ABOMINACIÓN

ABOMINACIÓN Término que traduce cuatro vocablos hebreos en el Antiguo Testamento, y en resumen señala la repugnancia que produce un objeto, una persona o una práctica que violenta los postulados religiosos del sistema dominante.

Podía Aplicarse a Varias Cosas
A la violación de un tabú
«Los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios» (Gn 43:32; cf. 46:34; Éx 8:26).

A los ídolos
Los ídolos de los gentiles eran abominación por excelencia frente a Jehová, Dios único y verdadero. Astoret era la abominación de los sidonios; Quemos, abominación de Moab, etc. (2 R 23:13).

A las prácticas idolátricas
Eran abominación por sus implicaciones religiosas y éticas (pues combinaban la deslealtad a Jehová con prácticas que reñían con la santidad, 2 R 21:2–7) y porque incluían adivinación, magia, etc. (Dt 18:9–14).

A los pecados y actitudes ajenos
al pacto de Dios con Israel
Véanse cómo en Proverbios se mencionan cosas que son abominación, como los «labios mentirosos» (12:22).

A los actos rituales y sacrificios ofrecidos sin humildad ni espíritu
de adoración (Is 1:11–14)
Los mismos conceptos pasan al Nuevo Testamento bajo el término griego bdelygma. Según Lucas, Jesús declaró que a veces aun «lo que los seres humanos tienen por sublime, delante de Dios es abominación» (Lc 16:15).

La Abominación Desoladora
Según dos evangelistas, Jesucristo hace referencia a una funesta señal futura, ya predicha por el libro de Daniel (el profeta), y la llaman to bdelygma tes eremóseos (Mt 24:15; Mc 13:14), o sea, la abominación desoladora o que causa devastación, que se colocaría en el «lugar santo». En Daniel la frase (con variantes) se halla en 9:27; 11:31 y 12:11. Daniel 11:31 se refiere a la profanación del altar de los holocaustos por orden de Antíoco Epífanes (167 a.C., período de los macabeos).
En su Evangelio, Lucas omite referencias a la abominación, pero dice: «Cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que pronto será destruida» (Lc 21:20), referencia clara a la destrucción de Jerusalén en el año 70. Otros autores del Nuevo Testamento tienden a ver en los últimos tiempos antes de la venida gloriosa de Jesús una época dominada por el → ANTICRISTO (1 Jn 2:18; 4:3; Ap 11:1–2 y cap. 13). La versión paulina (2 Ts 2:3ss) habla del «hombre malvado» que «llega incluso a instalar su trono en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios».