Alma Término que en el Antiguo Testamento es traducción común del sustantivo hebreo nefesh, que a su vez se deriva del verbo nafash (respirar, rehacerse). Aparece unas 755 veces en el Antiguo Testamento con significados muy variados.
Tal vez el sentido original de nefesh haya sido «garganta» (canal de la respiración) o «cuello», como el acadio napishtu, pues este sentido se conserva en el Antiguo Testamento en textos como Sal 69:1 y Jon 2:7. De allí viene el sentido de «soplo» de vida (→ Espíritu), como en Job 41:21 («aliento», RV). Así, en hebreo, morir se expresa muchas veces por «exhalar la nefesh» (Jer 15:9, BJ). Puesto que la respiración es señal de vida, el alma («soplo») se considera como el principio de la vida (Gn 35:18). Además, «hacer volver la nefesh» significa hacer revivir (1 R 17:21s); salvar la nefesh de una persona es salvar su vida (Sal 72:13s).
La nefesh («vida») de la carne está en la → Sangre (Lv 17:11). En un sentido más amplio, nefesh puede definir a un ser vivo en la totalidad de su existencia, sea animal (Gn 1:20, 21, 24; «seres») o ser humano (Éx 1:5; «personas»). En este sentido nefesh se utiliza también para denotar la acción de amarse a sí mismo: amar como a su nefesh significa «como a sí mismo» (1 S 18:1). A veces nefesh también designa a un cadáver, quizás por eufemismo (Lv 21:1; «muerto»).
En contraste con el pensamiento filosófico griego (p. ej., Platón), es notable que el Antiguo Testamento jamás habla de la inmortalidad del alma. Al contrario, se dice que la nefesh muere (Nm 23:10; Jue 16:30, donde nefesh se traduce «yo»). La nefesh no es algo distinto del cuerpo que baja al → Seol, sino el ser humano total (Sal 16:10; 30:3). A los habitantes del Seol no se les llama «almas» ni espíritus, sino «muertos» (refaim en Sal 88:10; metim en Is 26:14, 19). Hoy día es común reconocer muchas pruebas en el Antiguo Testamento para una doctrina de la supervivencia del ser humano después de la muerte, pero estas pruebas llevan más bien a una enseñanza acerca de la persona total y no del alma en el sentido platónico.
Es notable que además de la vida física, se atribuyen a la nefesh todas las funciones síquicas. Por ejemplo, los pensamientos se atribuyen a la nefesh (Est 4:13, VM), como también al → Corazón y al → Espíritu. En 2 R 9:15 se traduce por «voluntad». La nefesh es la sede del amor (Gn 34:3) y el odio (Sal 11:5), de la tristeza (Sal 42:6) y la alegría (Sal 86:4). Siente hambre (Sal 107:9) y sed (Pr 25:25), pero también busca a Dios y suspira por Él (Sal 42:1, 2; 103:1s).
Así, en la sicología del Antiguo Testamento la nefesh tiene una función muy semejante a la del → Espíritu. Sin embargo, nefesh significa sobre todo, la vida, mientras que «espíritu» indica fuerza o poder.
En el Nuevo Testamento «alma» es la traducción común del griego psyjé que a su vez deriva del verbo psyjo («soplar»), y aparece más o menos cien veces.
Psyjé (como nefesh) significa a veces «ser viviente», y puede referirse a un animal (Ap 16:3, «ser vivo») o a una persona (Ro 13:1, «persona»; cf. la forma plural en Hch 7:14; 27:37). Con el pronombre posesivo, psyjé puede significar también «yo mismo» (Mt 12:18; Jn 12:27, «mi alma»).
Psyjé muchas veces denota la vida física (Mt 6:25), y es virtualmente sinónimo de «cuerpo vivo» (p. ej. en Mc 8:35–37 donde «alma» tiene el sentido de «vida»). Quizás sea la connotación «físico-animal» del sustantivo psyjé lo que determina en ocasiones el uso del adjetivo psyjikós (1 Co 15:44, «animal»; cf. v. 46 con 2:24, «natural»).
También psyjé puede indicar el principio de la vida, el cual, vinculado con el cuerpo, es un aspecto del ser humano total (Mt 10:28; Hch 20:10, BJ: «su alma está en él»). Como principio de vida, la psyjé es el asiento de los pensamientos (Hch 4:32; Flp 1:27), las emociones (Mc 14:34; Jn 12:27) y los actos de la voluntad (Ef 6:6, BC y Taizé; cf. Col 3:23).
Finalmente, como principio de vida, psyjé indica en algunos textos el asiento de una vida que trasciende la vida terrenal. Este uso, muy parecido al de algunos filósofos griegos (p. ej., Platón), tiene cierta base en algunos dichos de Jesús (Mt 10:28, 39; Mc 8:35–37), pero se desarrolla en los escritos posteriores (Heb 6:19; 10:39; 13:17; 1 P 1:9, 22; 2:11, 25). «Alma» llega incluso a significar algo inmortal, distinto del cuerpo (Ap 6:9; 20:4). Sin embargo, no se niega la necesidad de la → Resurrección corporal (Ap 20:4s).
Sería muy aventurado interpretar 1 Ts 5:23 como una enseñanza de la tricotomía griega (cf. Heb 4:12); es más bien una manera de subrayar la totalidad de la persona («todo vuestro ser») como objeto de la santificación (cf. Dt 6:4; Mc 12:30).