BARBA

BARBA Para los israelitas y sus vecinos la barba era un adorno. Destacaba la virilidad y la dignidad masculinas (Sal 133:2), por lo que se esmeraban en cuidarla. La dejaban crecer larga y poblada. Los hombres se saludaban tomando con la mano derecha la barba del amigo íntimo y besándola (2 S 20:9). Afeitarse la barba o cubrirla era señal de humillación, pesar o luto (Is 15:2; Jer 41:5; 48:37). Raparle la barba a otro era deshonrarlo (2 S 10:4–14; Is 7:20). Para prevenir a los israelitas contra las prácticas idólatras, Dios les ordenó que no se cortasen la punta de la barba (Lv 19:27b). Los leprosos debían cubrirse la barba (Lv 13:45, BJ). A diferencia de los hebreos, según Herodoto, los egipcios mantenían la barba solo como señal de duelo, de ahí que cuando liberaron a José de la cárcel, tuvo que cortársela antes de comparecer ante Faraón (Gn 41:14). (→ PELO.)