COLOSENSES, EPÍSTOLA

COLOSENSES, EPÍSTOLA A LOS Una de las cuatro epístolas breves que Pablo escribió desde la prisión. Las otras tres son Filipenses, Efesios y Filemón. La Epístola a los Colosenses se concentra en la persona y obra de Jesucristo. Alcanza niveles de expresión sin paralelos en cuanto a lo que se dice de Cristo en la Biblia. Tiene temas y portadores comunes con Efesios, y se envía junto con la de Filemón (Col 4:9, 17) y otra carta para Laodicea (4:16). Pablo no indica desde cuál prisión escribe. Sus compañeros Marcos (4:10) y Lucas (4:14) estarían con él en Roma entre 61 y 63 d.C.

Contenido
Al igual que la mayoría de las cartas de Pablo, Colosenses pudiera dividirse en una sección doctrinal (capítulos 1–2) y otra práctica (capítulos 3–4). Después del saludo inicial (1:1–2), el apóstol da gracias por la fe, amor, esperanza y testimonio de los colosenses (1:3–8). Luego desarrolla un majestuoso himno a Cristo en el que enfatiza su papel en la creación y en la redención (1:15–23). Ante el superior valor de Jesucristo y su obra, Pablo acepta gustoso la obligación de proclamarlo y sufrir por Él (1:24–2:5). Exhorta a los colosenses a afirmarse en Cristo y no en confusas especulaciones (2:6–23).
En la segunda sección, manda a los cristianos de Colosas a ajustar su conducta a sus creencias. Como los cristianos han muerto y resucitado con Cristo (3:1–4), les pide que vivan para agradar a Dios. Los urge a «hacer morir» lo que desagrada a Dios y a «vestirse» del carácter de Cristo (3:5–17). El verdadero cristianismo se manifiesta también en las relaciones de esposo y esposa (3:18–19), hijos y padres (3:20–21) y esclavos y amos (3:22–4:1). Concluye hablando de cómo debemos actuar ante los incrédulos (4:2–6) y con la habitual despedida (4:7–18).