemigo y suplantador de Cristo. Es llamado rey (Dn. 11:36–39), exaltándose a sí mismo y hablando cosas maravillosas contra el Dios de los dioses. No hará caso del Dios de sus padres (señalando que será descendiente de Israel, probablemente de la tribu de Dan, cp. Gn. 49:17). Tampoco hará caso del «deseo de las mujeres» (esto es, del Mesías, de quien toda mujer judía anhelaba ser madre). Se exalta a sí mismo sobre todos. Es un idólatra, honrando a un dios que sus padres no conocieron. El profeta Zacarías lo describe como un pastor insensato e inútil, que descuidará el rebaño y se apacentará de él en lugar de apacentarlo (Zac. 11:15–17), en oposición al Señor Jesús, el Buen Pastor.

En distintas épocas se ha identificado muchas veces a personas históricas con el anticristo (por ejemplo, Mahoma). Igualmente muchos reformadores, como Wicleff, Lutero, Melancton) vieron el anticristo en ciertas instituciones eclesiásticas de Roma. Sin embargo, el tenor de las Escrituras es que el anticristo es el pináculo de la apostasía humana contra Dios expresada en un caudillo personal, que se presentará en relación con Israel al final de la dispensación de la gracia. Ciertamente que multitud de individuos e instituciones han participado y participan de su carácter moral en tanto que niegan al Padre y al Hijo, y en tanto que usurpan el lugar de Cristo, se oponen a la verdad y engañan a los hombres.

 

Bibliografía: Anderson, Sir Robert, El Príncipe que ha de venir (Portavoz Evangélico, Barcelona, 1980); Blackstone, W. E., Jesús viene (Vida, Miami, 1982); Carballosa, E. L., El dictador del futuro (Portavoz Evangélico, Barcelona, 1978) y Daniel y el reino mesiánico (Portavoz Evangélico, Barcelona, 1979); Hamilton, Gavin, El Discurso del Monte Olivete (Clíe, Terrassa, 1974) y Maranatha (Clíe, Terrassa, 1972); Lacueva, Francisco, Escatología II, Curso de Formación Teológica Evangélica, vol. IX (Clíe, Terrassa, 1983); Payton, J. Barton, Encyclopedia of Biblical Prophecy (Harper and Row, New York, 1973); Pentecost, J. Dwight, Eventos del porvenir (Caribe, Maracaibo, 1977); Peters, G. N. H., The Theocratic Kingdom (Kregel, Grand Rapids, reimpresión 1978: primera edición, 1884, 3 vols.); Tan, Paul Lee, The Interpretation of Prophecy (BHM Books, Winona Lake, Ind., 1974); Walvoord, John F., The Millenial Kingdom (Zondervan, Grand Rapids, 1977).